CuernavacaGay

Acercando a la comunidad gay de Cuernavaca.

Historias cachondas.  :: 
Una Historia Diferente.
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    Hola, nuevamente les ecribe J. Pablo De la Parra. Después de mucho tiempo de ausencia, de algunos tropiezos y de unas laaargas vacaciones, vuelvo a aparecer. En esta ocasión, quiero compartir con ustedes una historia (la cual, espero les guste) que no es precisamente cachonda, pero que tiene una visión muy cercana de lo que es el proceso de aceptación como gay, y lo díficil que es ese proceso.
    Aclaro: Es una história que recién encontré navegando en Internet, y de la cual no soy el Autor (mismo que desconozco).
    La iré subiendo poco a poco, por Capítulos. Sinceramente espéro les guste al igual que a mí. Espero sus comntarios¡¡.
    Y sin más preambulos, la historia se desarrolla en España, y asi comienza:

    LA VIDA DE OTRO:

    * INTRODUCCIÓN:
    “La vida de otro” intenta reflejar en cierta manera las dudas que muchos de nosotros hemos tenido o seguimos teniendo respecto a nuestra sexualidad. El relato está protagonizado por Juan, un chico heterosexual de 22 años, que describirá en primera persona las dudas que empiezan a rondar en su cabeza. Unas dudas que harán que su convencional y asentada vida se vaya transformando poco a poco.

    Si bien se trata de una historia de ficción, “La vida de otro” se nutre de experiencias reales, vividas pos su autor o por otros testimonios. Una historia que, sin olvidar el erotismo, intentará retratar las dificultades que supone admitir que tu sexualidad no entra en el modelo que hasta ahora habías considerado socialmente estándar. Para que no todos cometamos el error de no aceptarnos tal como somos, ahí va este relato. En este caso es la vida de Juan, pero creemos que podría ser la de cualquier otro.

    CAPÍTULO I: MI HERMANO:

    Aún no sé cómo y cuándo empezó todo esto. Hasta no hace mucho tenía claro como era mi vida y cómo quería vivirla, pero a veces, de nada sirve tener las cosas tan planeadas.

    Me llamo Juan, tengo 22 años, estudio Derecho, tengo novia desde hace casi dos años, vivo aún con mis padres en uno de esos típicos adosados con parking y piscina comunitarios, tengo un hermano, Carlos, de 26 años, y unos padres que se encargan de recordarme que debería haber pasado una guerra para valorar todo lo que tengo.

    En definitiva, una vida tan convencional, con una familia tan convencional que sólo nos falta tener un monovolumen para parecer una familia media de teleserie española.

    Conocí a mi novia a mitad de carrera, cuando empezamos a coincidir en alguna optativa. Es de esas mujeres con unas curvas de impresión, alejada de tanta anoréxica, con unas buenas tetas, una melena rubia por obra y gracia del señor L’Oreal, una cara preciosa con carnosos labios, por los que desborda palabras, con las que no hace más que reflejar que es la más lista de la clase.

    Ella fue la que me conquistó, ella la que me hizo hincar los codos, ella la que me convenció para apuntarme en un gimnasio y lograr que del típico tirillas pasase a ser mucho más atractivo. Sin pasarme con la musculación, ahora sí estoy más definido, marco abdominales, y como nunca he pecado de modesto, cada día me gusto más, con esa carita de niño malo que he tenido siempre.

    En definitiva ella lo ha sido todo en estos dos últimos años, hasta ahora. Las últimas veces que hemos follado en mi coche, el A3 que mis padres me regalaron al sacarme el carné, que ellos mismos pagaron, no han sido igual. Ya no se me pone igual de dura cuando veo sus tetas saltar al quitarse el sujetador, ni se me hace tan apetecible comerme su sexo húmedo, y lo peor de todo es que creo que ella lo está notando. Y no es que me esté volviendo asexual, me sigue gustando el sexo y las mujeres, y mucho, pero tengo la cabeza llena de dudas.

    Nunca he mirado a otro hombre con deseo sexual, aunque quizás sí he ido enterrando ese punto de curiosidad que otros tíos han despertado en mi. Aún recuerdo las salidas en bicicleta con los amigos del colegio por los alrededores de la urbanización.

    En una tarde de esas, algunos del grupo saltaron la valla de unos chalets en construcción para husmear en su interior, mientras un compañero y yo montábamos guardia en la puerta. Javi era el típico tío bueno (para su edad), con un cuerpo trabajado en multitud de partidos de fútbol sala. Como pasaban coches por la calle, él se sacó su polla para hacer ver que meaba, y la verdad es que esa imagen, aquella polla dormida apoyada en dos huevos cubiertos por una fina capa de vello, no se me ha borrado nunca de la mente.

    Desde aquellos días de niño curioso me han ido pasando cosillas que han avivado en mí aquel recuerdo, pero siempre he intentado eliminar cualquier duda al respeto. Pero lo que produjo un verdadero punto de inflexión en mi vida fue lo que me sucedió hace pocos días.

    Mi hermano además de ser un brillante informático es un excelente nadador, y tiene uno de esos cuerpos tan bien moldeados y lampiños de nadador. Unas piernas fuertes y torneadas que se intuyen en sus ajustados vaqueros, con un culo que, según todas las chicas que conozco, es insuperable, y por delante, un paquete del que siempre se ha sentido sobradamente orgulloso. Unos brazos anchos coronados por una espalda robusta y amplia, un pectoral definido pero sin exageraciones, un abdomen marcado y una carita de no haber roto nunca un plato. No hace falta ser gay para valorarlo.

    El día del que hablo, mi hermano había llegado del entreno, y como las duchas de la piscina del club de la urbanización estaban sin agua por un corte de suministro, vino a ducharse a casa. Mientras estaba en la ducha entré en su habitación para coger un Cd. La puerta del baño estaba entreabierta y alcancé a ver a mi hermano despaldas con el agua cayéndole por todo el cuerpo, enjabonándose con una extraña sensualidad, y digo extraña porque nunca antes había despertado ese tipo de interés en mí. Al oír ruido, mi hermano tiró de la cortina de la ducha y se giró para descubrir quién era el intruso:

    - ¡Eh, tío que haces en mi cuarto!- me dijo mientras asomaba por el lateral de la cortina de la ducha.

    - Nada, sólo he venido a buscar un Cd de Lenny Cravitz.

    - Vale tío, pero me lo devuelves y cierra la puerta al salir, que esto parece el metro en hora punta con tanto paseo por mi habitación.

    Cerré completamente la puerta del baño y me giré para salir de la habitación, pero encima de la cama vi su bolsa de ropa sucia, una extraña curiosidad me invadió y metí las manos en ella buscando entre su ropa, y allí encontré los boxers que llevaba puestos esa mañana. No se porque coño lo hice, pero los cogí y salí corriendo hacia mi cuarto. Me encerré en mi habitación y con la imagen del culo y la espalda de mi hermano grabadas en mi cabeza y el penetrante aroma de sus boxers, empecé una de las pajas más salvajes que me he hecho en mi vida.

    Continuará.....
     
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    CAPÍTULO II: MI NOVIA.

    Después de una brutal corrida me sobró tiempo para dejar los boxers en su sitio, pero más tiempo me sobró aún para sentirme como un cerdo, como un cabrón. Aún me dura el arrepentimiento y no soy capaz de entender por qué hice algo así. Yo no soy gay, supongo que fue el morbo de la situación, el ver algo que se intuye como prohibido y querer saltarse la prohibición. No sé, no encuentro explicación lógica, pero lo que tengo muy claro es que yo no soy un marica.

    Es precisamente todo esto lo que ha hecho que mi cabeza esté tan llena de dudas. Aún así he decidido darme un respiro y aparcar este tema de momento.

    Con mi novia las cosas no han mejorado mucho. El sábado por la tarde cuando estábamos solos en mi casa preparando el examen de Derecho Tributario, Ana, que así se llama, empezó a calentarse, algo fácilmente apreciable por las furtivas miradas a mi paquete. Sin decir nada se levantó de la silla, se puso detrás de mí y me rodeó con sus brazos mientras me besaba en el cuello y en la oreja, porque sabe que eso me vuelve loco. Apartándome de la mesa se arrodilló frente a mí y empezó a desabrocharme los botones de los vaqueros. Cuando aparecieron los boxers CK que llevaba puestos empezó a lamerme la polla por encima de la ropa. Lentamente fue sacando mis 17cm que casi rozaban su plenitud, y empezó una espectacular mamada. Y cuando todo iba tan bien como en los viejos tiempos, algo se torció. Entonces la imagen de mi hermano en la ducha, la polla de Javi, los boxers, la imagen de los tíos de mi gimnasio... empezaron a bloquear mi mente. Me desempalmé y me levanté de golpe de la silla como electrizado.

    - ¡Joder Juan! ¿qué te pasa? Empiezo a pensar que te estás cansando de mí.

    - Lo siento, es que... es que... -intentaba verbalizar una excusa verosímil.- Es que aquí en el comedor puede entrar alguien, joder, me pongo nervioso, no puedo evitarlo... lo siento Ana.

    - Tu padre está trabajando, tu madre ha ido a Barcelona, tu hermano está en casa de Sara, -su novia- ¡estamos solos Juan!

    - Lo siento Ana, es que no lo puedo evitar... -En aquel momento mis frases salían de mi boca sin fuerza ni credibilidad.

    - Muy bien Juan, será mejor que pienses en lo que quieres. –Y recogiendo sus cosas despareció.

    Fue al cerrar la puerta y quedarme sólo en la habitación cuando empecé a sentir que mi vida se escapaba de mis manos, que lo que tenía controlado ya no lo estaba tanto. Y desde hace unos días tengo la sensación de que no me conozco, de que me asustan mis propias reacciones, mi vida se está jodiendo.

    Después del fracaso con Ana, decidí salir un poco para dejar de pensar en lo sucedido. Me vestí para la ocasión, con unos pantalones vaqueros de Armani, una camiseta Custo y una cazadora Antonio Miró. Cogí el Audi y me fui a la plaza que hay en el centro de la urbanización dónde solemos quedar con el grupo. Una noche de marcha me ayudaría a despejarme.

    Tirando del dinero de mis padres me puse hasta el culo de alcohol, después de eso, imposible recordar lo que me pasó. El siguiente recuerdo que tuve fue mi amigo Toni, del que siempre se había rumoreado que entendía, sentado junto a mí en un coche, que diría que era el mío.

    - Tío, no sabes beber, te has pasado tres pueblos.

    - ¿Qué ha pasado? -pregunté despertando de un pesado sueño.

    - Después de hacer toda la noche el payaso has empezado a vomitar, te hemos traído al coche y aquí te has quedado sobado.

    - ¿Y los demás?

    - Se han largado... me han dejado a tu cuidado. Te llevaré a tu casa, dejo tu coche allí y me vuelvo andando a la mía.

    - No, no... te llevo yo y luego me voy a mi casa.

    - Jajaja -se mofó él- ¿Tú? Imposible, sólo hay que verte.

    - Vale, vale, será lo mejor -acepté yo con resignación.

    Y antes de arrancar el coche, y con un extraño brillo en la mirada, Toni me dijo:

    - Ah! Por cierto, no hace falta que te emborraches para meterme mano. -Y diciendo eso posó su mano sobre mi pierna.

    Continuará...

     
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    CAPÍTULO III: MIS PADRES:

    - ¿Pero que dices tío? –En esos momentos estaba helado, clavado al asiento.

    - Pues lo que oyes, te has pasado la noche insinuándote y metiéndome mano. No sé, últimamente te veo distinto Juan. Conmigo puedes ser sincero, supongo que ya te habrás dado cuenta.

    - ¿Cuenta? ¿cuenta de qué? -Mi cara había cambiado por completo y no atinaba a decir nada más largo.

    - Juan tío... soy gay -Y diciendo esto posó su mano sobre mi hombro.

    - ¡Muy bien! Prefecto. -Grité yo en tono de burla- ¿Y porque tú seas gay los demás tenemos que serlo? –Al decir esto él apartó de golpe su mano.

    - No, no... claro que no, pero después de lo de esta noche, no sé... lo habré malinterpretado.

    - ¡Pues claro que lo has malinterpretado! Lo siento pero no tengo ganas de seguir hablando de este tema, llévame a mi casa.

    Al llegar a casa volvieron a asaltarme las dudas. No podía dejar de pensar en la cara de Toni al ver mi reacción. Empecé a preocuparme de que los demás pudiesen enterarse de lo sucedido. Pero mi polla no decía lo mismo que mi cabeza, sin querer darme cuenta me había empalmado desde que Toni había puesto su mano tan cerca de mi paquete.

    Para quitarme de la cabeza toda esa mierda me puse a navegar por Internet, miré el correo, y casi sin darme cuenta tenía la polla fuera del pijama y me estaba haciendo una paja. Entré en una web porno hetero y empecé a ver fotos. Las tías perdieron el protagonismo que siempre habían tenido en mi mente y empecé a fijarme en las pollas de los tíos. En sus culos, y en esos sus cuerpos, en sus piernas...

    No era la primera vez que me fijaba en los tíos de las webs porno, pero nunca antes me había puesto tan caliente, o por lo menos nunca antes me había dejado llevar tanto por mis propios impulsos sexuales. Continué masturbándome, descubriendo lentamente el capullo, y recorriendo con mi mano el tronco de mi polla. Notaba mi miembro palpitar, completamente duro, y empecé acariciarlo imaginando que era la polla de otro. Aceleré el ritmo de la paja hasta que empezaron a brotar chorros de semen. Sin pensarlo dos veces, y arrastrado por un orgasmo brutal, me llevé la mano llena de leche a la boca.

    Han pasado unos días desde aquella noche y la verdad sea dicha ni siquiera he tenido tiempo para pensar en ello. Si mis gustos sexuales están experimentando cambios, mi vida familiar no se queda atrás.

    Mi madre y mi padre, matrimonio modelo a la vista de todos, no se pueden ni ver. Han estado ocultando a los ojos de amigos y familiares que su matrimonio se ha convertido en un infierno. Mi padre es abogado, de ahí a que yo decidiera (o me obligase él) seguir sus pasos. Mi madre, como muchas otras mujeres de su época, dejó su trabajo de empleada de la banca al casarse, y ahora se ha dado cuenta de que ésta, no es la vida que quiere vivir.

    Mujer resignada y madre incasable, le dio su virginidad, su juventud y su vida entera a mi padre, diez años mayor que ella. Pues bien, desde hace unos tres años parece ser que mi padre se tira a otras mujeres, y lo peor de todo es que mi madre lo ha sabido siempre.

    No juzgo a mi padre, porque según él, mi madre es tan buena madre como mala esposa. Sus relaciones sexuales hace años que brillan por su ausencia. Entregando su vida a su familia, se olvidó de vivir la suya propia.

    Durante estos últimos días las broncas se suceden, mi madre no parece dispuesta a aguantar más una farsa. Así veo mi vida desmoronarse. Ana me dejó bien claro al llamarla al día siguiente que no volveríamos a vernos hasta que yo aclarase mis ideas. Parece convencida de que hay otra chica en mi vida.

    Sinceramente no creo tener habilidad suficiente para superar todo esto. Cada vez siento con más claridad que mi vida ya no es mi vida, ya no es como había sido siempre.

    Continuará...
     
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    CAPÍTULO IV: MIS AMIGOS:

    El miércoles después de salir de la facultad, y con la lógica intención de no volver tan pronto a casa para evitar ese ambiente irrespirable, me apunté a una cena que había organizado Pedro en su casa.

    A Pedro lo conocí en la facultad de Derecho, pero acabó dejando los estudios y ahora trabaja en una tienda de ropa. Él es el punto de unión en un grupo de amigos tan variado como éste. Algunos nos conocimos en el instituto y otros se han unido algún tiempo después como es el caso de Pedro y de Raquel, su novia. Pedro está, como se suele decir, muy bueno, un cuerpo 10 con una personalidad arrolladora, es simpático y muy sociable.

    Raquel además de su novia, es la mejor amiga de Ana. Raquel ha envidiado siempre a mi novia por algo que es más que evidente. Raquel es bastante menos agraciada físicamente, y encima es una arpía. Es de aquel tipo de amigas de las que nadie se puede fiar. Extraña pareja.

    Además de ellos, en la cena estarían Ana, Toni, Jordi, Jesús y Emma. No estaríamos todos, pero qué se puede esperar en una improvisada cena entre semana. Jordi estudia derecho conmigo, tiene 22 años y más que guapo diría que tiene algo especial, seduce a le gente más con su intelecto que con su físico. Jesús es uno de aquellos amigos de toda la vida, aunque cuando empecé a salir con Ana nos distanciamos bastante. Estudia Administración y Dirección de Empresas y toca en un grupo de pop, nada conocido por supuesto, aunque que se hagan famosos es cuestión de días, como dice él.

    Y por último, Emma. Una chica que sin ser guapa, liga todo lo que quiere. Desborda entusiasmo, simpatía y vitalidad. Emma trabaja de teleoperadora, aunque según ella, esto es sólo un paréntesis, porque quiere volver a estudiar.

    Al llegar a casa de Pedro, ya casi habían empezado a cenar, la puntualidad no es mi fuerte. Ana ni siquiera me saludó. Mientras Raquel me lanzaba miradas inquisitivas como si quisiese fundirme. La cena fue rápida y amena. Mientras, Pedro y Emma explicaban anécdotas de su trabajo.

    Después de cenar, cuando estaba dejando unos vasos en el lavavajillas, Raquel entró en la cocina.

    - Vaya, nuestro querido Juan haciendo tareas domésticas. –Se burló al verme.

    - Deberías practicar viendo Siete Vidas, la ironía no es lo tuyo.

    - No es mi ironía lo que me preocupa. Me preocupa mi amiga. Ana no lo está pasando bien.

    - Pues deja de preocuparte, Ana y yo nos las arreglamos solitos. Cuando necesite consejera llamaré a Isabel Gemio.

    - Vaya, ¿ahora quien es el irónico? Sólo quiero advertirte, como le hagas daño a Ana te las verás conmigo.

    Sin ni si quiera contestar a esas amenazas de película del multicine de Antena 3 , dejé a Raquel en la cocina y entré en el comedor. Lo que escuché me dejó helado.

    - Así que eres gay Toni... jeje. Era un secreto a voces, pero ¿por qué no lo habías dicho antes? -preguntó Emma.

    Mi cara se puso completamente pálida, no daba crédito a mis oídos y empecé a temer que Toni hablara de nuestra conversación en el coche.

    - Supongo que fue porque esperaba a tener las ideas más claras. -Contestó Toni mientras me lanzaba una mirada fría.

    - ¡Vaya, tío! Jejeje... Lo que se debe follar siendo gay. -Bromeó Pedro y todos rieron.- Con lo viciosillos que somos todos los tíos.

    - Prueba y verás. –Le contestó Toni en tono de burla.

    - ¡Ehh! Que en eso yo tengo mucho que decir. Sólo me faltaba que mi novio se hiciese gay. –Añadió Raquel entrando en el comedor.

    Pero al poco rato de conversación mis miedos se disiparon, Toni no hizo referencia alguna a nuestra conversación y a sus sospechas. Ana se sentó a mi lado y me besó tiernamente en los labios, en un gesto de acercamiento y arrepentimiento.

    La cena y la conversación posterior sirvieron de bálsamo, o mejor dicho de super-glue, para recomponer la relación con Ana, y para que una parte de mi vida volviese a encauzarse. Eso me dio una falsa confianza. Al despedirnos Ana se fue en el coche de Emma porque las dos viven en el centro de Barcelona. Pedro y Raquel se quedaban allí, más que nada porque esa era su casa. Y Jordi se llevó a Jesús en su coche porque le venía de paso dejarlo en su casa. Y aunque hubiera querido no se habría podido llevar a nadie más, inconvenientes de tener un smart.

    Cuando iba a recoger mi chaqueta alguien me dijo:

    - ¿Me llevas? No he traído el coche, mis padres lo necesitaban.

    Y allí estaba Toni, con una mirada entre la tristeza y la excitación, con su pelo rubio despeinado, con una sonrisa que invitaba a mirar sus labios. Con una camiseta Armand Basi ajustada, con unos vaqueros que dibujaban sus fuertes piernas... que insinuaban un prometedor paquete...

    - ¡Tío! ¿Me llevas o no? Prometo dejar las manos quietas... jeje -Dijo en tono burlón.

    Y como regresando de una visión mágica respondí:

    - Sí claro.

    Por el camino se respiraba cierta tensión en el ambiente, pero Toni volvió a pedirme perdón por el malentendido, y se disculpó diciendo que yo era muy atractivo y que se había dejado llevar.

    - Ya sabes -me dijo- debe ser por esa teoría que tenemos los gays de que un hetero nunca diría que no a según que...

    En ese momento estábamos saliendo de Barcelona camino de casa. Yo le miré brevemente e impulsado por un extraño deseo pregunté:

    - ¿No diríamos que no a qué?

    - Pues eso, que en un calentón, siempre he pensado que un hetero accedería a que otro tío se la chupase...

    No sé que fue lo que me llevó a hacer algo así, sus palabras habían producido en mí una especie de descarga. Accioné el intermitente a la derecha, reduje la velocidad y dejé la carretera por la que circulábamos adentrándonos en un estrecho camino de tierra. Cuando la carretera me pareció estar lo suficientemente lejos, detuve el coche y apagué el motor.

    Continuará...

     
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    CAPÍTULO V: T O N I .

    Tras detener el coche, los dos permanecimos callados unos minutos, que se hicieron eternos. El silencio era abrumador, ninguno de los dos se atrevía a dar el paso. Me giré y Toni tenía la vista puesta en mí, interrogándome con la mirada, esperando una respuesta. Y entonces me olvidé de todo. Empecé a desabrocharme lentamente los botones del pantalón, me incorporé ligeramente y me los bajé dejando a la vista mi abultado paquete bajo un reducido slip.

    Toni volvió a mirarme a los ojos e intuyendo en mi mirada un consentimiento para el que no hicieron falta palabras, se acercó a mí, me besó suavemente en el cuello y empezó a acariciarme la polla por encima de la ropa interior. Sus caricias empezaron a tener sus efectos y mi polla asomó por el elástico del slip.

    Toni empezó a lamerme por encima de la fina tela, acercando sus nariz como impregnándose del aroma que desprendía mi cuerpo. Suavemente deslizó el slip haciendo que mi polla saltase como un resorte. La miró como deleitándose con algo que hacía tiempo deseaba ver, y empezó una suave paja, tan suave que lograba darme un placer indescriptible, tan suave que estuve apunto de gritarle que acelerase el ritmo para correrme de una vez. Cuando pensaba que eso era la culminación del placer, Toni empezó a acercar sus labios a la punta de mi polla. La visión de un tío tan cerca de mi verga fue brutal, y mi excitación creció aún más si cabe. Toni se metió de una vez toda mi polla en la boca y empezó una mamada como, y lo digo sinceramente, ninguna tía me había hecho antes.

    Toni inició un suave movimiento y empecé a notar la presión de sus labios sobre el tronco de mi polla. Después la sacó, la observó brevemente, y empezó a pasar su lengua por mi capullo que empezaba a rezumar líquido preseminal. Deslizó su lengua por todo el tronco hasta llegar a mis huevos que lamió con intensos lengüetazos, como si mi polla fuera la última que vería en su vida. Su lengua recorrió mis ingles, y levantándome ligeramente del asiento trazó un desesperante camino hacia mi culo. El placer de tener la lengua de Toni tan cerca de esa parte de mi cuerpo, fue brutal, imposible de comparar con nada de lo que hasta entonces había experimentado.

    Rozando el orgasmo presioné la cabeza de Toni, y sujetándola con firmeza empecé a mover frenéticamente mis caderas follándole la boca. Ni tiempo tuve de advertirle antes de que mi polla empezara a lanzar chorros de leche que fueron a parar directamente a su garganta y que él tragó sin contemplaciones.

    Después de aquella espectacular corrida y de un brutal orgasmo, Toni limpió totalmente mi polla saboreando los restos de semen que quedaban.

    Y en ese momento fue cuando volví a tocar de pies en el suelo. Antes de que mi erección desapareciera del todo, guardé mi polla subiéndome los calzoncillos y los pantalones. Y ni siquiera fui capaz de mirar a Toni.

    Volví a poner en marcha el motor y, tras dar la vuelta en el llano que se abría al final del camino, volvimos a la carretera. Sin mirarle, podía intuir que Toni tenía la vista clavada en mí.

    - Gracias por preguntar si quería correrme yo también. –Murmuró con una voz en la que se intuía cierta tristeza. No lo contesté, tan sólo quería llegar a su casa y no volverle a ver.

    Unos diez minutos después detuve el coche en la puerta del chalet de sus padres. Y sin mirarle le dije:

    - Baja del coche.

    - Juan, puedes estar tranquilo, de mi boca no saldrá una palabra. Hemos hecho algo que nos apetecía, no le des más vueltas.

    - Baja del coche. -Repetí como un autómata.

    Y Toni salió del coche cerrando tras de si con un portazo. En la vuelta hacia mi casa las lágrimas empezaron a enturbiarme la vista. La sensación de arrepentimiento me apretaba el pecho, dificultándome la respiración. Me sentía como un puto cabrón. Por haber traicionado a mi novia, por haber tratado así a Toni, y lo que era peor, por haber sentido tanto placer en manos de otro hombre.

    Al llegar a casa, y con los ojos llenos de lágrimas, abrí la puerta del parking comunitario. Aceleré bruscamente y descendí por la rampa. Antes de llegar a nuestra plaza se cruzaron en mi mente todas las cosas que habían pasado esa noche. Cuando abrí los ojos de nuevo el capó del coche estaba literalmente estampado en una columna y un hormigueo recorría mi cuerpo.

    Cuando crees que las cosas van mal, te equivocas, aún pueden ir peor. Ya no podía más, dejé el coche allí en medio y subí a mi casa. Me desvestí y me estiré en la cama. Me sentía un tanto dolorido por el golpe, pero mucho más por lo que había sucedido esa noche. Antes de dormirme escribí un mensaje con el teléfono móvil:

    “Ana te quiero.”

    Continuará...

     
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    CAPÍTULO VI: LA REFLEXIÓN:

    La mañana siguiente al accidente en el parking los gritos de mi madre me despertaron.

    - ¡¡Juan despierta!! ¡Despierta! ¿¡me oyes!?

    - ¿Qué?... ¿qué pasa? –contesté yo despertándome sobresaltado.

    - ¡¡Eso es lo que quiero saber yo!! Vístete y baja a ayudar a tu padre a apartar el coche para que puedan salir los vecinos del parking.

    La cara de mi madre era todo un poema, roja por la furia, en el fondo de sus ojos se podía apreciar un atisbo de histeria. Mi madre iba a estallar en cualquier momento. Me vestí corriendo y bajé las escaleras. Abajo en el garaje estaba mi padre con Juanma, uno de nuestros vecinos. Mi padre me miró con absoluta calma y sin más me dijo:

    - Ayúdanos a empujar, hay que apartarlo.

    El espectáculo era aterrador, el coche que había compartido cuatro años conmigo tenía un golpe brutal en el capó, los airbag disparados y la luna delantera hecha pedazos. Y allí me quedé parado, inmóvil ante el resultado de mi propia estupidez.

    - Tranquilo, el seguro lo cubrirá. - Dijo mi padre al verme tan pálido- Ahora ayúdanos a quitarlo de en medio, en seguida llegará la grúa.

    Al volver a casa mi madre nos esperaba en el comedor.

    - ¿Cómo has podido hacer algo así? ¿Estabas borracho otra vez? Los padres de Toni me han explicado que te emborrachaste hace unos días y Toni te trajo a casa. –La histeria se había desatado.

    - No, no... no estaba borracho... fue un accidente. –Y no fui capaz de añadir nada más.

    - ¡Pues te vas a quedar sin coche! ¡A ver si te crees que puedes hacer estas tonterías! No sé que te pasa, pero si sigues por este camino vas a acabar muy mal.

    Miré a mi padre como esperando que saliese en mi defensa, y así fue.

    - Juan, puedes coger mi coche, me voy unos días a Madrid y no lo necesitaré. A la vuelta veremos que podemos hacer.

    Los ojos de mi madre sólo reflejaban odio, desprecio... asco. Clavó la mirada en mi padre y llena de rencor le dijo:

    - Eres un cabrón.

    Volví corriendo a mi habitación y mientras pensaba en la lucha por los hijos que empezaban a librar mis padres, la imagen de Toni volvió a mi cabeza. Deslicé mi mano por mi pecho, por mi abdomen... crucé la frontera del elástico del los pantalones de deporte Nike y volví a sentir la dureza de mi polla.

    Tras acompañar a mi padre al aeropuerto y pasarme media mañana en el hospital, obedeciendo las ordenes de mi madre, donde me dijeron que afortunadamente no tenía nada, sólo alguna contusión leve, fui un rato a la facultad.

    En la clase de Filosofía del Derecho fue imposible concentrarme. El tiempo pasó lentamente, como si alguien hubiese detenido las manecillas de mi Tag Heuer. Mientras, no cesaban de venir a mi memoria imágenes de lo sucedido la noche anterior. Así que, dado que Ana estaba en una conferencia sobre la necesidad de una regulación legal en la Internet, conseguí convencer a Jesús para que me acompañara a tomar algo.

    Estuvimos haciendo el perro en el bar de la facultad de Derecho y cuando se hizo tarde decidimos irnos.

    - ¿Me llevas a casa o pillo el bus?

    - No, no, te llevo yo. –Contesté mientras íbamos caminando hacia el parking donde había dejado el coche.

    - ¡Vaya carro nen! Un Mercedes E... veo que hemos subido unos cuantos niveles. -Bromeó Jesús.

    - No, no es mío, es de mi padre. Ayer le di un golpe al Audi.

    - ¿Sí, y eso? –Preguntó sorprendido.

    - Nada grave, tranquilo. –Contesté con la intención de terminar con las explicaciones.

    Durante el camino Jesús sacó el tema de la homosexualidad de Toni.

    - Y que me dices ¿te sorprendió el outing de Toni? -Preguntó Jesús.

    - No sé, no me lo había planteado. –Mentí yo.

    - Vaya, pues yo me lo imaginaba. –Como suele decir la gente después de que le cuenten algo que no sabía.- Y me parece genial tío. Ole sus cojones por ser tan sincero y por no esconder algo tan ridículo como la orientación sexual. Que ganas de vivir mintiéndote a ti mismo y a los que te rodean. La verdad es que lo admiro. ¿No te parece?

    - No sé, cada cual que haga lo que quiera con su vida. Pero no entiendo como a un tío le puede gustar otro tío. Que asco. –Saqué a relucir mi vena heterosexual, protegiendo mi virilidad.

    - Nadie te pide que lo entiendas, simplemente que lo respetes. Y sobre el asco, lo mismo podría decir él de nosotros... jeje. –Bromeó Jesús.- Hay que ser más tolerante tío.

    - Ya, pero que hagan lo que quieran de puertas para adentro, que luego siempre están mariconenado en la calle o en la televisión. –Al escuchar mis propias palabras en voz alta sentía como si no las estuviese diciendo yo, me sentía absurdo.

    - ¡Tío! –gritó Jesús- ¡Que franco ha muerto! –Añadió soltando una sonora carcajada.- La vida hay que vivirla, y bien que hacen. Considero que ser gay o bi, o lesbiana, o lo que sea... no es algo de lo que avergonzarse. Es simplemente otra opción.

    Después de mi comportamiento de hombre de las cavernas no quise añadir nada sobre ese tema. Al dejar a Jesús en casa, sus palabras resonaban en mi mente, como si una especie de conciencia gritará en mi interior que en los sentimientos que estaba experimentando no había nada de malo.

    Mis pensamientos se esfumaron cuando sonó el teléfono móvil. Contesté con el manos libres.

    - ¡Hola Juan! soy Ana...

    - Hola niña, ahora mismo estaba pensado en ti. –Mentí yo.

    - Tengo ganas de verte, ¿te apetece quedar? Estoy en mi casa... sola.

    - Ok, voy para allá.

    Al llegar a su casa llamé a la puerta. Ana abrió. Y allí estaba ella con una camiseta larga que le llegaba casi a las rodillas y con aspecto de haber terminado de darse un relajante baño. Al verme abrir los ojos como platos, embobado por tanta belleza, Ana me dijo:

    - No llevo nada debajo.

    Cerré la puerta detrás de mí y me acerqué a ella. Nos fundimos en un beso desesperado, uniendo nuestras lenguas, mientras nuestras manos recorrían cada rincón de nuestros cuerpos. Ana me quitó la camiseta y empezó a lamerme los pezones, a acariciarme el pecho, el abdomen. Mientras metía su mano en mi pantalón buscando mi palpitante polla.

    Antes de que pudiera seguir, la senté en el sofá y agachándome hundí mi cabeza entre sus piernas lamiendo con desesperación su húmedo coño. Ana gemía de placer, y cuando ya no podía más me suplicó:

    - Métemela... por favor... lo necesito.

    - Antes tienes que terminar de ponérmela dura.

    Y dicho esto Ana se agachó y se metió mi polla en la boca. Y el colmo de la perversión llegó al sentirme excitado, no por la mamada, si no por ver como mi novia se comía la misma polla que unas horas antes se había comido uno de mis mejores amigos.





    Continuará...

     
  •  
    CAPÍTULO VII.- EL CINE.

    Después de hacerlo con Ana, parecía que todo se había resuelto. Después de follármela con desesperación sentí que volvía a ser yo mismo. Mis ideas se habían aclarado. En casa, el viaje de mi padre a Madrid sirvió para reducir tensiones. Me disculpé con mi madre y ella misma, aunque a regañadientes, se comprometió a ir a la aseguradora y al taller para solucionar lo de mi “pequeño” percance.

    El viernes por la tarde mi madre llegó con Carlos y Sara del taller donde estaba mi coche. Ana y yo estábamos estudiando en el comedor, disfrutando de una recién reconstruida relación.

    - Hermanito la has cagado bien cagada. No hay arreglo. Bueno, no merece la pena arreglarlo. –Dijo el bocazas de mi hermano nada más cruzar la puerta de entrada.

    - ¿No hay arreglo para qué? –Preguntó Ana extrañada.

    Sobra decir que había mentido a Ana sobre mi coche diciéndole que lo usaba mi madre, con al intención de no tener que dar explicaciones a cerca de las circunstancias del accidente.

    - ¡Ah! ¿no lo sabías? Pues que este novio tuyo ha destrozado su coche de la forma más tonta posible... –Añadió Sara con esa ignorancia e ingenuidad propias de la rubia guapa y tonta de una peli de miedo americana.

    - Sí, cierto... algo me había dicho. –Respondió asombrosamente Ana, supongo que lo hizo para evitar la embarazosa situación de sentirse engañada por su novio. Yo giré la cabeza hacia otro lado temiendo cruzarme con su mirada.

    - Pues sí, el mecánico dice que costará más el collar que el perro, y que no quedaría bien del todo. Suerte tuviste de que no te sucediera nada. La aseguradora lo da como siniestro total. –Dijo mi madre.

    Dicho esto Ana empezó a recoger las cosas y mirando a mi familia dijo:

    - Lo siento, tengo que irme ya, debo que acompañar a mi... a mi madre... al médico. –En su voz se reflejó la duda del que está improvisando una excusa.

    - ¡Pero Ana! si habíamos quedado para ir al cine con los del grupo. Te lo he dicho esta mañana. –Añadí yo sorprendido.

    - Bueno chicos, os dejamos con vuestras cosas, dale recuerdos a tus padres, Ana. -Dijo mi madre mientras se iba a la cocina con mi hermano y mi cuñada.

    Al quedarnos solos, Ana me lanzó una mirada fulminante.

    - Veo que volvemos a las andadas Juan. Tú sabrás porque me mentiste. Pero no quiero explicaciones, ahora soy yo la que necesita tiempo para pensar en que nos está pasando.

    - Te juró Ana que lo hice para que no te preocupases. –Mentí yo- Y si lo que estás pensando es que hay otra chica en mi vida, te equivocas. –Y aquí si que no mentí, no había ninguna tía más en mi vida, ninguna mujer.

    - ¡Que te jodan Juan! –Y salió de mi casa.

    En mi defensa hay que decir que Ana tiene la habilidad de enfadarse por todo. Sus celos la corrompen, la agobian de tal forma que prefiere romper antes que sentirse engañada. Si a eso añadimos que tiene una capacidad extraordinaria para detectar que sucede algo anormal, tenemos como resultado una chica tan intuitiva como desconfiada.

    Pero yo no me sentía mal, sabía que la quería, que sólo le había dicho una mentira piadosa. Así que no renuncié a una buena peli y me fui al cine.

    Al dejar el coche en el parking del centro comercial donde estaban los multicines me di cuenta de que me había dejado el teléfono móvil. Pero como recordaba que habíamos quedado delante de las taquillas, no le di mayor importancia.

    Subí corriendo por la rampa mecánica. Volvía a llegar tarde. Suponía que mis amigos estarían en la puerta esperándome. Pero cuando llegué a las taquillas, un muro invisible construido en mi interior durante días de autocontrol se derrumbó. Toni, y únicamente Toni estaba en la puerta del multicine.

    - ¿Qué haces tú aquí?¿y los demás? –Interrogué con rapidez.

    - Tranquilo tío, estoy aquí porque la cita se ha suspendido. A Pedro y a Raquel les ha surgido un imprevisto. Emma está de fin de semana con Jesús y su novia Ruth. De los demás no sé nada.

    - Joder ¿y porque no me han llamado? –Pregunté yo oliéndome que todo aquello era una trampa de Toni.

    - Te hemos llamado al móvil y no lo cogías. Luego a casa, y Carlos nos ha dicho que habías salido ya. Después he llamado a Ana, que con un tono muy borde, tu sabrás que le has hecho –y esa frase la dijo con una pícara sonrisa-, me ha dicho que no sabía dónde coño estabas y que la dejase en paz. Así que, en contra de mi voluntad, Pedro me ha pedido que viniese para darte el mensaje.

    En ese momento pensé que ni habiéndolo preparado le hubiese salido un plan tan redondo a Toni para pasar un rato a solas conmigo.

    - Pues gracias por avisar. –Y dicho esto me di la vuelta para marcharme.

    - ¡Juan! –volví a detenerme- ya que estamos aquí, ¿por qué no entramos?

    Toni me estaba mirando con ojos de súplica, una media sonrisa iluminaba su cara. Literalmente me derrumbé. En aquel mismo instante sentí claramente, por primera vez en mi vida, que un hombre me ataría físicamente. Toni me gustaba, lo encontraba guapo. Y no lo noté simplemente porque mi polla estuviese tan dura que me molestase dentro de los pantalones, si no porque mi cabeza por una vez le dio la razón. Toni me gustaba.

    - Muy bien... –balbuceé yo.

    Compramos entradas para la peli que Toni escogió, ni si quiera me fijé en qué había elegido. Al entrar la película había empezado, pero por el público presente en la sala no daba esa impresión. El acomodador nos llevó a las butacas que escogimos, y al sentarnos Toni me susurró:

    - Vaya, parece que estaremos muy tranquilos.

    Al oír esto un escalofrío recorrió mi espalda. Miré disimuladamente a mi alrededor y tan sólo alcancé a ver una pareja mayor sentada varias filas por delante nuestro.

    - Eso parece. –Contesté yo, como invitándole a seguir con el juego.

    - Por cierto, siento lo de la otra noche. Sinceramente yo disfruté mucho, pero supongo que para ti fue difícil asumir lo que había pasado.

    - Yo no tengo nada que asumir, Toni. -Contesté ofendido.

    - Ya, ya... perdona. No era mi intención recriminarte nada.

    Y entonces me sentí fatal. Toni se comportaba como un perro apaleado por su amo, disculpándose por algo de lo que no era culpable. Pidiendo perdón cuando el enfadado tenía que ser él por mi comportamiento. En ese momento sentí vergüenza por portarme como me había portado, vergüenza por ver a Toni rebajándose de esa manera. ¿Se estaría enamorando de mí? Y entonces sentí al necesidad de hacerlo:

    - Lo siento Toni, me porté mal contigo. Fui muy brusco.

    Toni me miró sonriendo, y tomándose aquella frase más como una invitación que como una disculpa, posó su mano sobre mi pierna y empezó a acariciarme. Inmóvil en el asiento, arrastrado por el placer que volvía a sentir, no fui capaz de negarme.

    Me levantó la camiseta y empezó a acariciarme el pecho, pasando sus manos por mis pectorales, mi abdomen. Bajando furtivamente para apretar mi paquete. Agachó su cabeza y empezó a recorrer mi torso con su lengua. Lamió mis pezones, el contorno de mis axilas, bajó hasta el ombligo... para entonces mis gemidos eran ligeramente audibles en la sala.

    Con un deseo incapaz de ser contenido, Toni me desabrochó los pantalones, empezó a darme suaves bocaditos en el paquete por encima de la tela de los boxers D&G, y sin previo aviso me sacó la polla fuera, que ya estaba dura y mojada por la excitación, y se la empezó a comer desesperadamente.

    Mis gemidos se habían vuelto incontenibles, y pude observar como la pareja que teníamos unas filas por delante nos miraba de reojo. Asustado por que nos pudieran pillar, por morbosa que fuera la situación no quería que nos expulsaran del cine, saqué fuerzas de flaqueza y susurré.

    - Toni, quiero hacerlo bien. Quiero follarte, pero aquí no podemos seguir.

    A Toni se le iluminó la mirada, las palabras que durante meses había esperado oír, por fin salían de mi boca.

    - Esta bien, vamos a mi casa. –Dijo con una sonrisa.

    - ¿Y tus padres? –Pregunté yo dubitativo.

    - Tranquilo, han salido a cenar, y los viernes siempre que salen vuelven tarde.

    Continuará...
     
  •  

    CAPÍTULO VIII.- SIMPLEMENTE SEXO:

    El recorrido hasta casa de Toni se me hizo enterno. No veía el momento de estar a solas con él. Por el camino Toni tocaba mi paquete continuamente, la excitación alejó cualquier temor o vergüenza.

    - Me encanta tu polla, tan gruesa y larga, tío tienes un pollón precioso. -Me dijo Toni con la mirada llena de lujuria mientras metía la mano en mi pantalón desabrochado.

    - Es toda tuya, pronto te la podrás comer toda. –Y diciendo esto posé mi mano sobre su paquete.

    Aquella fue la primera vez que tocaba, aunque fuera por encima de la ropa, la polla de otro tío, y un extraño calambre recorrió mi espalada hasta llegar a mi trasero. Aquello era nuevo para mí, y aunque un poco abrumado por la rapidez con que sucedía todo, estaba muy excitado.

    Mientras conducía, nos íbamos tocando la polla por encima de la ropa, pero al parar en un semáforo en la entrada de la Ronda que bordea Barcelona, Toni me sacó la polla y agachándose rápidamente me la empezó a chupar. Doy gracias a que estábamos parados, porque si no podría haber añadido otro siniestro a mi lista.

    - Toni... Toni tío... –dije yo entre gemidos- que tengo que arrancar, y si sigues así vas a hacer que me corra.

    - Vale, vale... ya paro –dijo Toni liberando mi polla- es que me encanta comértela.

    Si me quedaba alguna duda o me faltaba algo de valor, al llegar a casa de Toni todo se esfumó. Nada más entrar por la puerta nos abrazamos. Toni empezó a besarme el cuello, a juguetear con su lengua en mi oreja, mientras yo agarraba su culo por encima de los vaqueros, apretándolo con fuerza. Pero de pronto, los labios de Toni rozaron los míos, y aquello fue demasiado fuerte para mi.

    - Tío, mejor que no nos besemos, no... no... no estoy preparado. –Le dije mirándole a los ojos.

    - Tranquilo haremos sólo lo que te apetezca. –Respondió él infundiéndome confianza nuevamente.

    Me quitó la camiseta casi arrancándomela y empezó a lamerme el torso, los pectorales, el abdomen, volviendo lentamente a mis pezones... me apoyó en la pared mientras me levantaba los brazos y su lengua recorría mis axilas. El placer que estaba sintiendo era brutal pero Toni se detuvo.

    - Vamos a mi habitación, estaremos más cómodos...

    Al entrar en su habitación tomé la delantera, empecé a besarle en el cuello, le quité la camiseta y empecé a acariciarle su definido abdomen, sus fuertes brazos... ni si quiera yo me reconocía en esa situación. El cuerpo de Toni era una especie de secreto que se descubría ante mis ojos así de atractivo después de tantos años de haberlo ignorado.

    Le desabroché el pantalón y lo dejé caer mientras acariciaba su empalmada polla por encima de unos boxers negros. Mis manos querían cubrir la totalidad de ese cuerpo, sentirlo plenamente. Mis caricias continuaron por su culo, cogiéndolo con fuerza. Me encantaba su trasero, duro, con unas nalgas tersas y redondeadas...

    Le bajé los boxers y vi por primera vez su polla. No estaba nada mal, era sólo un poco más corta que la mía, pero igual de gruesa, estaba completamente descapullada y se posaba sobre unos preciosos huevos cubiertos de un rizado vello rubio. Aquella polla debía tener tan buen sabor como aspecto, pero en aquel momento fui incapaz de llegar más lejos. Se la empecé a pajear con suavidad, notando la dureza de su miembro.

    De los ojos y la expresión de Toni deduje que no podía aguantar más. Me lanzó sobre la cama y quitándome de un tirón los pantalones y los calzoncillos se lanzó sobre mi polla. Si lo de aquella noche en mi coche había sido una mamada brutal, esto era aún mejor. Toni lamía con desesperación mis piernas, mis ingles, mis huevos.... recorría el tronco de mi polla con su lengua, volvía a mis huevos, los chupaba, intentaba metérselos en la boca, primero uno y después otro. Volvió a la polla y se la metió toda de golpe, arqueando su garganta para que cupiera toda. El calor de su boca en mi polla era una sensación brutal. Toni adivinaba en cada momento lo que yo necesitaba sentir y hacía que lo sintiese.

    Levantando ligeramente mis piernas y enterrando su cabeza en mi entrepierna Toni empezó a recorrer con su lengua el sensitivo espacio que separa los huevos del culo. Aquello fue brutal, empezaba a perder el sentido, su hábil lengua empezó a lamer la entrada de mi ano haciéndome sentir algo imposible de comparar. Mi cuerpo se estremecía de placer cada vez que su lengua rozaba aquella parte tan sensible de mi cuerpo. Instintivamente empecé a masturbarme. Estaba a punto de perder el sentido...

    - Para Toni... para –dije con un hilo de voz- quiero metértela y si sigues así me voy a correr...

    Toni me miró y sonrió, empezó a cambiar de postura para dejar su precioso culito a mi alcance y en ese momento su polla quedó muy cerca de mi boca. La miré embobado... dura, mojada, desprendiendo aquel aroma tan característico y excitante, su polla invitaba a comérsela...

    - Puedes probarla, no muerde. -Dijo sonriendo Toni. Pero mi herido orgullo de heterosexual salió en mi defensa.

    - No, no me apetece –mentí yo.

    - No importa... ahora lo que necesito es que me la metas, mi culo quiere sentir esa polla dentro. Ahora vengo, voy a buscar condones al baño...

    Y sin dejar que se levantase de la cama lo abracé por detrás, lo rodeé con mis brazos mientras le dejaba notar mi polla cerca de su culito. No estaba dispuesto a retrasar más aquel momento. Agarré mi polla con la mano y apunté a la entrada de su culo.

    - Espera -dijo él, y estirando el brazo sacó de la mesita de noche un bote con lubricante- así mejor...

    Puse lubricante en la punta de mi polla y luego en su apretado agujero, metiéndole suavemente un dedo. Toni empezó a gemir mientras se estremecía de placer. Poco a poco fui metiéndole dos de mis dedos...

    - Mmmmm... por favor, métemela ya -suplicó Toni.

    Volví a colocar mi polla en la entrada de su culito y presioné con un suave movimiento de cadera. Y poco a poco mi polla fue entrando...

    - ¿Te duele? –Pregunté yo.

    - Tranquilo, nada que no pueda soportar... el placer supera a cualquier dolor... sigue por favor...

    Y así empecé a follarme al primer hombre de mi vida, uno de mis mejores amigos. Notar como su esfínter presionaba mi endurecida polla fue una sensación que me hizo rozar el cielo. Pero quería experimentar aún más.

    - Gírate -le pedí yo.

    Toni se giró poniendo sus piernas por encima de mis hombros y dejando su caliente agujero a mi disposición, le volví a meter mi polla mientras masturbaba la suya. Una frenética enculada unida al placer de estar pajeando una polla que no era la mía, hicieron que un brutal orgasmo sacudiese mi cuerpo.

    Fui incapaz de contar las descargas de semen que soltó mi polla dentro de Toni. Mientras mi brutal orgasmo hacía que se me doblaran las rodillas, Toni empezó a eyacular sobre su pecho en una espectacular corrida que salpicó hasta la cabecera de la cama.

    Exhausto me estiré a su lado. Si me hubieran explicado algo así, jamás hubiese podido creer que se podía sentir tanto, tanto placer junto a otro hombre. Pero allí, estirados en la cama en silencio, la sombra del arrepentimiento volvió a revolotear en mi cabeza.

    Continuará...

     
  •  


    CAPITULO IX: LA VIDA DE OTRO:

    Allí desnudo junto a Toni, estirados en su cama, esa maldita sensación de arrepentimiento volvió a invadirme. Una especie de angustia, que últimamente era muy habitual en mí, inundó cada rincón de mi cuerpo. Volví a sentir asco por hacer algo que iba tan en contra de mis principios. Sin decir nada me levanté de la cama, sentía la necesidad de salir de aquella habitación inmediatamente.

    - ¿Te vas ya? –Dijo Toni sorprendido.

    No contesté, no me atrevía a mirarle. Me sentía muy avergonzado por lo sucedido, y le odiaba a él por haberme arrastrado a hacer algo así.

    - Juan, entiendo que después del calentón vuelvas a tener dudas. Pero no puedes actuar así. Tener sexo con otro hombre es algo genial si a uno le apetece, no lo estropees intentando negar lo que sientes.

    - ¿Lo que siento? Lo que siento es asco, absoluto desprecio. ¡Por tu culpa mi vida se está yendo a la mierda! –Mi voz brotaba de mi garganta con una fuerza contenida, entre el odio y la tristeza.

    - No hay culpables porque no hay problema. Necesitas tiempo, no voy a reprocharte nada de lo que me estás diciendo. Sé que estás confundido. –Dijo Toni mientras intentaba parecer sereno y tranquilo.

    Esa frase se clavó en mi alma como agujas envenenadas por la verdad más absoluta, la que más duele. Y el odio creció en mí.

    - ¿Tiempo? Lo que necesito es no verte más. Eres un marica de mierda, todos sois iguales, siempre mariconeando, provocando, confundiendo a los demás. Pensando que todos somos iguales.

    - Hace mucho que la palabra marica no me ofende. La verdad no puede hacerte daño si ya no la temes. Y en todo caso eres tú el que se acaba de acostar conmigo.

    Sus palabras fueron otro golpe bajo a mi condición de heterosexual. Toni estaba de pie a pocos pasos de donde me encontraba. Y la rabia se apoderó de mí. Apreté los dedos con furia y levanté el puño. Pero cuando estaba a punto de empeorarlo todo, le miré fijamente a los ojos. Sin decir nada más salí de su habitación y bajé corriendo hacia la puerta.

    Todo esto sucedió el viernes, y desde entonces no he vuelto a salir de casa. El miedo a que Toni haya contado algo de lo que pasó para vengarse de mi actitud me obsesiona. A estas alturas no creo que pueda confiar en nadie. Es como si sintiera que alguien, en cualquier momento va a gritar un secreto que me aterra. No puedo imaginar lo que sucedería si mi familia, mis amigos, la gente que me rodea pudiese pensar que soy... que soy igual que él.

    Esta mañana mi padre ha vuelto de Madrid, por lo que vuelvo estar sin coche. Aunque me ha pedido que tenga paciencia, que quizás mañana mismo tenga una sorpresa. Ni si quiera la idea de tener un coche nuevo puede variar mi estado de ánimo en estos momentos. Mi padre lo ha notado, pero obviamente piensa que estoy así por mis problemas con Ana.

    Mi madre ha vuelto a su estado ausente y agrio al ver a mi padre. La separación se intuye como algo inminente. De la conversación que he tenido con mi padre nada más llegar, se deduce que planea marcharse de casa cuanto antes. Pero esa habilidad de los buenos abogados de aparentar templanza y seguridad impide que conozca con certeza cuáles son sus planes.

    Por la noche, antes de bajar a cenar, mi hermano Carlos ha venido a mi habitación.

    - Vaya, ¿estudiando? ¿No has terminado aún los exámenes?

    - Sí, los he terminado ya... aunque parece que han ido peor de lo que esperaba. Y no estoy estudiando, sólo intento acabar de leer este libro.

    - Vaya, tenía que ser John Grisham. ¿Y cómo es que no te han ido tan bien como siempre?- Me ha preguntado Carlos sorprendido.

    - Pues... por todo lo que está pasando con nuestros padres. –Allí tenía la excusa perfecta.

    - No debes preocuparte más de lo necesario. Ellos se separarán y ganarán mucho más que estando juntos. Si te pones por en medio saldrás perdiendo. He hablado con los dos y ambos necesitan empezar de nuevo. Llevan demasiados años sufriendo. Y lo importante es que están de acuerdo en que deben dejar de hacerse daño mutuamente.

    En las palabras de mi hermano no falta razón, pero los problemas me abruman. La separación de mis padres, las dudas respecto a mi sexualidad. Pero ahora mismo hay demasiadas cosas de las que no puedo hablar con Carlos.

    - Lo sé, pero no puedo evitar estar así. Pero supongo que has venido a decirme algo más.

    - Sí, venía a decirte que he hablado con Ana esta tarde. Es una chica fantástica y me sabe mal que estéis así. –En las palabras de mi hermano he captado una disculpa por meterse donde no le llaman.

    - Bueno, no creo que tú puedas hacer mucho por nosotros.

    - No, no claro. Pero bueno, Ana me ha contado lo de tu mentira acerca del coche. Le he dicho que lo hiciste para no preocuparla...

    - Sí, fue por eso.

    - Pues parece no ha quedado demasiado satisfecha con la explicación. De hecho yo tampoco lo estaría. Creo que deberías hablar con ella. Pero antes dime una cosa, ¿hay algún motivo más que explique tu comportamiento de estas últimas semanas?

    - Hablaré con ella por supuesto, pero hoy no estoy de humor.

    - No has contestado a mi pregunta. –Ha insistido mi hermano.

    - No, no hay nada más. –He mentido yo.

    - Sabes que puedes confiar en mí, si necesitas hablar...

    - Lo sé. Gracias hermanito.

    Y dicho esto, aunque insatisfecho por mis explicaciones, mi hermano ha salido de la habitación. Carlos me conoce bien, sabe que me preocupa algo. Siempre ha sido un hermano mayor ejemplar, siempre ha estado a mi lado cuando lo he necesitado. Si supiera la basura de hermano que tiene, que le ha espiado en el baño, que se ha masturbado oliendo su ropa interior.

    Hoy, después de todo, mi vida se ha quebrado. La vida por la que siempre he luchado se deshace, se deshace la familia, se deshace mi relación con Ana, se deshacen mis convicciones... y el miedo, las dudas, la vergüenza y el rechazo que siento hacía mis propios impulsos lo ocupan todo. Mi vida ya no es la que había sido siempre, es como si estuviese viviendo una vida distinta, una vida peor, una vida confusa... es como si estuviese viviendo la vida de otro.

    Continuará...

     
  •  


    CAPITULO X: EL REGALO:

    Al empezar la semana y con la obligación de tener que ir a clase tuve que romper mi encierro y volver a poner los pies en el suelo. Mi mente hacía verdaderos esfuerzos por no revivir lo sucedido la noche del viernes con Toni.

    El lunes por la mañana no sabía nada de él, pero ni tan siquiera quería imaginar que de su boca hubiese salido algo de lo sucedido. Afortunadamente la semana empezó mejor de lo que esperaba. Mientras desayunaba sonó mi teléfono móvil, era mi padre.

    - Juan, soy tu padre.

    - Ya lo sé, por algo se inventó el sistema de identificación de llamada. –Contesté molesto por la llamada de mi padre, del que suponía que estaba aún en casa.

    - Bueno, no tendré en cuenta tu sarcasmo. Cuando puedas sal a la calle. Tengo algo para ti. –Dijo con una alegría contenida.

    - Papa, no estoy para jueguecitos, estoy terminado de desayunar.

    - Tienes dos minutos hijo. -Y dicho esto colgó.

    Así que terminé mi desayuno rápidamente y salí a la calle. Y allí delante de casa estaba mi padre junto a su coche con una sonrisa en la cara. Crucé la valla del jardín, miré hacia la derecha y no vi nada, miré hacia la izquierda y allí estaba la sorpresa.

    - ¿Te gusta? –Preguntó con impaciencia mi padre.

    Y lo observé fijamente, detrás del coche de mi padre había aparcado un Mercedes Sportcoupé de un color rigurosamente negro, unas preciosas llantas de aleación y un impresionante techo solar panorámico. La sorpresa me dejó literalmente sin palabras.

    - Considéralo un regalo de cumpleaños por adelantado. –Añadió mi padre cada vez más contento.

    - Podías habérmelo consultado. –Contesté sin más.

    - Pensé que te gustaría.

    - Sí, y me gusta... me encanta. Pero quizás te has pasado un poco.

    - Olvídate de eso y ven a verlo. Es un C Sportcoupé 230 Kompressor. Muy equipado. El color pensé que te gustaría. El precio es lo de menos, nos hacen planes de leasing muy interesantes a los socios del bufete.

    - Muchas gracias papá. –Eso es lo único que puede decir ante aquel carísimo intento de pedir perdón a un hijo por una inminente separación.

    El regalo de mi padre me animó más de lo que había esperado. Aunque durante el día las clases se me hicieron más largas y pesadas que de costumbre. Antes de ir a la optativa que tenía por la tarde quedé para comer con Emma en un restaurante en Vil·la Olímpica. Fue durante la comida cuando salió un tema que no esperaba.

    - Por cierto, sé que no debería hablar con nadie de esto pero es que estoy preocupada. –Dijo Emma con una mueca de intranquilidad en su cara.

    - ¿Te ocurre algo? –Pregunté yo temiendo lo peor.

    - No, no, a mí no me pasa nada. Me preocupa Toni. Me llamó el domingo para quedar, me dijo que necesitaba hablar. Y nos tomamos un café en el centro. –Dijo Emma sin querer atacar el núcleo de su temor.

    En aquel momento la expresión de mi cara cambió por completo, si Toni estaba mal y había quedado con Emma para hablar, debía haberle contado lo que sucedió el viernes por la noche. De pronto enmudecí, se me hizo un nudo en la garganta. En aquel instante hubiese deseado no estar allí. No existir.

    - Juan, tranquilo, que no es nada grave. Es simplemente que Toni tiene problemas de faldas... bueno, de pantalones mejor dicho... jeje. –Rió Emma quitándole hierro al asunto.

    Entonces recuperé la respiración, obviamente Emma no tenía ni idea de quién era el autor de los quebraderos de cabeza de Toni.

    - Me habías asustado. –Dije yo excusando mi comportamiento.

    - Tranquilo, Toni lo está pasando mal, pero lo superará. Nadie se salva... gay, hetero, lesbiana, bi... por desgracia, los problemas sentimentales son igual de habituales en cualquier orientación sexual. Y parece que nuestro amigo Toni se ha topado con un cabronazo que le está haciendo mucho daño.

    - Vaya, lo siento por él, pero todos tenemos nuestros problemas. Lo que debería hacer es no quedar con alguien que tenga más dudas que él. –Dije yo sin pensar demasiado.

    - Vaya, pues entonces ya sabes más que yo. Toni no me contó cuál era el problema con el otro chico, simplemente me dijo que se estaba enamorando de la persona equivocada. –Y al decir eso, Emma se quedó callada como esperando una explicación por mi rotunda afirmación.

    -¡Ah! No, no... si yo no he hablado con Toni, únicamente he supuesto que algo de eso debe haber. ¿Por qué si no iba a decir Toni que se está enamorando de la persona equivocada? –Dije yo intentando parecer lo más creíble posible.

    - Ya, es posible, pero bueno, ellos dos sabrán cuál es el motivo. Lo que importa ahora es que entre todos debemos animarle. Tú podrías quedar esta tarde con él.

    Aquello fue como pedirle a Ariel Sharon que fuese a cenar con Jassir Arafat. Emma no podía imaginar que estaba pidiéndole al origen de los problemas de Toni que fuera precisamente a consolarle.

    - Uff... imposible Emma, entiende que resolver mis problemas con Ana son ahora mismo una prioridad en mi vida. –Dije yo mintiendo por enésima vez.

    - Tranquilo, lo entiendo, pero en cuanto puedas queda con él. Necesita ahora más que nunca a sus amigos, lo está pasando muy mal.

    La conversación con Emma me dio cierta tranquilidad a la vez que acrecentaba en mí un abrumador sentimiento de culpa. Ahora sabía que Toni era lo suficientemente honesto como para no contar nada de lo sucedido. Y eso me hacía sentir aún más culpable. Había jodido a Toni mientras yo mismo hacía pedazos mi vida y él ni si quiera era capaz de vengarse.

    Volví a casa después de terminar las clases. Por el camino estrené el reproductor de Cd’s del Mercedes con el último single de Robbie Williams. Me dejé llevar por la música intentando liberar mi mente de los pensamientos en los que estaba atrapada.

    Al llegar a casa aparqué el coche. En el parking no estaba el Mercedes de mi padre por lo que deduje que no estaba en casa. En la calle tampoco había visto el coche de mi madre y eso me extrañó porque a esa hora suele estar en casa, sólo vi aparcado el Alfa de mi hermano.

    Entré en casa silenciosamente. La verdad es que estaba ensimismado, con la cabeza en otro lugar. Crucé la puerta del comedor y la visión que tuve nada más entrar me dejó helado.

    Mi hermano estaba recostado en el sofá que hay nada más entrar en la habitación, estaba sin camiseta, y en su mirada perdida se adivinaba lo que estaba sucediendo. Carlos tenía los pantalones medio bajados y entre sus piernas abiertas estaba Sara haciéndole una espectacular mamada.

    Me quedé en silencio, allí parado, observando detenidamente la polla de mi hermano cada vez que la boca de su novia la liberaba brevemente. Una polla larga y especialmente gruesa, una polla proporcionada, descapullada completamente. Una polla húmeda por el precum que me dejó maravillado.

    Unos segundos allí parado bastaron para que Carlos advirtiera mi presencia. Se levantó de repente casi empujando a su novia y tiró de sus pantalones intentando cubrir su impresionante erección.

    - Lo siento pensé que no había nadie en casa. –Dije yo casi sin voz y salí del comedor subiendo rápidamente las escaleras.

    Entré en mi habitación y me senté en la cama como recuperándome de una visión extraordinaria. Mientras estaba allí en silencio mi hermanó llamó a la puerta.

    - Puedes pasar. –Dije yo.

    - Siento mucho lo que ha pasado. –Se disculpó mi hermano con un gestó de vergüenza dibujado en su cara.

    - No pasa nada Carlos, soy una tumba. No hay nada de lo que avergonzarse. -Contesté yo.

    Y al decir eso bajé la mirada y reparé en algo en lo que no me había fijado cuando Carlos entró en mi habitación. No se había abrochado del todo los pantalones, y entre su ropa mal colocada asomaba el comienzo de su vello púbico. Justo debajo se dibujaba en la tela una erección que no había perdido la dureza. Sin poder evitarlo, me quedé mirando fijamente el paquete de mi hermano.

    Para mi desgracia, Carlos pareció darse cuenta de la situación y se acomodó la ropa discretamente. Volví a mirarle a los ojos fijamente y en ellos me pareció ver cierto miedo, mi hermano pareció adivinar por un momento lo que yo estaba pensando.

    - Lo siento. –Volvió a decir. Y sin más, como huyendo de una situación que le incomodaba y asustaba profundamente, salió de mi habitación.

    Continuará...

     
  •  

    CAPITULO XI: EL GIMNASIO:

    Después de lo sucedido el lunes, hice un esfuerzo sobrehumano para volver a centrarme en la carrera. En el último curso no podía permitirme faltar a las clases y a las prácticas. Durante la semana el nombre de Toni fue borrado de mi mente, y por supuesto, la arrebatadora visión de la polla de mi hermano no tuvo espacio en mis pensamientos.

    Bien entrado el segundo cuatrimestre debía ponerme las pilas si quería dejarme poco trabajo para el verano. Y afortunadamente, sumergirme en mis estudios me liberó momentáneamente de mis dudas, mis preocupaciones y mis reflexiones.

    El viernes por la mañana mi padre nos anunció a mi hermano y a mí que ya había tomado una decisión y se iría vivir a Barcelona en cuanto le entregasen las llaves de un piso que había comprado. Así se haría efectiva la separación para firmar el divorcio poco después. Mi madre se quedaría con la casa en la que vivimos.

    Dentro de la desgracia que supone una separación, me alegré de que las discusiones terminasen de una vez. El clima de hostilidad que se respiraba en mi casa desde hacía unos meses era insoportable. Poco después mi madre su unió a la conversación, y de mutuo acuerdo con mi padre, nos pidieron que escogiésemos con quién queríamos vivir.

    - Juan, estudiando en Barcelona, quizás te iría mejor vivir en la ciudad. –Dijo mi madre intentando mostrarse comprensiva.

    - No lo sé, no creo que pueda decidirlo ahora mismo. –Contesté yo demasiado preocupado por otros asuntos como para decidir dónde quería vivir.

    - Cierto, tomaos el tiempo que necesitéis. –Dijo mi padre en tono conciliador.

    - Yo no necesito tiempo, he tomado ya una decisión. –Añadió mi hermano sin mirar a mi padre y con una actitud que no fui capaz de entender.- Yo me quedo aquí mientras no pueda buscar nada por mi cuenta.

    Nadie contestó. En las palabras de Carlos me pareció advertir un rechazo hacia mi padre que antes no había apreciado. Lo único que me vino a la cabeza fue que mi hermano llevaba unos días un tanto extraño, pero no quise darle más importancia.

    Después de una mañana ajetreada, comí algo rápido, y dado que se había suspendido la optativa de la tarde, decidí pasarme un rato por el gimnasio. Aunque era más temprano que de costumbre, necesitaba hacer un poco de ejercicio para despejarme. Antes de entrar sonó mi teléfono móvil.

    - ¿Juan?

    - Sí Jesús, soy yo. Es lógico que si llamas a mi móvil te conteste yo. –Dije en tono de burla.

    - Tranquilo chaval, que llamo para proponerte un buen fin de semana, ¡El Fin de Semana de tu vida! –Dijo Jesús entusiasmado.

    - Vaya, pareces un anuncio de Viajes Iberia. Al grano, que voy para el gimnasio.

    - Pues verás, la belleza que tengo por novia, Ruth, ha pensado que sería genial organizar un fin de semana de playa en la casa que sus padres tienen en Salou. ¿Qué te parece? –Dijo Jesús reprimiendo su alegría.

    - Pues me parece que tu novia es una pija... jeje. ¿Una casa en la playa además de la de Pedralbes? –dije yo riéndome- Bueno, además de eso, me parece una buena idea para desconectar, pero... ¿quién está invitado?

    - ¿Pija? Pues más de lo que crees, esas no son las dos únicas casas de su familia. Pero me alegro de que te guste la idea. Sobre los invitados, no te confirmo nada. Aunque Ana vendrá si tu vienes, parece que busca una reconciliación, o por lo menos eso le ha dicho a Ruth.

    - Perfecto, será una buena oportunidad para arreglar nuestros problemas. –Dije yo mientras me quedaba con las ganas de preguntar si Toni iría o no.

    - Vale, pues salimos sobre las ocho, hemos quedado en la Illa Diagonal, para repartirnos en los coches y comprar unas cuantas cosas. ¿Te importa volver a Barcelona?

    - No, tranquilo, tengo tiempo de sobra para hacer la maleta y volver. Eso sí, espero que el tiempo acompañe y veamos el sol.

    - Seguro que sí hombre. Hasta las ocho pues. –Se despidió Jesús.

    Entré en el gimnasio y estuve un par de horas dando vueltas entre la bici y las máquinas de musculación... sin centrarme demasiado. Me preocupaba que Toni estuviese invitado al fin de semana en Salou. Volver a verle echaría por tierra los esfuerzos que estaba haciendo para quitármelo de la cabeza.

    Entré en los vestuarios que parecían desiertos a esa hora de la tarde, me desvestí y fui a ducharme. Intenté relajarme mientras sentía caer el agua. Enjabonando mi cuerpo, notaba como el trabajo de muchos meses en aquel gimnasio había fibrado y definido mi cuerpo. Sin pecar de engreído y menos de modesto, había que reconocer que el ejercicio me había moldeado un cuerpo con el que ahora me sentía mucho más a gusto, aunque fuera el origen por sí mismo de la mayoría de mis problemas actuales.

    Abandoné casi sin ganas la ducha y fui a vestirme. Cuando estaba sentado en un banco del vestuario salió de la ducha un chico. Me había dejado llevar tanto bajo el agua que no le había oído entrar.

    Nada más detenerse cerca de mí, lo miré detenidamente. Era un chico moreno de unos 29 o 30 años, alto y de espalda amplia. De facciones duras enmarcadas por un pelo ondulado con un largo flequillo. Una fina capa de vello oscuro le cubría un definido pectoral, el mismo vello que aumentaba en espesor y se escondía bajo su toalla. No podía apartar la mirada de aquel ejemplar de hombre. Se quitó la toalla para seguir secándose y apareció ante mi un culo duro, perfectamente proporcionado, con una finísima capa de vello remarcando su virilidad. Y sin más la polla se me puso completamente dura. Por segunda vez, me fijaba en el cuerpo de un hombre desde un punto de vista exclusivamente sexual y me sentía atraído.

    De pronto el chico se giró para terminar de secar su cuerpo y no pude desviar la mirada antes de que él se diese cuenta. Levanté rápidamente la vista y me encontré con sus ojos negros. Y sin más, esbozó una amplia sonrisa de la que me hubiese podido enamorar.

    - Hola. -Dijo manteniendo la sonrisa.

    - Hola. -Contesté yo sin poder añadir nada más.

    - ¿Eres nuevo? No te había visto antes por aquí.

    - No, no... –dije mientras intentaba disimular mi erección bajo la toalla- es que suelo venir más tarde.

    - Vaya, es una lástima –dijo él como si el hecho de no haberme visto antes fuera importante-. Me llamo David. –Y me tendió la mano dejando caer ligeramente su toalla.

    - Yo, yo... –mi vista se posó en su polla, aún dormida pero de dimensiones prometedoras, rodeada de un oscuro vello moreno, y debajo unos huevos grandes, en un conjunto muy apetecible-. Yo me llamo Juan. –Dije levantando mi vista súbitamente.

    - Encantado Juan, espero coincidir contigo alguna tarde más. -Dijo haciendo especial énfasis en la palabra “espero”.

    - Es muy posible, este horario creo que me resulta más cómodo. –Dije yo sin ni si quiera pensar que a esas horas normalmente tengo clase.

    David me miró con sus expresivos ojos negros y volvió a sonreírme. Sin más empezó a vestirse privándome de la visión de su apetecible cuerpo. Y diciéndome adiós me dejó allí sentado como un gilipollas con la toalla aún anudada a la cintura.

    Me vestí de inmediato, consciente de que se me hacía tarde. Salí del gimnasio y me fui hacia casa para preparar la maleta.

    Al llegar a casa me encontré a mi madre y, dado que quería llevarme a Salou la tabla de surf por si continuaba la racha de viento, le pedí prestado su Allroad. Ella y la asistenta me ayudaron a preparar la bolsa, dada mi poca habilidad para doblar la ropa. Me cambié otra vez, unos vaqueros Diesel con un jersey de DkNY, cargué el coche y salí de mi casa a toda velocidad para no volver a llegar tarde.

    Por el camino fui pensando en la gente que finalmente habría decidido unirse al fin de semana de Jesús y Ruth. Pero al llegar al centro comercial donde habíamos quedado me llevé las primeras sorpresas.

    Continuará...

     
  •  


    CAPITULO XII: SALOU (LA SALIDA).

    En la entrada del centro comercial que da a la Diagonal estaba parte de mi grupo de amigos. Pedro fue el primero en verme llegar y enseguida me saludó. Raquel estaba junto a él pero no dijo nada. Después saludé a Jordi que estaba hablando con su mejor amigo, Iván. A Iván lo conozco de la facultad, estudia con Jordi y conmigo, y aunque cae bien la mayoría, a mí nunca me ha dado buena impresión. Es reservado, serio y poco sociable, es de ese tipo de personas de las que nunca me fiaría.

    Ana estaba hablando con Edurne, una chica que no sé si realmente pertenece al grupo, porque igual la ves cada día, que igual desaparece por una buena temporada, pero bueno, es una gran amiga de Ana desde que iban juntas al instituto y encima fue novia de Pedro. Me acerqué a saludarlas.

    - Hola Edurne, cuanto tiempo sin verte.

    - Ya te puedes imaginar he estado superliadísima con los exámenes, un palo de verdad. Si es que ya lo dicen, Filología es un palo, pero ya ves, me encanta. Bueno, ya sabes que mi madre es profesora de Literatura en un Instituto de Tarragona y la pobre viene y va, y no sé... pues digo yo que para que te den una plaza tan lejos igual no merece la pena... y ya ves, me he comprado hoy un bikini en el Bershka que es total, total...

    - ¡Edurne! –Gritó de repente Ana cuando mis oídos ya habían desconectado de la conversación con Edurne- Tendrás tiempo de hablar con Juan durante todo el fin de semana... jeje. Tranquila.

    - ¡Hay! Perdona hija, es que tengo tantas cosas que contaros. Porque no sé si os he dicho que ¡el hermano de mi novio me ha tirado los tejos!

    - Edurne –interrumpí yo de repente- ¿nos dejas un segundo a solas? Luego hablamos si te parece.

    - ¡Ay! Perdona, os dejo que tenéis muchas cosas de las que hablar. –Y dicho esto se fue hacia su siguiente víctima.

    - No sé como la puedes aguantar. Vaya fin de semana que nos espera. Pero me alegro de que hayas venido, tenía ganas de tener tiempo para estar a solas los dos. –Dije yo totalmente esperanzado al no ver a Toni por ninguna parte.

    - Yo también tengo ganas de hablar contigo y aclarar las cosas, pero ahora termina de saludar, no vaya a ser que se moleste la anfitriona. –Me dijo Ana con una sonrisa en los labios.

    Así que me acerqué a saludar a Jesús y a su novia. Ruth es una chica rubia de innegables encantos, muy bronceada, de piernas largas y con unos pechos capaces de provocar un eclipse si se interponen entre el sol y la tierra. Es hija de un pez gordo de la banca aunque nunca he sabido mucho más sobre su vida familiar. De lo que sí se habla, y mucho, es que con pareja o sin ella, Ruth es una mujer muy accesible para cualquier hombre que se le ponga delante. Nunca me he atrevido a decirle nada sobre el tema a Jesús porque intuyo que lo sabe y se conforma con un tipo de relación digamos abierta. A pesar de todo, Ruth no es mala chica, además es muy constante, tanto que se está sacando la carrera de Arquitectura, que compagina con sus pinitos como “modelo”.

    - Hola parejita. ¿Estamos todos o no? –Pregunté yo esperanzado.

    - Hola Juan –contestó Ruth con una sonrisa en la cara- Pues creo que no, falta mi hermano Javier que ha ido a buscar a Toni. Ya ves, no lo sabía pero estudian juntos y se conocían de vista.

    - Bueno, igual de algo más... jeje. -Bromeó Jesús.

    - Pensé que no faltaba nadie. –Dije yo totalmente abatido por la desafortunada noticia.

    - Pues no pienses tanto que es malo. –Añadió Jesús, y cuando Ruth se separó un momento de nosotros para hablar con las chicas, añadió- Y nada de comentarios homófobos tío, que mi cuñado también entiende y sólo falta que Ruth se cabree ¿entendido?

    - Muy bien. –Dije yo sin poder evitar un gesto de desaprobación.

    Unos cuantos entraron en el hipermercado para hacer la compra. Al salir repartimos el equipaje de los que habían venido sin coche. Mientras compraban, habían llegado Toni y el hermano de Ruth. Javier tiene 19 años y por lo que sé estudia psicología con Toni, aunque sólo se conocen de vista, o por lo menos esa es la versión oficial. Al verlo aprecié que físicamente Javier es la perdición de cualquiera. Es sencillamente bello. Una especie de efebo, delgado, rubio, con un poderoso atractivo, sano y deportista. Y no lo digo desde un punto de vista sexual, sino simplemente estético. Tiene algo, tiene encanto y seduce nada más verlo. Además aparentemente es todo bondad, reservado y un tanto tímido

    Javier había ido a buscar a Toni en el coche de su hermana que es de sólo dos plazas, por lo que al repartirnos, a Toni y a él les tocó venir con Ana y conmigo en el coche de mi madre. Aquello fue la culminación de la mala ostia, la suerte parecía reírse de mí, mientras veía como mi novia viajaba en el mismo coche que el amigo al que me había follado unos días atrás, y su más que posible rollo.

    Durante el camino por autopista nos fuimos separando un coche de otro. Afortunadamente teníamos la dirección de la casa. El silencio en el interior del coche era aterrador. No me atrevía a mirar por el retrovisor central para no cruzarme con la mirada de Toni. Suponía que a Javier sí le habría contado algo de lo nuestro, aunque no lo podía saber de lo cierto.

    - ¿Pongo la radio? –Dijo Ana devolviéndome a la realidad.

    - Sí, sí, mejor... porque nos vamos a quedar dormidos. –Dije yo.

    Ana encendió la radio y dejó por casualidad una emisora en la que ponían viejos hits. Al principio me costó reconocer la canción, pero pronto la identifiqué. Era una canción de Mecano titulada Stereosexual. La letra de la canción habla de un chico que tras una borrachera amanece junto a otro tío y cree que se está volviendo maricón. Me quedé petrificado mientras sentía como me ardían las mejillas, rojas por la vergüenza. Sin querer, miré por el retrovisor y me crucé con la mirada de Javier. Al verme esbozó una pícara sonrisa. Aparté de inmediato la mirada y pulsé el autoradio para seleccionar un compact disc.

    - Vaya, que susto Juan. –Dijo Ana sorprendida- Me gustaba esta canción.

    - Mejor oímos algún Cd. –Contesté yo con la mirada fija en la carretera.

    Llegamos a Salou de los últimos, con el coche de mi madre así de cargado no creí conveniente ir demasiado rápido por más que fuera un Audi. La casa estaba en el extremo del Cabo Salou, rodeada por árboles. Bajando una escalinata de piedra se accedía a una cala privada, y al pie de la escalera había una pequeña caseta-vestuario. Lo cierto es que al llegar no se apreciaba un ambiente muy animado, la temporada no había empezado aún.

    Ruth hizo los honores y fuimos entrando uno a uno. Si por fuera la casa prometía, con una arquitectura muy mediterránea, pintada de blanco, con grandes terrazas, el interior no se quedaba atrás. Estaba decorada de forma minimalista pero con mucho gusto. Más que una casa de fin de semana parecía un hogar totalmente habitable.

    Después de cenar un poco, nos pusimos a hablar en el salón. Se decidió la distribución de las habitaciones. Ana me pidió pasar la noche con Edurne para que no se sintiese sola, y a mi no me quedó más remedio que aceptar a regañadientes. Jesús y Ruth dormirían juntos en otra habitación, al igual que Pedro y Raquel. Iván y Jordi dormirían juntos y la quinta habitación sería para Javier y Toni. Y a mí me dejaron escoger. Montaríamos una cama plegable en una de las habitaciones. Y descartando cualquier opción absurda, decidí dormir con Jordi e Iván. Pero cuando estaba todo decidido Javier dijo:

    - Espera, ¿Ruth que te parece que los que nos quedamos desemparejados durmamos juntos en el salón? Podemos poner los colchones en el suelo. Bueno si a Jordi, a Iván y a Juan les parece bien.

    - Pues por mí bien hermanito, pero que decidan ellos. –Dijo Ruth.

    Y seducidos por el tono inocente de boy scout de Javier, todos accedieron a compartir una cama digamos, común. Nadie excepto yo, advirtió maldad alguna en sus palabras.

    - ¿Qué dices tú Juan? –Volvió a preguntar Javier.

    - Bueno, me da igual... ahora vuelvo, voy a tomar un poco el aire. –Y me levanté sin más del sofá y salí al jardín.

    Seguramente mi comportamiento había despertado sospechas, pero en aquel momento no podía hacer nada más. Lo que prometía ser un fin de semana romántico con Ana estaba apunto de convertirse en una cama redonda. Seguramente, en otras circunstancias no hubiera pensado algo así de las palabras de Javier, pero entonces sólo tenía en mi cabeza imágenes de Toni desnudo, del cuerpo de Toni, de sus piernas, de su culo, de su polla, de mi polla penetrándole, de su boca comiéndose mi verga...

    Sin darme cuenta me estaba tocando la polla por encima de la ropa, sentado en las escaleras que descendían del jardín a la playa y en ese momento salió de la casa Javier. Pero retiré demasiado tarde la mano de mi paquete.

    - Vaya, veo que sabes como relajarte. –Dijo Javier en un tono distinto al que había usado hasta entonces.

    - No sé a que te refieres. –Dije yo aturdido por su comentario.

    - Ya veo que la idea de dormir juntos te ha animado.

    - ¿Cómo? Perdona, creo que te estás confundiendo.

    - No, sé perfectamente lo que digo. Es evidente que Toni y tú habéis tenido algo. Sólo hay que ver el mal rollo que hay entre vosotros. –Dijo Javier con los ojos clavados en mí.

    No supe que contestar, Javier parecía distinto. Parecía haber dejado a un lado la bondad que se le presuponía por su aspecto, hablaba con seguridad, con un tono imperativo y de reclamo que no me gustó nada.

    - ¿Qué pasa que te lo has follado y el gilipollas se ha colgado de ti?

    Volví a quedarme sin palabras, después de un día tan acelerado como ese, no encontraba respuestas a unas preguntas que jamás hubiese esperado oír. Javier me dejó mudo. Hablaba con tanto desprecio del que se suponía que era su amigo, que me dejó sin habla.

    - Ya veo, no vas a decir nada. Sólo quiero que sepas una cosa, nada más verte se me ha puesto dura. Me calientas mucho, y te aseguro que si te lo montas conmigo no habrá malos rollos. Esta noche te puedo comer la polla con tanta discreción que tú mismo tendrás que pellizcarte para saber que no estás soñado...

    Continuará...

     
  •  

    CAPITULO XIII: SALOU (LA FIESTA).


    Yo seguía mudo, con la mirada clavada en la oscuridad. Las palabras que acababa de pronunciar Javier se desplomaron sobre mí como si fueran rocas. Su actitud me sorprendió tanto que me hizo enmudecer de repente.

    - Vaya, parece que te he sorprendido. ¿Esperabas que fuese un niño bueno?

    - No esperaba nada de ti, simplemente no imaginaba que fueses tan duro con tus amigos. –Le reproché yo.

    - ¿Amigos? Toni no es mi amigo, sólo hemos follado unas cuantas veces, no me molan los tíos que se cuelgan con tanta facilidad. Sólo busco sexo, me apetece vivir intensamente... disfrutar de la vida sin compromisos.

    - Me parece perfecto, pero no creo que para ello necesites avasallar así a la gente. No sé de dónde has sacado todo lo que has dicho, pero estás muy equivocado. –Mentí yo con el deseo de que aquella conversación acabara de la mejor forma posible.

    - ¿Que de dónde lo he sacado? Lo he supuesto, es más que evidente que Toni está colgado de ti... sólo hay que verlo, ha insistido varias veces en que viniese con vosotros a Salou... el imbécil cree que podrá darte celos.

    A pesar de que Toni y yo habíamos tenido nuestras diferencias no podía aceptar que alguien hablase de él de esa manera. Al fin y al cabo, Toni era amigo mío y Javier sólo un capullo que no tenía ni puta idea de lo que es la vida.

    - No vuelvas a hablar de Toni de esa forma. –Dije yo con una voz serena y firme... en un tono más de exigencia que de petición.

    - Vaya... me sorprendes si te compadeces de Toni. Di lo que quieras, haz lo que quieras, pero te aseguro que antes de que volvamos a Barcelona, lograré lo que me propongo contigo.

    Tras decir eso Javier, que estaba sentado a mi lado, deslizó su mano sobre mi pierna dejándome completamente inmóvil ante tan inesperado movimiento. Sus dedos rozaron mi paquete provocando una descarga que endureció completamente mi polla.

    - No lo olvides, siempre consigo lo que quiero.

    Javier se levantó y volvió a entrar en la casa dejándome allí sentado. En aquel momento sentía una mezcla de excitación y temor, excitado por la perspectiva de montármelo con aquel atractivo chico de 19 años, atemorizado por que toda esa mentira fuera a escaparse de mis manos. Demasiadas medias verdades, demasiadas mentiras en tan pocos meses. Las dudas a cerca de mi sexualidad continuaban cubriendo de oscuridad mi vida. Allí sentado, mirando hacia la profundidad de una noche sin luna, con un aire extremadamente fresco erizándome la piel, empecé a preguntarme si el problema no estaba en mis sentimientos, si no en la manera de vivirlos. No sabía hacia dónde me llevarían tantas mentiras, pero no era capaz de concebir otra forma de vivir mi recién mutada sexualidad.

    A la mañana siguiente me desperté después de haber dormido todo lo que necesitaba. Al final Javier cambió de idea después de ver mi reacción y acabé durmiendo con Jordi e Iván. Me vestí y bajé a desayunar.

    Al parecer el olor a tostadas me había hecho despertar, porque al entrar en el comedor mis amigos estaban empezando a desayunar.

    - Vaya Juan, no hay nada como encontrárselo todo hecho... ¿eh? –Dijo Pedro en tono de burlón.

    - Joder, podríais haberme despertado.

    - Tranquilo Juan, no eran necesarios tantos voluntarios. Ya ayudarás a preparar la comida. –Dijo Ruth en un tono especialmente atento conmigo.

    Por la mañana el sol no nos acompañó en Salou, algo bastante lógico a estas alturas del año. Pero Pedro y yo nos enfundamos en los trajes y aprovechamos el mal tiempo y la mala mar para hacer un poco de surf. Eso sí, sin demasiado éxito.

    Durante el día Javier estuvo especialmente atento con Toni. Se pasaron el día hablando, riendo, incluso llegué a captar alguna caricia furtiva. Toni parecía dejarse llevar por las mentiras y el falso apoyo que Javier debía estar ofreciéndole. En el almuerzo no podía dejar de mirarlos, Toni parecía haber olvidado mi presencia y Javier captaba toda su atención.

    - Juan, ¿te ocurre algo? No estás comiendo nada. –Preguntó Ana mientras yo recuperaba el sentido y dejaba de mirar a Toni.

    - Estoy bien Ana, pero no tengo hambre. –Contesté yo malhumorado.

    Ana calló de golpe, mi respuesta no le gustó en absoluto. Y Ruth, que estaba sentada junto a mi novia, pareció captar ese brote de una nueva discusión.

    - Bueno, seguro que el postre te gusta más Juan. Jesús y Jordi han ido esta mañana a comprar helado al Häagen-Dazs. –Dijo Ruth intentando quitar hierro al asunto.

    - Seguro. –Dije yo sin más.

    No eran celos, no estaba celoso por el hecho de que Toni se hubiese olvidado de mí, de cómo me lo follé, de cómo se comió mi polla. No estaba celoso aunque Toni no se hubiese acercado a mí durante todo el día, no. Ni sentía celos al pensar que Javier y él habían podido pasarse la noche follando. Ni si quiera me preocupaba el hecho de que Toni hubiese superado mi recuerdo. Ni que decir de que sólo tuviese ojos para Javier. Quizás no eran celos... pero todo aquello me consumía por dentro.

    Después de la comida, mientras descansábamos en el jardín intentando aprovechar los momentos en que las nubes liberaban un tenue sol, Javier se acercó a mi hamaca y agachándose me susurró al oído:

    - Esta noche me he follado a Toni. ¿Seguro que no te arrepientes de quedarte fuera de la fiesta?

    - Vete a la mierda. –Dije yo a punto de levantarme y partirle la cara.

    - ¿Qué te jode más, que Toni pase de ti, que me lo halla follado, o que tú no puedas follarme por que tienes a dos pasos a tu novia, Mis Agente Secreto?

    - Déjame tranquilo Javier.

    Mi autocontrol empezaba a desfallecer, y la idea de follármelo cruzó por mis pensamientos. Pero la posibilidad de seguir destrozando la vida a Toni, que seguramente se había colgado de Javier, me hizo poner los pies en el suelo.

    - Seguro que ya la tienes dura. ¿Sabes? ahora mismo te la chuparía.

    Después de tanta provocación Javier se levantó y entró en la casa. Efectivamente, mi polla estaba dura, totalmente erecta, incluso húmeda por la excitación. Eran los efectos de tan morbosa situación.

    Por la noche decidimos dar una fiestecita y animarnos un poco. Entre tanta ida y venida aún no había podido hablar con Ana, que parecía absorbida por las conversaciones con sus amigas. Después de mi desafortunada respuesta durante la comida, no volvió a intentar ningún acercamiento.

    - Joder tío, vas a acabar con la paciencia de Ana. –Me dijo Pedro mientras preparábamos algunas cosas de comer para la cena.

    - Intento arreglarlo, pero no encuentro el momento para hablar con ella.

    - Pues deberías hacerlo, la veo triste, y no creo que su paciencia sea infinita.

    - Vaya parece que Raquel te ha aleccionado bien tío. No me esperaba un sermón de tu parte. –Dije yo intentando huir de tanto reproche y respirar un poco.

    - Vale, vale... no digo nada más, pero sois mis amigos.

    Pedro me dejó solo terminando de colocar los aperitivos. Sus palabras me hicieron recuperar por un momento el sentido. Mi preocupación máxima debía ser resolver mis diferencias con Ana, no complicarme la vida con Javier. Pero mi polla no decía lo mismo. Desde la conversación con Javier la noche anterior, llevaba un calentón imposible de controlar. Además de todo eso, me preocupaba Toni, necesitaba hablar con él.

    - ¡Toni! –Le grité al verlo pasar por la puerta.

    Acercándose sorprendido y dubitativo, Toni entró en la cocina.

    - ¿Qué?

    - Toni, siento haberme comportado así contigo.

    - No te preocupes, estoy bien. –Intentó disimular Toni.

    - Pues no lo parece Toni. Javier te va a complicar la vida...

    - ¿Javier? Javier me está ayudando... ¿para eso me has llamado?

    - Es que ayer hable con él, y no me parece buen tío. –Dije yo con total sinceridad.

    - Vaya, ¿siempre intentando joderme Juan? Si no fuera porque tu no eres gay, diría que estás celoso. –Añadió Toni extrañamente satisfecho.

    - Javier me ha dicho que quiere acostarse conmigo...

    - Eres un hijo de puta. –Dijo Toni mientras contenía su rabia.- No voy a dejar que me hagas más daño del que me has hecho ya.

    No me dejó decir nada más, dio media vuelta y se fue por donde había venido. Y yo me quedé estupefacto. Javier había conseguido parte de lo que se proponía. Toni creía que yo estaba celoso, cuando únicamente intentaba advertirle del tipo de persona que era su nuevo amigo. Además de eso, cada vez pensaba más en follarme a Javier. Apenas razonaba las consecuencias que podía tener todo aquello, sólo necesitaba un estímulo para decidirme a metérsela. Un único estímulo.

    Música, comida, alcohol... elementos fundamentales para una fiesta, y todos ellos se unieron la noche del sábado en Salou. Todos estaban animados, bailando. Mientras, yo no me quitaba de la cabeza la proposición de Javier. Empecé a beber, algo que antes del día en que me pajeé pensando en mi hermano, con sus boxers pegados a mi nariz, no hacía habitualmente.

    Pero sólo el alcohol me dejaba respirar nuevamente sin sentir la presión en cada centímetro de mi piel, la presión de controlar mis impulsos sexuales, mientras la mierda me iba rodeando. Mientras las mentiras se acumulaban en mi boca, dispuestas a salir ante cualquier pregunta inesperada.

    El vino hizo que Ana se volviera invisible para mí, hizo que no me preocupase que Iván le dedicase especial atención a mi novia mientras bailaban. La cerveza hizo que me olvidase de Jordi, el whisky borró a Pedro y a Raquel, el vodka impidió que recordase a Ruth y a Jesús, el ron hizo transparente a Edurne, y la penúltima copa borró a Toni de mi mente...

    Salí al jardín y sólo le vi a él. Nadie más existía entonces en aquella casa. Javier. Javier bajando las escaleras hacia la playa. Javier mirándome con unos ojos tan encendidos como lo estaba mi polla en aquel momento. Javier en la playa. Javier desnudándose. Javier diciéndome:

    - Te lo dije, siempre lo consigo.

    Javier seduciéndome.

    Continuará...




     
  •  


    CAPITULO XIV: SALOU (PROVOVACIÓN+ALCOHOL=SEXO).


    El alcohol había encendido la mecha, pero Javier se encargó de que el fuego no se apagara. A pesar de que el mundo que me rodeaba se tambaleaba bajo los efectos de mi recién descubierto alcoholismo, Javier logró lo que se había propuesto.

    Al pie de la escalera empezó a desnudarse. Se quitó la camisa de Tommy Hilfiger dejando a la vista un moldeado torso, definido por el deporte, pero hermoso por naturaleza, simplemente bello. Si dio la vuelta dándome la espalda y empezó un lento movimiento para quitarse los pantalones. Poco a poco fue descubriendo ante mis ojos perplejos y nublados por la bebida, un precioso culo. El culo más bonito que he visto nunca, sin vello, duro, terso, liso, redondeado... apetecible. Dominado por un impulso desconocido en mí hasta ese momento, me agaché y empecé a besarle las nalgas, a recorrer con mi lengua su prieto culo... Javier soltó un ligero suspiro. Desinhibido completamente, excitado hasta sentir dolor en mi polla, le separé las nalgas y busqué con mi lengua su agujero. El contacto de mi lengua con la suave textura del anillo de su ano hizo que me estremeciera. En otras circunstancias no habría hecho algo así, pero Javier era simplemente hermoso y todo su cuerpo se mostraba ante mí como algo tan apetecible y necesario como el aire que respiraba.

    Me cogió del brazo mientras hacía que me incorporase. Con su cara a unos escasos centímetros de la mía, sentí necesitar sus labios, sentí que si no los besaba me volvería loco. Pero Javier dio el paso por mí, me besó suavemente, su contacto hizo que me relajase, y su lengua empezó a entrar en mi boca mientras buscaba la mía. No me pude resistir.

    Mi lengua encontró la suya y como si el alma se escapase de mi cuerpo por un instante, imaginé estar viendo aquella escena desde fuera. Me vi a mí mismo, como si fuese un mero espectador, besando a Javier. Dos hombres besándose y uno de ellos era yo. La dureza extrema de mi polla en aquel momento fue algo que no había experimentado nuca.

    - ¿Tu primer beso con otro hombre?

    - El primero... –dije yo extasiado.

    - Vive con toda plenitud esta noche... porque no habrá ninguna más. –Dijo Javier con una mirada exigente, dura... pero sincera. No jugaba dos veces con el mismo juguete, quizás porque temía enamorarse.

    Su lengua empezó a recorrer mi cuello, mientras sus manos apretaban mi culo, su lengua alcanzó mi oreja, mientras yo me retorcía de placer. Sus manos me arrancaron la camisa, mientras se apretaban contra mi pecho. Su lengua descendió para comerse mis pezones... su boca los apretó confundiendo el placer con el dolor. Sus manos se deslizaron hacia mi bragueta. Sus dedos recorrieron toda la extensión de mi polla por encima de la ropa. Los mismos dedos que me bajaron la cremallera, desbrocharon mi cinturón y deslizaron mis pantalones.

    Mientras, mis manos perfilaban cada línea de ese cuerpo de efebo. Mi nariz respiraba su aroma cerca de su cuello. Mis dedos subían para enredarse con sus rubios rizos, y volvían a descender para apretar su culo mientras deslizaba uno de ellos entre sus nalgas, buscando su ano.

    Javier me hacía sentir, simplemente sentir. Había desecho mi cuerpo para convertirlo en miles de puntos unidos entre sí, y cada punto recogía una sensación distinta. Estaba tan caliente que podría haber encendido el mar sin que nadie hubiese podido apagarlo jamás.

    Entre las caricias, Javier se detuvo y tirando de mí me arrastró hacia el interior de la caseta que había junto al pie de la escalera. Dentro no hacía frío, pero aunque hubiese helado, no hubiera sido capaz de notarlo. Javier sabía lo que hacía, quizás lo había planeado todo, pero entonces nada me importó. Me estiró en una especie de sofá de madera con grandes cojines y tiró de mis calzoncillos.

    Su boca rodeó mi polla. Empezó a tragársela completamente, presionando con sus labios mi duro falo. Rodeó con sus manos la base de mi polla acariciando mis huevos. Cuando mi verga era liberada por su hambrienta boca, sus manos la pajeaban con rapidez, con dureza... la piel de mi capullo se descubría totalmente provocando una mezcla de placer y dolor que hacían aquella paja aún más placentera. Javier lamió, chupó, succionó, saboreó, mordisqueó, besó, mamó, sorbió y repasó de arriba a abajo toda mi polla, mientras sus manos estimulaban mis testículos y alguno de sus dedos empezaba a juguetear con mi virgen ano. Un minuto más y juro que hubiese muerto de placer.

    - Ahora me la vas a meter... y me vas a llenar con tu polla. –Exigió Javier con voz segura.

    - Mmm... sí, por favor, quiero follarte... por favor. –Supliqué yo.

    Me miró con ojos de exultante satisfacción, terminó de acomodarme en el sofá, y abriéndose a horcajadas sobre mí y sujetando mi polla con una mano, empezó a metérsela. La lubricación previa que le había hecho con mi lengua fue el complemento perfecto para acelerar la penetración. El culo de Javier engulló mi polla como si nada. Si sintió dolor es algo que nunca sabré.

    Con mi polla dentro, Javier empezó a moverse con una desesperante cadencia, dominaba a la perfección sus movimientos, tanto que sentía como mi polla iba entrando y saliendo de su culo, deslizándose por su apretado esfínter. Aceleró el ritmo, que de desesperante por lento, pasó a ser brutal por lo acelerado. Mi polla le taladraba completamente mientras su cara se contraía de placer. Le cogí la polla, dura y mojada y empecé una bestial paja que hizo que las reacciones de Javier se volviesen aún más frenéticas. Cuando estaba a punto de correme Javier me dijo:

    - Avísame cuando vayas a correrte, quiero tu leche en mi boca...

    - Ahhhh... me voy a correr ya... –Dije yo entre jadeos.

    Javier se detuvo, y cambió de posición rápidamente, envolviendo con su boca mi recién abandonada polla. La mamada se aceleró y el orgasmo llegó... el gritó que salió de mi garganta se hubiese oído en la casa si no fuera porque la música lo silenció.

    Cuando empecé a correrme Javier se sacó mi polla de la boca y poniendo el glande sobre su lengua empezó a recibir las primeras descargas de semen. De mi verga brotó la leche contenida durante aquel fin de semana de calentón. Cuando Javier fue incapaz de tragárselo, mi esperma empezó a resbalársele por la comisura de los labios y continuó bajando por su cuello. Sin tocarse, de su polla empezó a brotar su espesa leche.

    Lo último que pensé antes de caer dormido fue en que todo aquello debía haber sido un sueño. Lo último que sentí fueron las manos de Javier arropándome con unas toallas. Y entonces... la oscuridad.

    A la mañana siguiente, una voz me arrastró del profundo sueño en el que dormía y me empezó a devolver a la realidad:

    - Javier, Juan... despertaos.

    - ¿Qué pasa? –Dije yo intentando abrir los ojos mientras bostezaba.

    - Despertaos antes de que alguien sepa dónde habéis pasado la noche.

    Esas palabras golpearon en mi dolorida cabeza y me hicieron despertar de golpe. Lo primero que vi fue que estaba estirado en un sofá, tapado ligeramente por unas toallas de playa. Junto a mí estaba Javier, dormido... se había destapado y descansaba bocabajo dejando a la vista su precioso y redondo culo. Giré la cabeza hacia el punto de donde había llegado la voz, y lo vi. Allí estaba él, con los ojos húmedos, reprimiendo las lágrimas.

    No hicieron falta más palabras. Pensé que jamás tendría la tentación de decir la mítica frase de “esto no es lo que parece”, pero en aquel instante estuve a punto de hacerlo. Agaché la mirada avergonzado y entendí que improvisar cualquier explicación hubiese sido completamente inútil.

    Me envolví con una toalla y salí de la caseta, recogí la ropa que había dejado esparcida en el suelo y subí rápidamente las escaleras. En aquel momento no había tiempo para arrepentirse, ni si quiera para sentirse culpable. Mi única preocupación era llegar a la casa antes de que, como había dicho Toni, despertasen los demás.

    Entré en la casa por la cristalera del jardín. En un sofá dormían Iván y Ana. Mi novia parecía haberse quedado dormida apoyada en el pecho de Iván. Odié ese nombre, odié ese tío por sacar provecho de mi desgracia. En el otro sofá estaban Edurne y Jordi, también dormidos. Del resto, ni rastro. Deduje que debían estar durmiendo. Sin perder más tiempo observando aquella imagen de la traición, subí para ducharme y vestirme. Quizás el agua se llevaría los borrosos recuerdos de la noche anterior.

    Mientras me daba un largo baño, los demás despertaron. Bajé al comedor bien entrado el mediodía, cuando empezaban a comer. Estábamos todos excepto Toni y Javier.

    - Vaya nochecita... –Dijo Ruth.

    - Ni que lo digas, creo que me pasé un poco con el ron, tengo la cabeza hecha unos zorros. –Dijo Jordi.

    - ¿Y tú que tal Juan? Te perdí de vista antes de quedarme dormida. -Añadió Raquel escrutándome con la mirada.

    - Bien, con resaca pero bien... cuando empecé a perder el mundo de vista me fui a acostar. –Mentí intentando resultar creíble.

    - Vaya, ¿entonces a quién fue a buscar Javier al jardín? –Preguntó Edurne- Creía que había ido a buscarte a ti Juan.

    Delante de mí, justo donde estaban mis pies en aquel momento, se abrió un abismo del que no alcanzaba a ver el final. Lo di todo por perdido, se había descubierto la mentira por culpa de una maldita hija de puta bocazas. Sólo puede maldecir a Edurne e intentar matarla con la mirada, hasta que los hechos hablaron por mí. Del jardín llegaron Javier Y Toni.

    - Vaya ya tenemos respuesta... jeje. –Rió inocentemente Jesús.

    - ¿Qué tal chicos? –Preguntó Ana extrañamente aliviada.

    Pero no hubo respuesta. Toni pasó junto a la mesa y se dirigió hacia la escalera, desapareciendo ante las atónitas miradas de todos mis amigos. Javier contestó:

    - Ha sido una noche complicada. Voy a ducharme. –Dijo sin más, con una calma propia del que no tiene miedo, de alguien acostumbrado a vivir en la mentira.

    - Cosas de chicos. –Dijo Ruth sin más, como si entendiese el porqué de aquella actitud- Pero bueno, hay que darse prisa. Después de comer tenemos que recogerlo todo. Hay que volver a Barcelona. Ha sido un fin de semana genial ¿verdad chicos?

    Nadie contestó.

    La vuelta fue desesperante. Ana, sentada a mi lado, no abrió la boca durante todo el camino. Afortunadamente Toni se había ido en el coche de Pedro, no hubiese podido soportar 100 kilómetros en un ambiente tan cargado de culpa, remordimientos, dolor, mentiras... y odio. Javier sí viajó con nosotros, sentado en el asiento de atrás con Edurne. Hablando con total tranquilidad con aquella especie de cotorra vestida de mujer. La mierda cubría mi vida mientras por el espejo retrovisor veía la cara de Javier sonriendo y hablando como si nada. Él me había llevado a dar un paso más hacia mi autodestrucción, él me había hecho pasar una noche imposible de olvidar, y él estaba allí sentado riéndose, haciendo más grande mi pesar. Porque una culpa que no es compartida pesa mucho más.

    Continuará...


     
  •  

    CAPITULO XV: EMPEZAR DE NUEVO.


    Otra vez lunes después de un fin de semana del que no quiero recordar absolutamente nada. Barcelona ha sido en cierta manera mi tabla de salvación. Volver a la frenética actividad de la semana es justamente lo que necesitaba.

    Sé que si por un momento me detengo a pensar en lo que sucedió en Salou, empezaré a buscar justificaciones, excusas, razones que liberen mi maltratada conciencia. Pero también sé que por más que las busque, no las encontraré. Sólo hay una explicación que defina mi comportamiento, una explicación para la que aún no estoy preparado. Por ello es mejor no pensar. No recordar. Y afortunadamente el principal detonante de lo que sucedió la noche del sábado, no volverá a cruzarse en mi vida, o al menos eso espero.

    Después de pasarme la mañana entre las clases y la biblioteca, para buscar jurisprudencia, he comido en el bar de la facultad. Mientras comía, me ha llamado mi padre:

    - Juan, ¿haces algo esta tarde?

    - Hombre, tengo una optativa pero termino pronto ¿por qué lo preguntas?

    - Verás, hoy me entregan las llaves del piso que he comprado, y me preguntaba si te apetecía echarle un vistazo. –Dijo mi padre con un entusiasmo difícil de disimular.

    - Bueno, pues por mí perfecto. Dejaremos el gimnasio para mañana. ¿Dónde quedamos?

    - Quedamos en el bufete, ¿recuerdas dónde está?

    - Claro Ricardo. ¿En Passeig de Gràcia con Gran Via, no?

    - Exacto, pero no me llames Ricardo, que soy tu padre. –Me ha contestado él.

    - Está bien, nos vemos sobre las siete, Ricardo. –He bromeado.

    La tarde ha pasado volando, y antes de las seis y media ya estaba en el bufete esperando a mi padre. Un despacho algo cargado para mi gusto, demasiado clásico, aunque amplio para dar cabida a los socios, a los pasantes, al personal administrativo... en definitiva un gran bufete, de los más prestigiosos de la ciudad. Mi padre no ha tardado demasiado y al salir venía con un compañero suyo.

    - Roberto, te presento a mi hijo Juan.

    - Encantado Juan. –Me ha dicho el compañero de mi padre tendiéndome la mano.

    - Encantado. –He contestado yo secamente. Lo cierto es que en la mirada de Roberto he apreciado un brillo extraño, quizás me estoy obsesionando, pero me ha parecido ver cierto deseo en esa mirada.

    - Ya ves, tengo un hijo fantástico que ha seguido mis pasos. –Ha dicho mi padre muy orgulloso.

    - Fantástico y muy guapo. Espero que pronto estés trabajando con nosotros Juan. Ha sido un placer, si me disculpáis. –Y dándome de nuevo la mano se ha marchado.

    - ¿Me ha llamado guapo? –Le he preguntado perplejo a mi padre.

    - Sí, eso ha dicho, discúlpale si te ha molestado es que Roberto es gay, pero es un tío estupendo.

    - ¿Gay? –Me he repetido a mí mismo sin salir del asombro al ver a mi padre hablando con tanta normalidad del tema.

    - Sí hijo gay, que también hay abogados gay. Si es que tengo unos hijos más antiguos. Pero tranquilo, nunca le doy la espalda... jejeje. –Ha bromeado mi padre.

    Después de coger mi coche le he seguido, más que nada porque no ha querido contarme en que zona está su nueva casa. Durante el trayecto le he ido dando vueltas a la actitud tan positiva que parece tener mi padre respecto a la homosexualidad, aunque supongo que es porque no le afecta directamente. Si fuese alguien de su entorno estoy seguro de que no se lo tomaría tan bien.

    Al llegar al destino hemos aparcado los coches.

    - Vaya... Diagonal Mar, buena zona. –He dicho yo sorprendido.

    - Pues espera a ver el piso. Es genial, es un décimo en una de las torres del complejo Illa del Llac. Tiene sólo tres habitaciones, pero es precioso.

    - Pensaba que estaban todos vendidos.

    - Cierto, pero a veces va bien tener contactos. –Ha dicho mi padre pícaramente.

    Al ver el piso por dentro, he terminado de decidirme, creo que pasaré alguna temporada allí. Así podré ahorrarme los 30 kilómetros que separan mi casa de la facultad. Aunque no es muy grande, la vista es fantástica y es muy luminoso. Tiene una panorámica del mar impresionante, y está orientado al sur, hacia Tarragona. Además ya está totalmente amueblado con un estilo elegante y funcional, siguiendo el consejo de una amiga y decoradora de mi padre, Glòria, que parece tener una extraña, y cara, fijación por los muebles de Roche Bobois.

    - Bueno, ¿qué me dices hijo?

    - Pues que me encanta, ya puedes ir preparándome una cama... jeje. -Le he dicho yo.

    - Eso está hecho. Pero hay algo más de lo que me gustaría hablar contigo. –Y al decir esto mi padre se ha puesto serio de repente.

    - Tu dirás.

    - Verás, para no complicar más las cosas con Rosa, he decidido pasar esta noche en un hotel. Mañana mismo los de la mudanza pasarán por casa a recoger mi ropa y el resto de mis cosas, para que me pueda instalar aquí inmediatamente.

    - Lo entiendo. No creo que os ayude seguir viviendo bajo el mismo techo. En lo que no estoy tan de acuerdo es en que te hayas gastado tanto dinero en este piso.

    - De eso también quería hablarte. Tengo pensado abrir mi propia firma junto a un grupo de abogados, Roberto entre ellos. Estoy harto de trabajar en el despacho en el que estoy. He desperdiciado mi vida trabajando como un negro mientras los demás se llenaban los bolsillos. Además, con 56 años no es tarde para volver a empezar...

    En la cara de mi padre he visto cierta tristeza, quizás el pensamiento de haber desperdiciado tantos años en un matrimonio que no le hacía feliz, en un trabajo con el que no se sentía realizado, le pesen profundamente. Pero a sus 56 años, con el pelo ligeramente cano, con un cuerpo bien conservado, con buena percha y una innegable elegancia, a mi padre le queda aún mucho por hacer.

    - Claro que no es tarde, y seguro que el proyecto de abrir tu propio bufete irá sobre ruedas, tienes todo mi apoyo. –Le he dicho totalmente convencido de su éxito.

    - Gracias hijo. Lo cierto es que los planes ya están en marcha. Tenemos varios clientes que nos han asegurado jugosas cuentas, tenemos el edificio y tenemos los socios... ahora sólo queda rematar algunos los detalles. Quiero dejarte un buen legado.

    - Me alegra verte así de ilusionado. Ojalá Rosa también levante poco a poco la cabeza. Pero aún no me has contestado exactamente a que se debe un piso de más de medio millón euros.

    - Le deseo lo mejor a tu madre. Y por lo que a tu pregunta respecta, este piso es el punto de partida de una nueva vida.

    - Una vida mejor espero.

    - Lo será. Pero antes me quedan algunos asuntos por resolver. Quiero pedirte un último favor.

    - Dime. -La verdad es que mi padre ha estado muy extraño esta tarde.

    - Necesito que le digas a tu hermano que necesito hablar con él.

    - ¿Y porque no se lo dices tú?

    - Es una historia muy larga que por respeto hacia tu hermano no voy a contarte, lo hará él si lo cree oportuno. Sólo te pido que le digas que necesito verle.

    - Está bien, lo haré por esta vez, pero no me lo pidas más. No me gusta hacer de mensajero, especialmente si no conozco el contenido del mensaje.

    Después de la visita al piso de mi padre, he vuelto a casa. Al llegar le he explicado a mi madre la decisión que ha tomado Ricardo, aunque parece que la noticia no le han producido ni frío ni calor.

    Poco después ha llegado una amiga suya, Carmen, una mujer de armas tomar, de unos 40 y pocos años, muy atractiva y capaz de alcanzar todos los objetivos que se fije en esta vida. Carmen es agente de la propiedad inmobiliaria y ahora mismo uno de los apoyos fundamentales de mi madre. Rosa se anima cuando está junto a ella.

    Un día para recordar, mi padre intenta rehacer su vida y me sorprende con una desconocida enemistad con mi hermano. Tendré que buscar tiempo para hablar con Carlos, y lo que es todavía peor, tendré que encontrar tiempo para poner orden en mi relación con Ana. Mi novia me debe una explicación sobre su comportamiento con Iván. Seguramente yo le debo explicaciones más importantes, aunque espero que nunca me las pida. Creo que mi capacidad para improvisar excusas e inventar mentiras no va a durar eternamente.

    Continuará...

     

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