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Historias cachondas.  :: 
Una Historia Diferente.
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    CAPÍTULO 61: HABLAR CON EXTRAÑO.


    Salí corriendo sin más. Mis pies se movieron el uno detrás del otro y mis piernas les siguieron. Simplemente salí corriendo, me deslicé con discreción fuera del local y me perdí en la calle.

    Cuando cruzaba la avenida del Tibidabo sin detenerme ni siquiera para mirar si venía alguien, los potentes faros de un coche me deslumbraron. Intenté acelerar el paso para evitar lo inevitable, pero de nada sirvió. Lo último que escuché antes de sentir un golpe seco en las piernas fue el desesperante sonido de la frenada de un coche.

    Abrí los ojos, estaba en el suelo. La voz de una chica me hizo recuperar la conciencia...

    - ¡Joder! ¿Pero estás loco o qué? Podía haberte matado... ¿estás bien? –Dijo suavizando el tono de su voz.

    - No, sé... no estoy seguro... ¿lo tengo todo en su sitio? –Pregunté aturdido.

    - Si tenías dos piernas, dos brazos, una cabeza y un tronco... sí, lo tienes todo en su sitio. ¿Te duele algo?

    - Bueno, no sé... tengo las piernas un poco doloridas, pero estoy bien... sólo ha sido un golpecito.

    - Uffff... menos mal, pensé que te había matado... –me sorprendió que me creyese muerto, el impacto tampoco había sido para tanto, el coche ya casi se había detenido al alcanzarme, creo que me afectó más el susto que el golpe.

    - Tranquila, estoy bien...

    - ¿Quieres que te lleve a un hospital?

    - No, no... estoy bien, de verdad. Además, mis amigos me están esperando en el Danzatoria...

    - Bien, ¿puedo hacer algo por ti al menos?

    - No sé... aunque mientras me lo pienso podrías apartar el coche...

    - Cierto, me había olvidado de que estábamos en medio de la calle. Espera aquí, no te muevas ¿eh?

    - Tranquila, el golpe y los vodkas no me dejarían ir muy lejos –dije con una sonrisa burlona.

    La chica “impacto” aparcó su C3 Pluriel verde pistacho encima de la acera para quitarlo de en medio, y volvió caminando hasta el lado opuesto de la calle, donde estaba yo. Mientras caminaba hacia mí, la observé detenidamente. Debía ser de mi misma estatura, era morena de pelo rizado, de piel suave y pálida, su cara de facciones suaves y ojos profundos acentuados por el maquillaje, me despertó instantáneamente cierta curiosidad. Vestía unos pantalones tejanos, un top turquesa con una especie de escudo medieval de Fornarina y una chaqueta tejana. Físicamente me resultó atractiva a simple vista, bien... más que atractiva me resultaba magnética... irradiaba una aureola de misterio y misticismo que, desde aquel instante, me cautivaron.

    - ¿Puedo saber si sueles cruzar sin mirar esta calle las noches de los viernes? Lo digo para no venir más por aquí... jejeje.

    - No, no... no es mi costumbre. Pero de pronto me han entrado ganas de correr... no sé muy bien porqué.

    - ¿No estás seguro de porque has salido corriendo? –Interrogó la chica “impacto”.

    - No sé... me sentía incómodo allí dentro –respondí.

    - ¿Por algo en concreto?

    - Por todo supongo, está siendo una noche muy complicada...

    - Vaya... ¿problemas con tus amigos?

    - Más o menos...

    - Bien, sea lo que sea seguro que tiene arreglo... no hace falta que intentes que alguien te atropelle –me dijo guiñándome un ojo.

    - Jejeje... no lo volveré a hacer –respondí con una sonrisa burlona-. ¿Y tú qué haces por aquí?

    - Pues había quedado con un amigo y su novio en el Danzatoria...

    - ¿Novio? –Pregunté con cara de tonto, como si fuese la primera vez que alguien me hablaba de novios.

    - Sí, ¿por qué? –Interrogó ella con cara de “joder, un hetero homófobo, si lo sé le atropello de verdad”.

    - Nada, nada... –balbuceé. Posiblemente la misteriosa chica captó en ese instante mi titubeo al hablar de la homosexualidad.

    Nos quedamos en silencio, apoyados en una barandilla del lateral de la Avenida del Tibidabo, mirando fijamente a la Ronda que transcurre parcialmente cubierta por esa zona de la ciudad. Las luces rojas de los coches que circulaban en dirección Llobregat se alejaban en una serpenteante cadena de eslabones inconexos. Las luces blancas de los que circulaban en dirección Besòs iluminaban intermitentemente la barandilla en la que estábamos apoyados. Ninguna de esas luces se detenía, todas avanzaban, en un sentido u otro pero avanzaban... ¿y mi vida? ¿Mi vida avanzaba realmente? Y de estar haciéndolo, ¿hacia dónde avanzaba?

    - ¡Joder! Con lo bien que ha empezado el día... –exclamé.

    - ¿Y que ha hecho que cambiase tu estado de ánimo?

    - Pues todo. Esta mañana me he despertado con el propósito de arreglar las cosas que he ido estropeando estos últimos días, pero a medida que ha avanzado el día he hecho justo lo contrario.

    - ¿No te ha pasado nada bueno hoy?

    - Bueno, sí... me he reconciliado con un amigo del trabajo con el que discutí hace unos días.

    - ¡Ves! Ya tienes algo positivo ¿Y qué tal ha ido?

    - Muy bien, me he disculpado por lo que le había dicho...

    - Ahora debería preguntarte qué le habías dicho, pero me resulta un tanto violento... –sonrió- nos acabamos de conocer.

    - Cierto, nos acabamos de conocer –repetí-. No me gustaría entretenerte más, te están esperando...

    - No, no... no te preocupes, pueden seguir esperando un poco más. No lo decía por eso, lo decía porque no sé hasta que punto te apetece contarle tu vida a una desconocida que ha intentado matarte...

    - Jejeje... bueno, así te correspondo e intento matarte yo a ti, pero de aburrimiento.

    - Jejeje, bueno... inténtalo.

    - Ufff... –suspiré sin saber por donde empezar-. Pues Ángel, mi amigo, se enteró de que me había enrollado con un tío –dije yo sin precisar cómo se enteró y quién era el tío- y me recriminó no habérselo contado antes. Yo me cabreé y le dije que lo que le jodía era que no me hubiese enrollado con él... –pensé que la reacción de la chica “impacto” sería de reprobación o de juicio, pero no fue así.

    - Bien, quizás no fue la mejor forma de que lo supiera, pero si te has disculpado por el comentario...

    - Sí, sí, me he disculpado esta mañana.

    - ¿Disculpado equivale a sincerado? –Preguntó ella con picardía.

    - No hay mucho que contar –mentí por enésima vez.

    - Jejejeje...

    - ¿Y esa sonrisa? –Pregunté intrigado.

    - No tienes porque decirme la verdad si no quieres. Aunque dicen que hablar con extraños a veces ayuda, es decir, sincerarte con alguien al que no te une ningún vínculo... ese es el papel de un psicólogo al fin y al cabo...

    - Pues lo voy a hacer... te he dicho que me había liado con un tío y no has puesto cara de póquer, ni si quiera te has sorprendido... tienes algo especial...

    - Deben ser las luces de la Ronda –dijo ella con una sonrisa-. No, en serio... ¿por qué iba a sorprenderme que te hayas enrollado con otro tío? No tiene nada de especial.

    Nada de especial, la chica “impacto” había usado el adjetivo especial en vez de uno mucho más hiriente como podría ser “raro” o “anormal”. Sonreí.

    - Bien, no tiene nada de especial si no tenemos en cuenta que tengo novia y que mi amigo se enfadó porque me vio salir de un lavabo con el mejor amigo de mi novia. Y además, hay que añadir lo que ha pasado esta noche...

    - Sorpréndeme... –dijo con una sonrisa hechicera.

    Estuvimos más de veinte minutos allí sentados mientras aquella chica tan intrigante escuchaba paciente mis pajas mentales. Le conté lo que había pasado en el baño con aquel desconocido y luego con Marc, le hablé de mis intenciones con Natalia, e incluso estallé en un repentino llanto cuando le contaba que Carlos, mi hermano... mi único apoyo durante estos últimos meses, empezaba a rehacer su vida de la mano de Valeria.

    - Sé que suena idiota que te diga que creo que sé como te sientes... pero te aseguro que intento ponerme en tu lugar. Entiendo que no es nada fácil hacer compatible tu atracción por los hombres con tu actual situación familiar y personal...

    - Que alguien me diga que me entiende, supone un alivio, te lo aseguro –dije yo resignado-. Hasta hoy pensaba que lo estaba haciendo todo tan mal que nadie podía darme su apoyo.

    - Seguro que hay personas en tu entorno que te entenderían si fueses sincero con ellos...

    - Quizás, pero no es tan fácil hablar con ellos como lo es contigo.

    - Me lo imagino –dijo ella dibujando una sonrisa en sus labios.

    - ¡Joder! Llevo meses en esta situación, en esta especie de agónico trance del que nunca despierto. He pasado etapas mejores y peores, pero si las cosas me han ido mejor en ciertos momentos, no ha sido porque mis problemas se hubiesen solucionado, si no simplemente porque los ignoraba. He ido barriendo y escondiendo toda la porquería debajo de la alfombra... hasta que el montón de mierda se ha hecho demasiado visible...

    - Es humano tender a evadir los problemas, pero no ganas nada sintiendo culpa ahora, repitiéndote que te has equivocado. Aprende de los errores pasados, pero no te bloquees por un absurdo sentimiento de culpabilidad. Empieza a pensar en lo que vendrá. Sólo necesitas tiempo...

    - ¿Más tiempo?

    - Sí... –dijo ella sin dudar.

    - No sé... más tiempo en esta situación quizás empeore las cosas, mejor dicho, seguro que empeora las cosas. Ahora he estallado, pero después de esta conversación, de esta descarga, seguro que todo vuelve a ser como antes...

    - De ti depende que cambie algo... pero no te obsesiones por ordenar todo lo que crees que has hecho mal en un solo día, necesitas tiempo... -la miré fijamente a los ojos y ella me entendió, se acercó un poco más a mí y nos abrazamos.

    Me tomé sus palabras como una nueva oportunidad, como un balón de oxígeno para intentar reconducir mi vida. Pero esta vez no debo engañarme, reconducir mi vida no significa centrarme en Natalia y pasar de los tíos, o centrarme en Natalia y follarme a todos los tíos que se me crucen por delante. Reconducir mi vida debe pasar en el futuro por aceptar mi situación actual, aceptar mi sexualidad... aceptarme en definitiva. Aquella noche creí en las palabras de aquella chica, pensé que con un poco más de tiempo sería capaz de arreglar mi vida y dejar de tener la extraña sensación de estar viviendo la vida de otro.





    Continuará...

     
  •  


    CAPÍTULO 62: ME ALEGRO POR TÍ.


    Tras la conversación, mi confesora me acompañó en su coche hasta el Danzatoria, nos despedimos justo antes de entrar en el local.

    - Gracias por todo...

    - No hay nada que agradecer –respondió con una sonrisa.

    - Más de lo que crees.

    - No le des más vueltas a la cabeza esta noche, entra ahí y diviértete, te lo has ganado –dijo ella justo antes de alejarse de mí.

    - ¡Espera! –exclamé-. Ni si quiera sé tu nombre...

    - Ariadna... –respondió con una sonrisa.

    - Ariadna... bonito nombre –comentario típico cuando alguien te dice su nombre y no sabes que decir, pero cierto en esta ocasión-. Yo me llamo Juan...

    - Encantada Juan, ha sido un placer.

    - ¿Podemos volver a vernos?

    - Claro... –respondió sin vacilar-. Dame tu número –añadió mientras sacaba su teléfono móvil del bolso.

    Le di mi número de teléfono y nos despedimos. Cuando Ariadna cruzó la puerta de local y se perdió entre la gente, empecé a tener ganas de respirar otra vez la paz que había sentido a su lado. Hay gente simpática, gente con la que conectas, gente agradable, gente que te interesa... pero hay otro tipo que está por encima de todo eso, que tiene encanto, que tiene duende. Ariadna era de ese tipo, era sencillamente magnética.

    Por desgracia, la paz que acaba de experimentar volvió a transformarse en ansiedad cuando entré de nuevo en el Danzatoria.

    - ¿Dónde está Carlos? –Le pregunté a Ángel que estaba bailando con el mismismo Diablo, el Diablo hecho persona en el cuerpo de Javier.

    - Se ha ido...

    - ¿Ido? ¿adónde? –Interrogué perplejo.

    - No sé, se ha ido con Valeria.

    - Pensé que Valeria había venido contigo...

    - No, no... ha venido en su coche, pero Juan, no te preocupes, tu hermano ya es mayorcito, sabrá cuidarse solito... –añadió Ángel con una inoportuna sonrisa.

    No respondí. Miré a mi alrededor. Ruth y Jesús se besaban apasionadamente alejados del grupo. Natalia estaba a pocos metros de mí, bailando con Marc bajo los evidentes efectos del alcohol. Toni y Paul habían desparecido...

    - ¡Ey Juan! ¿Bailas? –Gritó Natalia mientras me arrastraba a su lado.

    Sin tiempo para reaccionar, Natalia empezó a contonearse frente a mí. Marc contemplaba la escena a escasos pasos de mi novia, expectante. Sus brazos rodearon mi cuello y empezó a besarme. Marc se acercó, y empezó a bailar justo detrás de ella, sujetándola por la cintura. Natalia quedó abrazada entre los dos. Entonces Marc estiró sus brazos hasta posarlos en mi cintura. Lo siguiente que sentí fue una mano deslizándose entre mi ropa interior y mi piel. Unos dedos alcanzaron mi polla y empezaron a acariciarla a salvo de miradas indiscretas.

    - Basta –susurré-. Has bebido demasiado... nos vamos –dije mientras abandonaba el sándwich y arrastraba a mi novia camino de la salida del local.

    - Nos vamos... –dije yo tirando de Ángel con fuerza y separándolo del maldito Javier.

    - ¡Eyyy! –Protestó Javier-. Estamos bailando...

    - Ya no –respondí mientras arrastraba a Natalia hacia la salida.

    - ¿¡Qué haces!? –Preguntó Ángel aturdido.

    - ¿Nos vamos ya? –Interrogó Jesús que vino a nuestro encuentro.

    - Sí, nos vamos... díselo al resto.

    Caminamos hasta donde había aparcado el Mercedes. No podía dejar de pensar en Carlos y Valeria. Acaba de vivir la situación de mayor tensión sexual que había tenido con Natalia desde que empezamos a salir, y fui incapaz de aprovechar la situación. Y no es que lo hiciese porque Natalia estaba borracha y me parecía poco ético aprovecharme de ella, si no que lo hice porque al sentir su mano acariciando mi polla, deseé que aquella mano fuese la de Carlos. Carlos y Valeria ¿adónde habrían ido?

    - Pero tío, tranquilo... nos has sacado casi a patadas del Danzatoria –replicó Ángel.

    - Natalia está... –no pude terminar la frase, a pocos metros del grupo, el estómago de Natalia empezó a rendir cuentas con la naturaleza-. Pues eso, que Natalia ha bebido demasiado, me la llevo a casa –añadí.

    - Bien... ¿quieres que lleve yo a Marc a la suya? –Preguntó Ángel con una sonrisa que no pudo contener. Marc no le vio, estaba de espaldas a él.

    - No... –mi respuesta fue rotunda-. Le llevo yo.

    ¿Dejar solo a Marc en las fauces siempre hambrientas de Ángel? Ni loco. A Marc y a Natalia me los llevaba yo. Ángel me ayudó a sentar a Natalia en el asiento trasero de mi coche y nos despedimos. Marc se sentó a mi lado. Giré la llave electrónica y el motor se puso en marcha filtrándose al habitáculo un leve susurro.

    - Si que es grande, ¿no? –Soltó Marc.

    - ¿El qué? –Pregunté sorprendido.

    - El techo solar ¿no puedes abrirlo? –Suplicó con cara de pena.

    - Está bien –accioné al pulsador y el techo solar panorámico se abrió sobre nuestras cabezas dejando a la vista un cielo rigurosamente negro cubierto de brumas. El aire que se colaba en el interior erizaba el vello de nuestros brazos, Marc se acurrucó en el asiento. Después de un verano de calor agobiante, un otoño de lluvias y frío nos avanzaba un invierno aún más crudo.

    - ¿Dejas primero a Natalia en su casa? –Susurró con una mirada pícara. Miré por el retrovisor interior, Natalia dormía estirada en el asiento de atrás.

    - Vives en Gràcia y Natalia en Poble Nou, es más sencillo dejarte a ti primero y luego llevarla a ella –respondí.

    No es que me supusiese un gran trastorno llevar a Natalia y luego volver atrás para dejar a Marc, pero quería evitar de cualquier forma quedarme a solas de nuevo con él. Complicarme más la vida era lo último que debía hacer aquella noche.

    - Como quieras –dijo él agachando su mirada.

    Circulábamos en silencio cuando de pronto Marc se quitó el cinturón de seguridad, se incorporó y sacó medio cuerpo al exterior a través del techo solar.

    - ¡¡¡Soy el rey del mundoooooo!!! –Gritó emulando a Leonardo Di Caprio.

    - ¡Joder tío! Baja de ahí ahora mismo –exclamé intentando no alzar la voz para no despertar a Natalia.

    - Oblígame a bajar... –respondió asomando la cabeza.

    - Pues ahí te quedas... –dije yo haciéndome el duro.

    - ¡¡¡¡Soy el rey del mundoooooo!!!! –Volvió a gritar.

    Esta vez no pude controlarme, si le veía la Guardia Urbana nos multarían con toda seguridad. Así que le sujeté del pantalón, casualmente a la altura de la cintura-bragueta y estiré con fuerza. Al tirar de él, moví bruscamente el volante y el Mercedes se sacudió con violencia haciendo que Marc cayera sentado en su asiento.

    - Ya puedes soltarme –dijo con una sonrisa burlona.

    Efectivamente, Marc había vuelto al interior del coche pero mi mano seguía sujetándole por la cintura. Mis dedos rozaban casualmente su bragueta.

    - Quiero estar seguro de que no te vas a volver a escapar –añadí con una sonrisa mientras le liberaba y pulsaba el botón para cerrar el techo solar-. Mejor así...

    - ¿Y a ti quién te vigila para que no te escapes? –Replicó Marc posando su mano sobre mi abultada entrepierna.

    - Natalia está en el asiento de atrás... –dije yo casi inmovilizado por la situación. Sus dedos atraparon mi polla por encima de los pantalones.

    - Está dormida... –respondió sin dejar de acariciarme.

    - Marc... –susurré cuando sentí que sus dedos abrían el cierre del pantalón.

    - ¿Qué?

    Sus dedos se deslizaron por la bragueta y empezaron a jugar con mi polla por encima de la tela de mis boxers. Mi erección era imposible de disimular.

    - No sigas por favor... –murmuré.

    - ¿Seguro que quieres que pare? –Preguntó él con una mirada que me desarmó. No respondí.

    - Mmmmmmm... –gemí cuando liberó mi polla y empezó a masturbarme.

    - Para el coche...

    - ¿Para qué?

    - Quiero comerte la polla.

    Dicho y hecho. Reduje la velocidad y giré a la derecha. Entramos en una calle estrecha, poco iluminada y menos transitada aún. Detuve el coche en una zona de carga y descarga y apagué las luces.

    No hicieron falta más comentarios. Me quité el cinturón de seguridad y me abrí más los pantalones, liberando completamente mi polla y mis huevos. Marc se lanzó sobre su presa con desesperación y empezó a comerme la polla tan bien como ya me había demostrado que sabía hacerlo en los baños de Port Aventura.

    Guié sus movimientos acariciándole el pelo. Le observé mientras devoraba mi polla. Me excité al ver como me miraba fijamente a los ojos mientras su lengua rodeaba el glande de mi verga saboreando el precum. Estaba rozando el cielo con aquella mamada. Sin tregua, Marc hundió su cara en mi entrepierna y empezó a lamerme los huevos con desesperación.

    Mi corrida llegó cuando Marc cerró sus labios sobre el tronco de mi rabo y empezó a simular el movimiento de una penetración. No pude más... las piernas me temblaron... mi cuerpo entero se sacudió y empecé a descargar en la boca de Marc. Cuando el mejor amigo de mi novia la liberó, mi polla estaba totalmente limpia. Todo un profesional.

    Instintivamente los dos miramos hacia atrás, como recuperando la conciencia de la situación en la que estábamos.

    - Ufff... –respiré aliviado.

    - Sigue dormida... –añadió Marc.

    - ¿Y tú? ¿Quieres correrte?

    - No, no... será mejor que nos vayamos, ya hemos tentado mucho la suerte.

    - Está bien... –dije aliviado por la respuesta de Marc-. Pero te debo una...

    - Me la cobraré... –añadió él con una sonrisa.

    Arranqué el coche y seguimos camino de casa de Marc. Al llegar a la puerta, me convenció para que Natalia pasara la noche allí, en el estado en que estaba era mejor que sus padres no la viesen llegar así a casa. Él mismo se encargaría de llamarles para avisar. Me pareció buena idea, así que entre los dos la subimos a su casa y la acomodamos en la cama de los padres de Marc.

    - ¿Tus padres no están?

    - No, se han ido de fin de semana a Caldea, necesitaban relajarse...

    - Bien, mejor... así no te piden explicaciones.

    - ¿Quieres quedarte tú también?

    - No, no... será mejor que me vaya –respondí para no complicar aún más la noche.

    - Bien...

    Marc me acompañó a la puerta y me dio un sorpresivo beso en los labios como señal de despedida.

    - Ha sido una noche genial... –añadió.

    - Que descanses Marc.

    De vuelta a casa, recordando lo que minutos antes acababa de pasar en aquel mismo coche, volví a sentirme mal, volví a sentirme triste. El mejor amigo de mi novia me la había comido mientras ella dormía en el asiento de atrás. Esa debía haber sido la mamada más arriesgada, y excitante, que me habían hecho en mi vida. Pero me sentía mal. Mis actos seguían sin encajar en mi tradicional escala de valores. O rectificaba y reconducía mi vida, o me dedicaba a hacer lo que me saliese de los huevos pasando de todo lo demás. Difícil decisión.

    Cuando crucé la puerta de casa, recordé de golpe la extraña desaparición de mi hermano. Dejé las llaves en la entrada y colgué la chaqueta. Cuando caminaba en dirección a mi habitación, pasé por delante de la puerta de la habitación de Carlos, estaba entreabierta. Algo me decía que si miraba en su interior, no me gustaría lo que iba a ver, pero aún así no pude evitarlo. Me detuve frente a la puerta y cuando mis ojos se hubieron acostumbrado a la penumbra, vi a Valeria estirada bocabajo en la cama, desnuda y con las sábanas cubriendo la mitad inferior de su cuerpo. En el suelo, la ropa de Carlos y la suya enredadas.

    El sonido de la puerta del baño tras de mí me alertó. Me giré como un autómata, me movía con lentitud y dificultad, como si estuviese viviendo una pesadilla. Y entonces le vi. Mi hermano salió del baño y caminó hacia mí. Estaba completamente desnudo, obviamente no esperaba encontrarme allí. Cuando estuvo a un paso de mí, me miró fijamente a los ojos. Sin decir nada, se acercó más a mí y nos abrazamos. Sentí su piel desnuda bajo mis dedos. Mis manos se deslizaron por su espalda. Nos separamos y Carlos volvió a mirarme... sonrió. Con aquel abrazo pareció buscar una especie de aprobación, de consentimiento. Estaba con Valeria, al fin estaba con una chica que le interesaba. Yo le había devuelto aquel abrazo, odiaba a Valeria por haber entrado en nuestras vidas, pero me alegré por él, Carlos se lo merecía.

    - Buenas noches... –susurró Carlos mientras entraba en su habitación y cerraba la puerta tras de él.

    - Buenas noches... –balbuceé. Carlos ya no me oía, había desaparecido tras la puerta, una puerta que me pareció un muro aquella noche, un muro infranqueable, detrás del cual existía un mundo al que yo era ajeno.

    Mis piernas se doblaron y fui resbalando apoyado en la pared hasta quedar sentado en el suelo. Cubrí mis ojos con mis manos evitando que las primeras lágrimas se deslizaran por mis mejillas.

    - Me alegro por ti, me alegro por ti... –repetí.




    Continuará...
     
  •  

    CAPÍTULO 63: GOLDEN BOY.


    Maldita zorra. Allí estaba, vestida con una falda, bien, más que una falda era un cinturón ancho, una ajustadísima camisa y unas imponentes botas de piel. Piernas torneadas y morenas, cintura esbelta coronada por unos pechos firmes y proporcionados. Unos ojos rasgados y oscuros al abrazo de unas pestañas eternas. Y una sonrisa… una cálida sonrisa. ¿Quién no va a fijarse en ella? Todos los tíos del bufete se dejan la vista a diario en las sinuosas curvas de su exótica belleza. Nuestras miradas se han cruzado. Algo en mi interior me ha dicho que, después de haberla visto dulcemente dormida en la cama de mi hermano, la relación entre Valeria y yo no volverá a ser la misma.

    He pasado por su lado y tras murmurar un escueto 'hola' he entrado en mi despacho. Valeria me ha seguido y ha entrado tras de mí.

    - Buenos días Señor Lafarge, aquí tiene la documentación que solicitó para el caso Rovira y esta es la lista de llamadas. Le recuerdo que en 30 minutos empezará la reunión con el creativo publicitario.

    - Gracias –he respondido mientras revisaba la lista de llamadas-. Puedes retirarte, supongo que debes estar ocupada preparando la reunión.

    - No, las secretarias de dirección están en ello. ¿Va todo bien? –Ha preguntado ella al captar mi actitud distante.

    - Claro ¿qué iba a ir mal? –He interrogado.

    - Parece enfadado…

    - ¿Enfadado yo? –No estoy enfadado con ella, esa palabra se queda corta para definir mi estado en este momento. Estoy cabreado, asqueado y molesto con Valeria. Me parece lo más rastrero que ha puesto los pies en este mundo.

    - Al menos lo parece…

    - Valeria, mi estado de ánimo es algo personal que no creo que deba compartir con mi secretaria, nos pagan para trabajar, no para hacer un gabinete psicológico –tras soltar el mazazo, he visto como la cara de Valeria mudaba lentamente su expresión, como intentando asimilar mis palabras.

    - Entendido… -ha murmurado justo antes de darse la vuelta y desparecer por la puerta del despacho.

    - Que te jodan –he soltado cuando estaba seguro de que no podía oírme-. Bueno, mejor que no te jodan… con la sesión de este fin de semana creo ya has tenido más que suficiente.

    He terminado de organizarme el día y he salido disparado hacia la sala de juntas. Los socios fundadores se han propuesto encargar el diseño de la imagen corporativa del bufete y su comunicación con los clientes a una agencia de publicidad y Ricardo ha insistido en que yo estuviese presente en el encuentro. Cuando he entrado en la sala, el creativo no había llegado aún. Sentado a la cabeza de la mesa, Ricardo hablando con Roberto y dos socios más. En una de las sillas del lateral de la gran mesa oval estaba Ángel. Me he sentado junto a él.

    - Buenas ¿aún no ha llegado?

    - No, le estamos esperando –me ha respondido él con resignación.

    - Que poca formalidad… -he añadido.

    - Eso díselo a tu hermano, la agencia y el creativo son recomendación suya, o al menos eso es lo que ha dicho tu padre hace un momento…

    - ¿Recomendación de Carlos? –He preguntado confundido, Ángel sólo ha asentido con la cabeza-. Bien esperaré a conocerle para juzgarle. Por cierto, hoy te veo distinto… no sé, ¿has cambiado de peinado?

    - Sí, he cambiado de peinado, de ropa, de color… de todo. Me pasé el sábado con Roberto en un intensivo de shopping y estética.

    - Pues sí, se aprecia el cambio. Te veo mucho más interesante… digamos que el traje de Armani Collezioni ayuda –he añadido con una sonrisa.

    - Mmmm… -me ha mirado inquisitivamente Ángel-. Eres muy superficial si te resulto más interesante por llevar un traje de Armani en vez de uno del Zara.

    - Lo soy –he sonreído de nuevo-. En este mundo tiene que haber de todo, incuso gente superficial, yo no lo veo como algo negativo.

    - Jejeje… estás enfermo tío. Al menos me consuela que asumas tus propios defectos.

    - ¡Uy, qué veo por aquí! Un chico de una plataforma antiglobalización ¿sabías que las manifestaciones fueron el año pasado?

    - Jajajaja… eres la máxima expresión del capitalismo, tío.

    - Claro, ahora me dirás que no te lo pasaste bien de compras con tu novio, ni Julia Roberts debió disfrutar tanto en su personaje de Vivian en 'Pretty Woman'.

    - Hombre, la tarde no estuvo mal, pero ir de compras me agobia mucho, suerte que Roberto y yo encontramos una nueva utilidad a los probadores de El Corte Inglés…

    - Jajajaja… ¿os enrollasteis en un probador?

    - Bueno, dicho así, suena muy fuerte… digamos que Roberto entró a probarse unos pantalones y yo comprobé que no le apretasen del tiro… como está tan bien dotado el pobre chico…

    - Jejejeje… ya veo, realmente interesante –he dicho yo mientras visualizaba en mi mente a Ángel de rodillas comiéndole la polla a Roberto en un probador-. Eso habrá que comprobarlo…

    - Jejejeje... tú acércate a Roberto y la ópera volverá tener un nuevo castrati…

    - Puestos a cantar, prefiero el pop… jejeje.

    Antes de que Ángel respondiese a mis provocaciones, la puerta de la sala se ha abierto de nuevo. Entonces he entendido que la espera había merecido la pena.

    - Buenos días –ha saludado el recién llegado.

    - Señores –ha empezado Ricardo-, les presento a Graham Newey, él es el creativo que se encargará de rediseñar la imagen corporativa del bufete, así como de lanzar nuestra firma más allá del área metropolitana de Barcelona. Sin duda haremos una apuesta muy seria por la promoción del bufete para consolidar este proyecto. Tiene la palabra, señor Newey.

    Metro ochenta, pelo moreno ligeramente despeinado y con flequillo, ojos expresivos de color marrón enmarcados por unas cuidadas cejas, mandíbula de rasgos firmes y sonrisa amplia, delgado pero muy proporcionado y fibrado, de espalda ancha y percha elegante bajo un traje posiblemente de Versace. El diccionario de la RAE deberá reeditarse este año para incluir su foto junto a las palabras estilo y elegancia.

    - Gracias señor Lafarge. En primer lugar quiero agradecer la confianza que han depositado en nuestra agencia para llevar a cabo este proyecto, Ready to Ad es una agencia joven que ha dirigido con éxito proyectos de gran envergadura en el sector en el que…

    Bla, bla, bla… mis oídos han pasado al modo desconexión automática y mis ojos se han clavado en aquel bello ejemplar de hombre. Desde que David desapareció de mi vida no había vuelto a encontrarme delante de una sonrisa tan cautivadora como aquella. Cálmate Juan, me he repetido. Nuestras miradas se han cruzado y Graham me ha dedicado una de sus sonrisas. Cuando estaba a punto de lanzarme sobre él, empujarle contra una pared y morrearle hasta dejarle sin aliento, Ángel me ha interrumpido…

    - Sécate la baba… jejeje.

    - ¿Cómo? –He preguntado aterrizando de nuevo en el mundo real.

    - Que dejes de mirarle tío, que lo vas a gastar… -ha murmurado Ángel.

    - Sólo estoy escuchando lo que dice…

    - ¿Ah sí? ¿Y de qué está hablando ahora? –Tocado y hundido, Ángel me ha pillado.

    - Mmmm… ¿del color de sus boxers?

    - Jejejeje… hazme caso Juan, este tío no es para ti…

    - ¿Crees que no entiende? –He preguntado buscando una opinión cualificada.

    - Perdón… veo que hay algo más interesante que mi exposición, si quieren pueden compartirlo con nosotros –ha dicho Graham con una de sus embrujadoras sonrisas al ver que Ángel y yo no dejábamos de cuchichear.

    - No… ¿qué puede haber más interesante que escucharte? – Ha respondido Ángel con todo el morro del mundo, yo únicamente he rubricado su comentario con una sonrisa cómplice.

    Terminada la exposición, Ricardo parecía entusiasmado con la propuesta de la agencia de Graham, así que la decisión parece tomada, aunque ha decidido aplazarla hasta consensuarla con el resto de socios. Algo me dice que Graham y yo nos vamos a ver las caras muy a menudo las próximas semanas.

    Tras los agradecimientos y cumplidos de rigor, Graham se ha despedido y ha abandonado la sala de juntas. Aprovechando que debía pasarme por el juzgado, he salido corriendo hasta mi despacho, he recogido el maletín y le he seguido hasta al ascensor.

    - ¿Bajas? –Me ha preguntado con una sonrisa.

    - Bajo… -he balbuceado. No podía evitar sentirme nervioso. Hemos entrado en el ascensor y él ha pulsado el botón del parking-. Has hecho una exposición brillante…

    - Gracias, aunque no parecías muy interesado en ella… jejeje.

    - No es eso, perdona… es que tengo una mañana un poco espesa.

    - ¿Eres socio del bufete?

    - No, soy el hijo de Ricardo, me ha pedido que estuviese presente en la reunión, supongo que para contar con un punto de vista más…

    - ¿Joven?

    - Eso es.

    - Vaya, así que eres hijo de Ricardo, entonces tú debes ser el hermano de Carlos ¿no?

    - Sí, eso es… ¿os conocéis?

    - Sí.

    - ¿De qué? –He interrogado yo intentando sacar algo en claro.

    - Puedes preguntárselo a él mismo –ha respondido con una sonrisa mientras las puertas del ascensor se abrían y nos liberaban de ese agradable encierro.

    Graham ha caminado hasta su coche… nada del otro mundo, un pequeño utilitario con pequeñas posibilidades para moverse fuera del asfalto, quien más quien menos tiene un Porsche Cayenne para ir a trabajar ¿no?

    - ¡Espera! –He gritado justo cuando Graham entraba en su coche. Ha bajado la ventanilla mientras arrancaba el motor.

    - ¿Qué?

    - Tienes un coche precioso… -he soltado estúpidamente, sin saber que más decir. Seguramente le he parecido un idiota, o lo que es aún peor, un arrastrado que se muere por acostarse con él…

    - Gracias –ha dicho con una sonrisa mientras insertaba la primera velocidad y salía del aparcamiento. La canción 'Golden Boy' de Sin with Sebastián ha dejado tras de su coche una imborrable estela de elegancia mezclada con la arrogancia y la prepotencia que sólo alguien como él puede permitirse.

    El resto del día no he podido quitarme a Graham de la cabeza. Así que tras una tarde horrible en la cárcel entrevistándome con una clienta acusada de asesinar a su marido, he decidido saltarme la rutina del gimnasio y volver antes a casa. De camino, Natalia, la escurridiza chica pez, me ha llamado al teléfono móvil.

    - Hola guapo…

    - Hola Natalia.

    - ¿Qué haces esta noche?

    - Pues nada, ahora voy camino de casa… ¿por?

    - Porque había pensado en llevar una peli y verla juntos… no sé, me parece que hacemos pocas cosas de las que hacen una pareja normal.

    - Natalia, no somos una pareja normal…

    - Quizás se deba a que pasamos muy poco tiempo juntos…

    - Eso será… -he murmurado entre dientes-. Bien, ven a casa y vemos esa peli, es un buen plan y así no tenemos que esperar al fin de semana para volver a vernos.

    - ¡Perfecto! Sobre las nueve estoy allí, ahora estoy de compras con una amiga, ¡me he comprado una falda espectacular en el Bershka!. Ya me dirás luego lo que te parece.

    - Seguro que te queda muy bien –he respondido mordiéndome la lengua para no soltar ninguna barbaridad sobre ese emporio del traperío para niñas killas-. Hasta ahora Natalia…

    - Joooo… que soso, ¿no me quieres?

    - Mmmm… bueno eres simpatiquilla… jejeje –he bromeado para evitar decir las palabras prohibidas-. Un beso Natalia, nos vemos en una hora.

    - Un beso.

    “Te quiero” son dos palabras que hay que usar con mucha cautela en esta vida, no es bueno precipitarse, y más si, como en mi caso, no son ciertas. Estoy bien con Natalia, me atrae e incluso soy consciente de que es una chica francamente interesante… pero de ahí a quererla hay un buen trecho.

    Llegando a casa me he repetido que no debo darle más vueltas, cierto que no sé en que punto se encuentra mi relación con ella, pero tampoco me preocupa, sólo dejaré que las cosas sigan su curso sin intervenir, no sé que otra cosa puedo hacer. De momento sólo sé que mis ganas de estar con ella no son muchas y que suelo cegarme por objetivos más estimulantes e interesantes como Graham. No hay duda de que su visita a “Lafarge i Associats” me ha descolocado bastante. Ojalá el tiempo y las circunstancias se encarguen de decidir por mí.

    - Buenas… -he saludado al entrar en casa.

    - Hola, Juan –mi hermano ha salido a mi encuentro-. ¿Qué tal en el trabajo?

    - Jejejeje… bien cariño ¿la cena está lista ya?

    - Jejeje… sí amor y me he permitido el lujo de prepararte la bañera por si quieres darte un baño relajante… -ha bromeado Carlos.

    - Parecemos un matrimonio. Menos mal que Natalia viene a cenar con nosotros y saldremos de la rutina –he dicho guiñándole un ojo.

    - ¿Ah sí? Prefecto, hoy he hecho la compra. Pero Natalia no va a ser la única compañía que pasará por esta casa…

    - ¿Y eso? –He preguntado sorprendido.

    - Pues pronto dejaremos de ser un matrimonio y volveremos a ser un trío…

    - ¿Has encontrado a alguien para compartir piso? -He preguntado mientras empezaba a desvestirme en mi habitación. Carlos me miraba desde la puerta.

    - Como tú no buscabas a nadie, no me has dejado otra alternativa…

    - Bien ¿y quién es? –He dicho yo preparándome para lo peor.




    Continuará...
     
  •  

    CAPÍTULO 64: PUNTO DE NO RETORNO.


    - Pues verás, hablé con Toni el día que estuvimos en Port Aventura y me comentó que estaba cansado de vivir en casa de sus padres, entonces pensé que quizás era una buena idea que viniese a vivir con nosotros, así que se lo propuse…

    Me hubiese gustado verme mi propia cara, seguro que las merluzas congeladas del súper de la esquina tenían mejor aspecto que yo en ese momento.

    - ¿A Toni? –He interrogado perplejo.

    - Eso es… al fin y al cabo Toni es tu amigo, es decir, sois muy buenos amigos ¿no? –Carlos ha remarcado especialmente eso de “muy buenos amigos”.

    - Amigos, somos amigos… -he rectificado.

    - Eso he dicho…

    - No, no… has dicho que somos muy buenos amigos, como si intentases decir algo más –he replicado algo molesto por su tono.

    A pesar de que Carlos tenga motivos más que suficientes para pensar en que hay algo más que una amistad entre Toni y yo, léase nuestro encuentro en la buhardilla, no me parece justo que lo diga de una forma tan maliciosa.

    - Sólo he querido decir que sois amigos desde hace mucho tiempo y que Toni me parece una persona de confianza, además, es gay… así no tendremos problemas de homofobia… jejeje –Carlos ha soltado una risita, yo le he mirado fijamente sin cambiar mi cara de merluzo congelado.

    - No le veo la gracia…

    - Vaaaaa, Juan -ha dicho mi hermano mientras se sentaba junto a mí en la cama-, no convirtamos todo esto en un problema. Toni me parece un tío genial para compartir piso con él, independientemente de su orientación sexual… no seremos nosotros los que juzgaremos a alguien por eso ¿no?

    - Carlos, me estás mosqueando esta noche… -he dicho mientras me incorporaba y empezaba a desabrocharme los botones de la camisa-. Parece que los recuerdos de tu noche con Valeria mantienen ocupadas a tus dos neuronas…

    - Sólo bromeaaaaaaba… no te lo tomes tan mal.

    - Joder, es que no sé que pretendes esta noche, parece que intentas echarme algo en cara…

    - No, nada de eso… sólo intento que…

    - ¿Qué?

    - Pues que te sientas cómodo…

    ¡Prefecto! He exclamado para mis adentros. El señor se folla a mi secretaria y recupera su conciencia y orgullo heterosexual (maltrechos desde la noche del 31-J) y encima se permite el lujo de tratarme como si esperase a que yo hiciese pública mi bisexualidad u homosexualidad. Hay que joderse.

    - Ya veo… supongo que todo esto tiene que ver con la noche de mi viaje a París…

    - Yo no he dicho eso…

    - Ya, pero lo piensas –he replicado.

    - … -silencio de Carlos y mirada asertiva.

    - Lo piensas, claro. Pues te estás equivocando, Carlos, yo ya me siento cómodo así, no esperes ningún cambio por mi parte –he respondido en defensa de mi malherido orgullo.

    - Bien, olvidémonos de la noche del 31 de julio, pero que me dices del día en que os encontré a Toni y a ti sin camiseta en la buhardilla o del día que encontré…

    - Basta –he dicho sin dejarle terminar-. Sal de mi habitación por favor, Natalia va llegar en 20 minutos y aún tengo que ducharme.

    - Quiero hablar de esto contigo, por favor… llevo demasiado tiempo esperando a que te decidas a hablar conmigo…

    - No hay nada de lo que hablar Carlos, y te aconsejo que no me juzgues, te recuerdo que el que estaba en mi cama la noche del 31 de julio eras tú.

    No le he dejado responder, me he dado la vuelta y me he encerrado en el baño. Me he quedado inmóvil frente al espejo… sabía que algún día Carlos me pediría una explicación, aunque tenía la esperanza de que no lo hiciese tan pronto. Mis sospechas se confirman, Carlos ya no tiene dudas, es evidente que da por hecha mi bisexualidad. Pero a pesar de que todo es muy evidente, no puedo limitarme a asentir y darle la razón, no estoy preparado para hacer balance, ni siquiera sé en que punto de mi particular evolución me encuentro. Carlos me ha recordado nuestra noche juntos, el encontronazo con Toni en la buhardilla y algo más que desconocía, mi hermano ha dicho que había encontrado algo ¿el qué? Debía ser algo importante si le ayudó a confirmar sus sospechas…

    He salido de la ducha con una toalla anudada en la cintura, distraído dándole vueltas a lo que debía haber encontrado mi hermano para alimentar sus recelos.

    - Lo siento –ha murmurado Carlos. Estaba sentado en la cama.

    - Sal de aquí por favor…

    - No, antes deja que me disculpe –ha dicho incorporándose y acercándose a mí-. Supongo que me he metido donde no me llaman, pero sólo lo hago por ti, te quiero y sólo quiero lo mejor para ti…

    - Bueno, si me quieres, respétame y no me juzgues…

    - Lo siento… -ha repetido-. No quiero que te enfades conmigo, eres lo más importante que tengo en este mundo…

    Ufff… sus palabras me han llegado al alma, a partir de ahí he empezado a aflojar, pero antes, un último toque:

    - Ahora ya tienes a Valeria, seguro que pronto ocupa un lugar predominante en tu corazón.

    - Lo que sienta por Valeria no cambia lo que siento por mi hermano, tú siempre serás prioritario para mí. Que esté con Valeria no cambia nada…

    - ¿Nada? -He preguntado sin poder evitar sonreír.

    - Nada… -ha respondido Carlos. Sin perder la sonrisa, he liberado la toalla de mi cintura y la he dejado caer.

    - Pues que todo vuelva a ser como antes –he dicho justo antes de darme la vuelta para ponerme los boxers-. ¿Te vas a quedar ahí? –Carlos parecía haberse quedado congelado ante la visión de la parte posterior de mi anatomía.

    - Voy a preparar la cena… -ha respondido con una sonrisa.

    Su relación con Valeria no cambia nada, bien… y entonces ¿nuestra relación vuelve a ser como antes? ¿cómo antes del 31-J o como ha sido después del 31-J? Me temo que ya nada volverá a ser como antes. Mi hermano sabe que soy bisexual, es más ¡yo mismo sé que soy bisexual! Y por primera vez desde hace casi un año, los cambios no me parecen algo totalmente negativo, supongo que de todas las situaciones, hasta de aquellas que nos resultan más hostiles, podemos sacar algo útil.

    Creo que ésta ha sido una noche que marcará un nuevo punto de inflexión en mi vida, un punto de no retorno. Mi conversación con Ariadna sobre no bloquearse por la culpa y aprender de los errores, mi recién adquirido buen rollo con Ángel, las preguntas de Carlos… son demasiadas cosas para pensar que en algún momento de mi vida todo volverá a ser como antes. No hay marcha atrás, ahora sólo puedo ir hacia delante, sea cual sea el camino.

    Cuando Carlos y yo terminábamos de preparar la cena, ha sonado el timbre. He abierto yo, y tras de la puerta, ha aparecido una Natalia radiante con una generosa sonrisa. Iba vestida con una falda tejana, una camiseta ajustada y una chaqueta de lana gruesa.

    - Hola guapo –ha dicho Natalia mientras se acercaba a mí y me plantaba un beso en los labios.

    - Hola –he dicho sin demasiado énfasis-. Pasa, te estábamos esperando para cenar…

    Hemos entrado en el comedor donde mi hermano terminaba de poner la mesa. Tras saludar a Natalia con dos efusivos besos, nos hemos sentado los tres.

    - Vaya… tiene muy buena pinta… -ha dicho Natalia mientras contemplaba las rodajas de merluza en salsa verde que Carlos había cocinado y presentado elegantemente en unos platos cuadrados de color negro.

    - Ya ves, hay días en los que me apetece cocinar… -ha respondido Carlos con una amplia sonrisa.

    - Eres un buen partido –ha bromeado Natalia-. ¿También sabes planchar?

    - También, es fruto de una buena educación.. lo curioso es que con Juan no funcionó…

    - Te equivocaste de hermano… -he replicado en tono de burla.

    - En el fondo Juan es un buen chico, pero muy en el fondo… jejeje.

    - Carlos es el cómico de la familia –he bromeado.

    - Y el guapo… -ha añadido él con una sonrisa pícara.

    - Jejeje… los dos sois muy guapos.

    - No, no… yo estoy más cachas –ha replicado Carlos.

    - Jajajaja… si hoooooooombre, ¡y Aznar es progresista!

    - A ver… eso tiene fácil solución… que juzgue Natalia…

    Y dicho esto, Carlos se ha levantado de la mesa y lanzándome una mirada desafiante, se ha quitado la camiseta de manga larga de Desigual que llevaba. Los ojos de Natalia se han iluminado ante la visión de aquel torso de nadador.

    - Difícil de superar… -ha dicho ella con una sonrisa.

    - Bueno, eso está por ver… -he dicho mientras empezaba a desabrocharme los botones de mi camisa Energie.

    - Jejejeje… se nota que sois hermanos –ha ratificado ella.

    - Cierto, pero hay algo que nos diferencia… ¿sabes qué es?

    - No, no lo sabe, Carlitos, ni lo sabrá –he dicho guiñándole un ojo-, ahora mejor terminamos de cenar, que aún tenemos que ver la peli.

    - ¡Ay! Que se pone celoso… -ha murmurado Carlos mirando con picardía a mi novia.

    Durante la cena Carlos ha estado deslumbrando a Natalia hablándole de su trabajo en la empresa de telecomunicaciones y de su intensa vida social… si no fuera porque le conozco y sé que tiene algo con Valeria, diría que intentaba levantarme a la novia. Cría hermanos…

    Pero ya lo dicen: “el que ríe último, ríe mejor”. Así que las tornas han cambiado una vez en el sofá. Cuando Carlos ha apagado las luces y los títulos de crédito de “Adaptation” han iluminado la habitación, mi acercamiento a Natalia se ha consumado. Mi hermano estaba estirado en uno de los sofás, y Natalia y yo estábamos sentados en el otro, muy cerca el uno del otro.

    No sé exactamente por qué, pero en pocos minutos mis manos recorrían camino de la perdición las piernas de Natalia, y mis labios buscaban y encontraban lo suyos… de fondo el trabajado monólogo de un atormentado Nicolas Cage.

    - Bueno chicos, me voy a la cama… mañana trabajo –ha murmurado Carlos, su voz me ha resultado muy lejana, como si no estuviese en este mundo.

    Cuando mis manos se han deslizado bajo la camiseta de Natalia y han rozado sus pechos (¿sin sujetador?) he entendido porque estaba haciendo todo aquello… con mi escenita con Natalia me aseguraba un triunfo ante Carlos y un revés a la idea preconcebida que tenía sobre mi orientación sexual. Ni siquiera el contacto con la suave piel de Natalia despertaba en mí las mismas sensaciones que tiempo atrás había descubierto al acariciar a una chica. Ni siquiera sus labios me han parecido tan jugosos como los de Ana. Ni siquiera sus dedos acariciando mi pecho me han hecho temblar. Quizás porque no hay nada tan absurdo como hacer algo que no te apetece… que no deseas, y mi roce con Natalia no ha sido algo deseado. Pero lejos de detenerme, he querido llegar más lejos… he querido demostrarme que podía llegar más lejos.

    Por eso no me he detenido cuando le he arrancado la camiseta de un tirón y he hundido mi boca en sus pechos. Por eso no he escuchado sus quejidos y he continuado apretándola contra el sofá. Quería llegar tan lejos que me ha parecido incluso normal sentir las cálidas lágrimas de Natalia mezcladas con sus besos. Mi mano apretada contra su boca ha logrado su silencio, sin importarme el precio. Con mi mano libre he liberado los botones de mi pantalón y he levantado la falda de Natalia hasta su cintura. Al sentir el roce de nuestra ropa interior la he mirado. Sus ojos llorosos me han hecho volver a pisar ese suelo inestable y volátil por el que me muevo, sus ojos me han dicho que había llegado más lejos… demasiado lejos. Derrotado, con los ojos llenos de lágrimas, arrepentido… me he apartado de ella y he hundido mi cara en los cojines del sofá, buscando refugio ante mi escandalosa vergüenza.

    - No quiero volverte a ver… -ha balbuceado Natalia en medio de un incontrolable llanto.

    Cuando la puerta se ha cerrado tras de ella, me he mirado las manos… mis dedos se han deslizado sobre un rastro de máscara de pestañas, mis lágrimas la han extendido hasta trazar un tétrico dibujo en la palma de mi mano.




    Continuará...
     
  •  

    CAPÍTULO 65: EL SECRETO DE CARLOS:



    Nos quejamos pero no hay duda de que la vida tiene demasiadas cosas buenas para darse por vencido. Esa fue la sensación que tuve después de la noche de la gran hecatombe, de la noche de mi ruptura con Natalia. Supongo que la nuestra ha sido una ruptura implícita, esta vez no ha hecho falta decir “hemos terminado” o algo por el estilo. Mi actitud esa noche, mi incapacidad de respetarla, han marcado el fin de una relación… un final más que anunciado.

    Desde que conocí a Natalia en la fiesta que dio su hermano Rafa, justo después de que yo cortase con Ana, había tenido esperanzas en que las cosas con esa chica saliesen bien. Tenía esperanzas en que entre Natalia y yo surgiese algo firme, pero desgraciadamente siempre me hizo falta algo más… y ese algo más no llegó nunca. Mi último intento desesperado de llegar más lejos en el terreno sexual con mi novia acabó de la peor de las maneras. Me pasé, claro… pero es que el sexo con Natalia tenía un doble valor para mí: el de consolidar una relación y el de demostrarme que aún podía cumplir con una chica. Pero anteayer mis esperanzas se frustraron definitivamente.

    Cuando me desperté por la mañana, no sabía que hacer. Debía hablar con ella, pero me resultaba imposible coger el teléfono y soltarle algo así como: “Siento haber intentado violarte, y te pediría que no me denunciases. Podemos ser amigos aún, ¿no?”. Natalia me ha decepcionado, sabía que era una cría, que sería complicado entendernos, pero en determinados momentos de nuestra relación me dio auténticas pruebas de madurez, como nuestra conversación durante la cena en la que la invité a la fiesta de inauguración del piso. Espejismos. Natalia es una cría, y no lo digo como algo malo, si no al contrario… siento haberla perjudicado tanto durante estos meses. La he usado casi como la llave que podía abrir de nuevo la puerta del mundo heterosexual. La he usado, y lo peor de todo es que mientras, la he llegado a querer. Pero ahora nada importa. Sólo me queda una cosa que hacer en esta vida que la incluya a ella.

    Camino del bufete la llamada de un número desconocido me sorprendió.

    - ¿Sí?

    - ¡Hola! No sabía si llamarte, porque igual no me recordabas… -su voz me resultó muy familiar.

    - ¡Ey! Eres la chica impacto, no hay duda. Nunca olvidaría una voz tan sensual como la tuya…

    - Jejejeje… debe ser el mote más curioso que me han puesto en la vida…

    - Me alegro de oírte de nuevo, Ariadna. ¿Cómo va todo?

    - Bien, liada con las prácticas de la carrera y esas cosas, pero bien. Me ha costado mucho decidirme a llamarte, pero al final he pensando que debía dar señales de vida..

    - Pues te lo agradezco, hacia días que buscaba la manera de encontrar tu número de teléfono, porque fui tan estúpido de no pedírtelo…

    - Me alegro de haber llamado, pues. ¿Y qué tal te va todo a ti?

    - Ufff… -suspiré sintiendo que un aplastante mal rollo me invadía-. Supongo que podrían irme las cosas mejor, pero es lo que hay.

    - Vaya… -dijo ella cambiando su tono de voz-, te veo realmente desanimado… y eso no puede ser, para desanimada ya estoy yo…

    - Jejejeje… vaya par –sonreí sin poder evitarlo al escuchar su voz-. Habrá que hacer algo para que se nos pasen las penas…

    - No bebo, gracias… -bromeó ella.

    - Jejejeje… bueno, pero al menos aceptarás que nos tomemos un café juntos…

    - Mejor un chocolate… caliente… jejeje, es que a mí el café…

    - Perfecto, podemos ir al Xocoa. ¿Esta tarde te viene bien?

    - Ufff, esta tarde imposible. Tengo que reunirme con el grupo de prácticas para grabar los sonidos para un dramático de audio, ¿mañana podrías?

    - Perfecto, mañana pues –dije con una sonrisa, tenía ganas de volver a verla-. Que vaya muy bien esa práctica…

    - Gracias, Juan. Cuídate y anímate.

    La llamada de Ariadna me animó especialmente. Me hubiese gustado verla aquella misma tarde, pero no pudo ser. No sé que tiene de especial esa chica que cuando hablo con ella me contagio de un buen rollo muy especial, es como si pudiese ser totalmente yo mismo a su lado. ¿Cómo se entiende si no que le contase mi vida la primera noche que nos vimos? Tengo ganas de volver a verla.

    Ya en el despacho me puse a repasar con Ángel la defensa de un caso de apropiación indebida que llevamos juntos. En eso estábamos cuando Ricardo abrió airado la puerta de mi despacho.

    - ¿Podemos hablar a solas un momento?

    - Ahora no puedo, estamos trabajando –repliqué.

    - Tenemos que hablar… -insistió.

    - Tranquilo Juan, yo termino mientras de repasar este fundamento de derecho –añadió Ángel justo antes de que yo mandase a mi padre a la mierda.

    - Bien… -dije yo.

    - Vamos a mi despacho.

    - ¿Qué quieres? –Interrogué cabreado cuando Ricardo cerró la puerta tras de él.

    - ¿Es verdad que tu madre piensa vender el adosado de Sitges?

    - Algo nos comentó la última vez que cenamos con ella, sí…

    - ¿¡Y te parece bien?!

    - Ni me parece, ni me deja de parecer… es su casa, ya no vivo allí.

    - Seguro que el muerto de hambre que se ha echado por novio la ha liado para que venda la casa. Tu madre se va a quedar sin nada –sus ojos estaban inyectados en sangre, y yo era incapaz de entender qué coño le importaba a él la vida de Rosa.

    - Esa es tu opinión, no creo que sea por eso, además, nos dijo que iba a comprarse un piso en Barcelona si no recuerdo mal.

    - Tu madre se está equivocando…

    - Quizás pero yo ya tengo demasiados problemas como para ocuparme de los de los demás…

    - ¿Problemas?

    - Sí, he roto con mi novia –dije sin poder evitarlo. Me quemaba por dentro.

    - ¿Otra ruptura? Te duran muy poco las chicas últimamente…

    - No estoy pasando una de mis mejores épocas…

    - Ya, eso debe ser –respondió poniendo en duda mi afirmación.

    - Lo siento pero tengo que irme, Ángel me está esperando.

    - Me preocupas mucho… -ha soltado en ese tono de sentencia que suelen usar los padres cuando intentan culparte de algo.

    - No es necesario, hace años que sé cuidarme solo –he respondido justo antes de salir de su despacho.

    Durante la comida puse al día a Ángel de mi ruptura con Natalia. Mi amigo me dio su apoyo incondicional, quizás porque obvié el pequeño detalle de que había intentado tirarme a Natalia por la fuerza. Envidio a Ángel. Él es feliz con la vida que ha escogido vivir, con la vida que le llena plenamente. No es que no tenga problemas, no es que no encuentre obstáculos, que los hay, si no que en lo fundamental, Ángel vive lo que ha escogido vivir, y eso ya es mucho. Admiro su valor por haber dado la cara. No es un héroe, pero le admiro. Escoger la vida que quieres vivir hoy en día no es fácil, especialmente cuando se aleja tanto de lo que los demás esperan de ti.

    Por la tarde Carlos me llamó, necesitaba ir de compras, así que quedamos en vernos en el centro de la ciudad a eso de las seis. Dejé la defensa del caso en manos de Ángel y me pasé una hora en el gimnasio. Por desgracia no coincidí con ningún cachas interesante en las duchas… al menos así hubiese podido alegrarme la vista y quitarme de encima esta sensación de frío que nos ha traído diciembre.

    Cuando nos encontramos delante de la puerta del kiosco de la Fnac en Plaça Catalunya, mi hermano lucía una impecable sonrisa. Vestido con unos Dockers, un grueso jersey de lana de DKNY y una cazadora de Quiksilver, Carlos parecía sacado de uno de esos catálogos de ropa llenos de tíos perfectos e insultantemente atractivos. Miré detenidamente mi reflejo en el cristal, sin duda Carlos aún estaba más bueno que yo. No hay nada como la natación para darte un cuerpo perfecto.

    - ¿Qué tal el día?

    - Ufff… agotador… debería haberme hecho informático, seguro que me estresaba menos… -bromeé.

    - Claro, claro… yo estoy descansadísimo… como los ordenadores van solos… jejeje.

    - Bueno, al menos te queda energía para ir de compras…

    - Ya, pero es que es de las pocas tardes que tengo un poco de tiempo libre y necesito comprar ropa…

    - Bien… vamos a Gonzalo Comella y te pruebas algún modelito, seguro que te relajas… jejeje.

    - Creo que será mejor que vayamos al Pull&bear, te recuerdo que yo no soy abogado en el bufete de mi papá… jejeje.

    - Jejejeje… cabrón, pues ahora por hablar vamos a donde yo diga, y además voy a regalarte algo…

    - ¿Algo?

    - Sí… ya lo verás…

    Entramos en la tienda de Modelo en la Rambla. Carlos se perdió entre las camisas de la colección otoño-invierno de Antonio Miró y yo me deslicé hasta uno de los dependientes y le compré algo muy útil e interesante sin que se diese cuenta. En menos de veinte minutos estábamos fuera de la tienda. Carlos no suele ser de los que revuelven todo y se prueban mil modelitos… suele ir más al grano… ¿en todo?

    Después, dimos una vuelta por las tiendas de Portaferrissa y subimos paseando por Potal de l’Àngel. La iluminación navideña de la calle contrastaba bastante con el habitual buen gusto de la ciudad… no se puede decir que la representación de una botella de cava descorchándose sea muy poética. Respiré profundamente, en el ambiente se percibía ese toque navideño que te hace sentir especialmente nostálgico.

    La Navidad, extraña época donde la fiebre consumista calienta los termómetros a golpe de Visa consolando así a los mortales capitalistas del crudo frío invernal. Fechas para pedir perdón por viejos errores y acercarte a la gente que quieres. Y frente a las buenas palabras, la hipocresía. Invitaciones incómodas para la cena de Navidad, vistas obligadas a parientes a los que no soportas, el amigo invisible en el trabajo y te toca regalarle al más cabrón de tus compañeros, conversaciones con tus vecinos que van más allá de “que frío hace hoy”, interminables comidas y atracones de turrón y mantecados… menos mal que sólo es Navidad una vez al año, tan insoportable como necesaria… Es triste que unas bombillas de colores y un abeto moribundo se encarguen de recordarte lo cabrón que has sido el resto del año… pero más vale eso que ser cabrón todo el año.

    - ¿No me ibas a comprar algo? –Me recordó Carlos con una sonrisa traviesa.

    - Ya lo he hecho…

    - ¿Ah sí? ¿Y cuándo me lo piensas dar?

    - Cuando crea que lo necesitas…

    - Ahhh… bueno, ¿y cuándo crees que será eso?

    - Pronto, espero… -respondí con una sonrisa.

    - Bien… esperaré.

    Muertos de frío… y de hambre, entramos en una café. Carlos se quitó la cazadora y la colgó en el respaldo de la silla. Sentí asco, asco por estar mirándole con esos ojos… me resultaba tan jodidamente atractivo. Recordé su cuerpo desnudo la noche que estuvimos juntos, sentí de nuevo la calidez de su polla en contacto con mis labios. Mi hermano me la pone dura ¿y qué? ¿quién sale perjudicado en todo esto? Me repetí que si algún día volvía a surgir la oportunidad… no dudaría, aunque fuese solamente una despedida para ese recuerdo.

    - Por cierto, Toni empieza el traslado de sus cosas mañana por la tarde…

    - Joder, que rápido –respondí mientras tomaba asiento.

    - Bueno, es que te recuerdo que el alquiler lo vamos a pagar igual, así que mejor que volvamos a ser tres cuanto antes.

    - Bien…

    - Sólo hay un problema –le miré con fingida desesperación- que yo no puedo estar en casa mañana por la tarde. Por la mañana me voy a Madrid a supervisar un proyecto…

    - No hay problema… no tengo nada mejor que hacer mañana por la tarde…

    - Perfecto –respondió con una sonrisa-. Es que Graham me ha pedido que me encargue de supervisar la instalación informática y la intranet de la sucursal que abrirá su agencia en Madrid…

    - ¿Graham?

    - Sí, el creativo publicitario que le recomendé a Ricardo para vuestro bufete, creo que ya le conoces ¿no?

    - Sí, pero esa no es la pregunta, la pregunta es: ¿de qué lo conoces tú?

    - Ufff…es una historia muy larga…

    - Tranquilo, tenemos mucho tiempo… ni siquiera hemos pedido aún…




    Continuará...
     
  •  


    CAPÍTULO 66: COMPRENDER PARA QUE TE COMPRENDAN.


    -Bueno… nos conocemos desde hace bastante tiempo, Graham y yo fuimos juntos al instituto aquí en Barcelona, antes de que nos mudásemos a Sitges…

    -No sabía que mantuvieses el contacto con gente del insti de Barcelona…

    -No, a Graham le perdí la pista cuando nos mudamos. Le volví a ver el día que su agencia se hizo cargo de la publicidad de la empresa en la que trabajo.

    -Vaya, todo un reencuentro de película…

    -Sí, me alegro de que nos hayamos reencontrado, guardaba muy buenos recuerdos de él.

    -¿Ah sí? ¿y eso? –Pregunté yo dejándome llevar por la curiosidad.

    -Pues no sé, pasamos mucho tiempo juntos cuando íbamos al instituto…

    -Claro… -dije yo sin poder ocultar que su respuesta no me satisfacía.

    -¿Y esa cara?

    -Pues no sé, me da la impresión que te reservas algo de tu historia con Graham… -Carlos me miró desconcertado, mi pregunta le había pillado desprevenido.

    -Graham y yo fuimos muy buenos amigos, sólo eso…

    -¿Y ya sabías por aquella época que tu mejor amigo era gay?

    -¿Gay? No sabía que Graham fuera gay… -respondió Carlos sorprendido.

    -Bueno… es sólo la impresión que se llevó Ángel al verle –me justifiqué yo- y Ángel sabe bastante de esas cosas…

    -Puede ser… no he hablado con él de ese tema… -respondió Carlos fingiendo normalidad.

    -Ya… ¿y nunca lo sospechaste?

    -No –mi hermano había cambiado el tono de su voz, ahora estaba muy serio- nunca imaginé nada, y no sé en que se basa Ángel para decir que Graham es gay…

    -Tranquilo… -dije con una sonrisa traviesa-, sólo son suposiciones de Ángel, supongo que lo dedujo de las miradas de Graham, de su estilo o de su forma de actuar –me callé el pequeño detalle de que Graham llevaba puesta una canción de lo más petarda cuando salió del parking del bufete aquella mañana.

    -Es posible –repitió Carlos-, en todo caso si tienes tanta curiosidad, puedes preguntárselo a él, seguro que tiene que volver a “Lafarge i Associats” –Carlos me había lanzado toda una indirecta con aquella frase.

    -No, no… no me interesa –mentí yo-, era pura curiosidad…

    Carlos no volvió a hacer ningún comentario más acerca de Graham el resto de la tarde. Según él, no había más que una buena amistad y un puñado de recuerdos adolescentes entre ellos, pero Carlitos pareció ponerse nervioso ante mi amable interrogatorio acerca de la sexualidad de este reencontrado amigo. Seguiremos investigando.

    Cuando caminábamos por Passeig de Gràcia mirando escaparates, nos cruzamos con una cara que me resultó muy familiar. Le pedí a Carlos que me esperase un segundo y volví sobre mis pasos para atraparle.

    -Hola… -le dije mientras le sujetaba del hombro.

    -¿Qué? –Murmuró él mientras se giraba- ¿Qué haces tu aquí?

    -No sé… ir de compras y pasear un rato… -respondí-. ¿Y tú?

    -Estoy con unos amigos –dijo Marc lanzando una mirada a tres chicos de su misma edad y apetecible aspecto de deportista adolescente que le esperaban a unos metros de distancia-. Vamos a tomar algo…

    -Vaya, muy bien…

    -Lo siento, tengo que irme… -dijo él visiblemente nervioso.

    -¡Ey! Tranquilo, una cosa más antes de que te vayas… ¿has hablado con Natalia?

    -Sí, hablé con ella ayer… ya me ha contado lo de vuestra…

    -Ruptura –añadí yo-. ¿Puedo preguntarte qué te pasa?

    -Ya te lo he dicho… estoy con unos amigos, no quiero tener que dar explicaciones luego.

    -Sólo te has encontrado a un conocido, no creo que debas dar muchas explicaciones por eso.

    -Ya se habla demasiado de mí en clase como para empeorarlo con esto.

    -¿Se habla de ti? ¿Damián habla de ti?

    -Eso parece, y ahora sólo falta que Natalia siga extendiendo rumores. Lo siento Juan, debo irme –Marc parecía realmente angustiado.

    -Natalia no sabe nada, y no deberías temer tanto por los rumores, haz lo que te apetezca hacer.

    -Ya… pero no es tan fácil. Llámame, Juan, y hablamos con más calma.

    -Lo haré –dije justo antes de que Marc se perdiese entre la gente.

    -¿Es un amigo de Natalia, no? –Preguntó Carlos cuando volví a su lado.

    -Exacto.

    -Me sonaba su cara de la fiesta que dimos en el piso. Parecía nervioso ¿no?

    -Sí, Natalia le llamó ayer y le contó lo de nuestra…

    -¿Ruptura?

    -¿Cómo lo sabes?

    -Ricardo me ha llamado este medido día, desde que se lo has contado no ha podido quitarse el tema de la cabeza…

    -Puede estar tranquilo, parece que me voy acostumbrando a las rupturas…

    -¿Seguro que estás bien?

    -Seguro… -respondí. Le miré a los ojos y casi pude leer en ellos lo que estaba pensando-. Rompimos porque estaba cansado de esperar a que se decidiese a llegar más lejos conmigo…

    -Vaya… -dijo Carlos sin poder disimular su sorpresa-. Pensaba que Natalia y tú ya habíais…

    -No, nunca confió en mí…

    -¿Y no hay ninguna posibilidad de que lo intentéis de nuevo?

    -Ninguna –dije yo con rotundidad-. Lo único que me queda por hacer es disculparme. Nuestra ruptura fue muy dura para Natalia, me porté mal con ella… supongo que no querrá ni hablar conmigo, pero intentaré disculparme con ella…

    -Bien, si crees que debes hacerlo…

    -Tengo que hacerlo, sí… aunque no sé cuándo lo haré.

    Cargados como mulas con las bolsas de Carlos… y algunas mías, caminamos de vuelta a casa. Le acabé de contar muy por encima los detalles de mi ruptura con Natalia mientras Carlos escuchaba en silencio. Supongo que ese nuevo fracaso en mi vida sentimental hizo que sus suposiciones acerca de mi sexualidad siguiesen aumentando. Poco podía hacer yo para evitarlo, pero tampoco creo que hiciese mucha falta. No era el momento para entrar de nuevo en juicios, creo que los dos lo evitamos.

    Cuando entrábamos en el portal, coincidimos con un chico de unos veinticinco años, bastante mono de cara y de cuerpo musculadito y apetecible. Vestía unas botas negras, unos vaqueros desteñidos muy ceñidos, una camisa negra con unas letras de tela bordadas en el pecho y una chaqueta larga de piel negra. Nos saludamos y entramos juntos en el ascensor.

    -¿A qué piso vais?

    -Al primero –respondimos Carlos y yo al unísono.

    -¿También vais a casa de Víctor? -Preguntó él con una sonrisa tras pulsar el botón del ascensor.

    -No, somos sus vecinos –respondió Carlos devolviéndole la sonrisa.

    -Vaya… que suerte tiene Víctor de tener unos vecinos como vosotros… Si queréis, podéis uniros a la fiesta…

    -¿Fiesta? –Interrogó Carlos.

    -Sí, ya me entiendes… una fiesta… privada…

    -No gracias, él es muy celoso –respondió Carlos señalándome. Las puertas del ascensor se abrieron.

    -Bien, si os lo pensáis, estaremos en la puerta de al lado –dijo el ligue de Víctor.

    Cuando cruzamos la puerta de casa y la cerramos tras de sí, Carlos y yo estallamos en una sonora carcajada. El último amiguito que había hecho Víctor por el chat, con toda seguridad, nos invitaba a unirnos a una orgía de sexo…

    -Menos mal que Sergio no ha presenciado la escena… jejeje –bromeé.

    -Esta muy animado este edificio –respondió Carlos ente risas.

    -Pues espérate a que se mude Toni mañana, cuando Víctor le vea seguro que se lanza con sus hambrientas fauces sobre él…

    -Posiblemente… jejeje. Aunque yo hace semanas que no me lo encuentro en la escalera…

    -Cierto, yo no le veo desde el día que estuve en su casa esperando a que llegaseis porque me había dejado las llaves…

    -No sabía que hubieses estado en su casa esperando…

    -Te lo conté –mentí yo.

    -¿Y qué tal? ¿es simpático? ¿hospitalario?

    -Sí, muy simpático… y muy hospitalario, bueno, seguro que lo es con todos los tíos buenos –dije yo con una mueca de burla.

    -Entonces no debió ser muy amable contigo… jejeje –bromeó Carlos.

    -Más de lo que lo hubiese sido contigo –respondí guiñándole un ojo. No dije ninguna mentira.

    Cuando entré a cambiarme en la habitación, sonó el timbre del portero automático. Carlos contestó. Minutos después, sonó el timbre de la puerta. Mi hermano la abrió. Escuché una voz femenina de fondo… temí lo peor. A la última persona que deseaba ver aquella noche era a Valeria la calientamotores. Recé para que no fuera ella.

    -¡Juan! Rosa ha venido a cenar –gritó Carlos desde el pasillo.

    -Enseguida salgo –respondí aliviado.

    Cuando salí a saludar a Rosa en mis labios se dibujaba una impecable sonrisa. Me había imaginado lo peor.

    -Hola mamá –le dije justo antes de que Rosa me plantara dos sonoros besos en la mejilla.

    -Hola hijo, he venido antes pero no estabais, así que me he ido hacer unas compras. Os he traído los postres…

    -Prefecto –dijo Carlos-, así cenarás con nosotros.

    -Uy, no sé, no sé… no me gustaría molestar.

    -Estás en tu casa, Rosa –insistí yo.

    -Espero que sigáis tan amables cuando os cuente la noticia que os he venido a contar…

    -Creo que nos lo imaginamos –dije yo al ver su cara de niña descubierta por sus padres después de haber hecho algo mal.

    Ayudé a Rosa a preparar pan con tomate y jamón serrano mientras Carlos ponía la mesa en el comedor. Rosa me estuvo contando lo bien que iban las cosas con Eduard. Me alegré por ella, estaba realmente entusiasmada con su… ¿novio? Además, la relación entre mi madre y el hijo de Eduard era ejemplar, se le iluminaba la cara cada ve que hablaba de Mario.

    Cuando todo estuvo listo, nos sentamos a la mesa. Carlos apagó el televisor y la evocadora voz de Àngels Barceló en el Informativo de las 20:30 se desvaneció en el silencio. Lo que venía ahora era fácil de imaginar.

    -Y bien ¿qué has venido a decirnos? –Preguntó Carlos en un tono de solemnidad casi protocolaria.

    - Supongo que ya os lo imagináis…

    -Has vendido la casa de Sitges… -dije yo.

    -Eso es… pero antes de que empiece el ataque, os diré que me he comprado un piso precioso Ciutat Vella, hay que reformarlo todo pero es fabuloso y muy espacioso…

    -Bien, si es lo que quieres, perfecto, me alegro por ti –dijo Carlos con una sonrisa.

    -Lo mismo digo, no seré yo el que discuta el encanto de Barcelona.

    -¿No vais a quejaros? ¿A echarme algo en cara?

    -Jejejeje… es tu casa, es tu decisión –respondió Carlos.

    -Vaya, me alegro de que os lo hayáis tomado tan bien –la felicidad de Rosa se reflejaba en su rostro-. Que sepáis que todas las cosas que dejasteis en el adosado tendrán su lugar en mi nueva casa si no queréis traerlas aquí. Es más, que sepáis que en mi casa siempre tendréis una cama…

    -¡Ey! No te pongas nostálgica… nos alegramos mucho por ti –dije mientras apretaba su mano-. Esta también es tu casa.

    -¿Vivirás con Eduard?

    -No, no… de momento él seguirá en su piso en Sants. El tiempo dirá…

    -Muy bien –respondió Carlos con una sonrisa.

    Terminamos de cenar mientras nos poníamos al día mutuamente de nuestras vidas. Rosa no se sorprendió de mi ruptura con Natalia porque ni siquiera sabía que había vuelto a salir con una chica después de Ana… es lo que tiene la falta de comunicación. Sobre Ana me contó algo muy interesante, al aparecer mi ex novia (y ex escarceo amoroso de Carlos) había encontrado nuevamente la felicidad con aquel Iván tan servicial que le dio su apoyo en nuestro fin de semana en Salou, Iván alias “buitre”. Por difícil que parezca, la vida nunca deja de sorprenderte.

    Cuando estaba en la cocina separando la basura para reciclarla (práctica obligada en nuestra casa) Rosa entró a dejar los platos en el lavavajillas.

    -Esta noche me has sorprendido…

    -¿Por qué?

    -El día de tu graduación, cuando comimos con Carlos en aquel restaurante, te dije que jamás serías capaz de comprender a los demás, de ponerte en su lugar…

    -Lo recuerdo –respondí.

    -Me equivoqué… hoy me has dado una lección de madurez. Estoy orgullosa de ti.

    -Quizás lo he hecho porque espero poder contar algún día con esa misma comprensión.

    -La tendrás, al menos por mi parte la tendrás… sea para lo que sea.






    Continuará...
     
  •  

    CAPÍTULO 67: HAZLO.


    Cuando crucé la puerta de la chocolatería suspiré aliviado, volvía a llegar tarde, como en los viejos tiempos, pero al menos había llegado. Recorrí el local con la vista y caminé hasta las mesas del fondo, las que no se veían desde la puerta… y la vi. Allí estaba ella esperando pacientemente vestida con un una camiseta de cuello alto de Custo y unos vaqueros. Llevaba su rizado pelo castaño oscuro recogido. Cuando me vio, en su cara se dibujó una sonrisa a caballo entre “que ganas tenía de verte” y “te mataré por llegar tarde”.

    -Siento haber llegado tarde, se ha presentado un cliente inoportuno a última hora y no he podido deshacerme antes de él.

    -Tranquilo, no llevo mucho esperando, sólo 40 minutos… -dijo ella con una sonrisa justo antes de corresponder a mis dos besos.

    -Espero poder compensarte…

    -Mmmmm… se me ocurre que un trozo de ese pastel de chocolate que hay en el escaparate ayudaría…

    -Eso está hecho… -respondí con la mejor de mis sonrisas.

    Cuando una camarera tan agradable como un congreso del Partido Popular hubo tomado nota, la miré fijamente, mejor dicho, nos miramos…

    -No sé porque tengo la sensación de que hace mucho tiempo que nos conocemos…

    -Pues es mutua… -respondió.

    -Es curioso… pero bueno, cuéntame algo más de ti.

    - Pues no sé… como ya te conté por teléfono, estoy estudiando Publicidad, bueno, acabo de empezar, antes tuve algún tropiezo con el duro mundo universitario…

    -Vaya… -dije preocupado.

    -Nada grave, tranquilo, digamos que no pasé por una buena época. El día que nos encontramos en el Danzatoria, había ido con un compañero de clase, que también es de Tarragona, y su novio…

    -¿Eres de Tarragona?

    -Bueno, ahora vivo en Tarragona, aunque nací en Barcelona, es una historia muy larga…

    -Jejejeje… eres una caja de sorpresas…

    -Espero que no te canses de mí antes de descubrirlas…

    -¿Cansarme? Nada de eso… me das muy buen rollo. Que nos encontrásemos aquella noche fue algo más que una casualidad. Me ayudó mucho lo que me dijiste ¿sabes?

    -¿Sí? ¿y eso?

    -Pues me hizo pensar… ya te conté que estaba bastante confundido por lo que respecta a mi sexualidad, pero desde nuestra conversación siento que recupero en cierto modo el control de mi vida…

    -Vaya, me alegro…

    -He roto con mi novia –solté de golpe. Ariadna me miró perpleja.

    -¿Mis consejos te han hecho tomar esa decisión?

    -No, no… sólo que creo que es lo mejor, ya le he hecho demasiado daño con mis dudas y con mi necesidad de demostrarme que… que…

    -¿Aún te ponen las tías?

    -¿Cómo lo sabes?

    -Porque me lo supongo, si estás pasando por un período de dudas es lógico que quieras demostrarte a ti mismo muchas cosas…

    -Puede, pero por culpa de esa fijación me he pasado con ella…

    -¿Pasado?

    -Sí, intenté forzara para que… -no pude acabar la frase. Una ola de asco y vergüenza me invadió. Agaché la mirada, me sentía podrido por dentro.

    -Tranquilo… -dijo ella con la voz serena-. ¿Ella está bien?

    -Ufff… no sé… -tenía un nudo en la garganta-, supongo que lo está pasando mal, pero aunque me pasé al intentar forzarla, no le hice daño… te lo aseguro…

    -Deberías hablar con ella… -dijo cogiéndome la mano por encima de la mesa-, disculparte…

    -Lo sé, tengo que hacerlo, pero aún no me atrevo a decirle nada, estoy muy avergonzado. Por eso siento la necesidad de hacer mi vida sin perjudicar a nadie más… bastante putadas he hecho ya a la gente que me rodea…

    -La gente que está a tu lado seguro que te apoya, equivocarse es humano, como te dije la noche que nos conocimos, no sirve de nada lamentarse, ahora que parece que empiezas a tener las cosas claras, es el momento de mirar hacia delante…

    -Ufffff… -respiré aliviado, como liberándome de un peso que arrastraba desde hacia mucho tiempo, tanto que no lograba recordar desde cuando.

    Terminamos la tarde hablando un poco más de nuestro pasado. Le conté todo mi camino hasta aquella taza de chocolate caliente, bueno, fue un resumen, un buen resumen, porque aunque tengo una vida corta, da para algo más que una tarde ¿no?

    Ariadna me estuvo contando que se había mudado de Barcelona a Tarragona cuando tenía seis años, que había estudiado desde entonces allí, pero que al llegar a la universidad se decidió por la filología inglesa y se equivocó. Con la Publicidad, su imaginación estaba mucho mejor aprovechada… y es que es ingenio y creatividad de lo que más destila esa chica, ¿cómo se explicaría si no que llevase unos guantes al más puro estilo deconstrucción creados por ella misma?

    Hechas las presentaciones, nos lanzamos a hablar de nuestros gustos, de televisión, de cine, de ropa, de música. Enamorada de Tim Burton, de Allan Poe, del mundo fantástico de La Historia Interminable, atrapada en los sueños de Alicia en el País de las Maravillas, marcada de por vida por la mítica peli de los Goonies… mientras me relataba con auténtica pasión su mundo, la envidé en cierta manera, pero fue una envidia sana. Ariadna simbolizaba todo ese interés por la cultura, por el cine, por la música que siempre he querido tener… reflejaba esa apertura de miras que se necesita para encajar en un mundo tan loco como el nuestro. Sonreí… al menos yo sabía una cosa que ella desconocía: la mejor de las fantasías jamás escritas era precisamente ella, jamás había encontrado en alguien tanta imaginación, tanto poder de seducción…

    -Te falta algo… -interrumpí.

    -¿Cómo?

    -Creo que te falta algo para ser realmente feliz…

    -¿Ah sí? ¿el qué? -Preguntó ella con una sonrisa juguetona.

    -Una sonrisa de verdad…

    -Puede… pero eso sería el efecto, antes necesito un motivo para sonreír de verdad…

    -Lo encontraré…

    Mi frase fue todo un reto. Ariadna es tan intensa que estoy seguro que antes de que la conozca del todo habré logrado encontrar el porqué de esa ausencia de sonrisas sinceras, y si lo encuentro estaré más cerca de ella.

    Nos despedimos en Ronda Universitat con Passeig de Gràcia. Ella siguió caminando en dirección al piso que su madre le había comprado para que pudiese estudiar en Barcelona, también en el Eixample, y yo giré a la izquierda en dirección a casa. Sus dos besos me acompañaron durante todo el camino.

    Si mi vida fuera una historia novelada, se diría que en aquel momento se produjo un cambio brutal de registro. La magia de Ariadna dio lugar en pocos minutos al estupor. Cuando llegué al portal de casa, mi queridísimo amigo Toni estaba apoyado en una furgoneta de Europcar aparcada justo delante del edificio.

    -Joder… -exclamé tomando conciencia de mi mala memoria- Carlos me dijo que vendrías esta tarde, pero se me había olvidado…

    La cara de Toni era todo un poema, ni siquiera mudó su gestó cuando le supliqué que me perdonara, que lo mirase por el lado positivo, que ya estaba allí y podíamos empezar la mudanza.

    -Llevo tres horas esperando… ni siquiera siento las extremidades…

    -¿Ninguna de ellas? -Bromeé.

    -Eres un cabrón tío… tienes un memoria propia de un pez y no me vengas ahora haciéndote el simpático…

    Me acerqué a él, tanto que casi sentía su cálida respiración en mi cara. Apoyé mi mano en su hombro y la deslicé brevemente hasta su pecho. Toni se quedó en silencio. Le miré fijamente a los ojos, olvidándome del resto de la gente que pasaba por la calle.

    -Seguro que encontramos una manera de compensarte por la espera… -mi gran frase.

    Subimos en el ascensor junto a las primeras cajas de Toni. Apenas nos separaban unos escasos centímetros. Mi amigo me miraba de vez en cuando, sin poder mantener su mirada. Me gustaba verle inquieto… ponerle nervioso.

    -¿Carlos no está? –Preguntó al entrar en el piso.

    -No, creo que había quedado con alguien… -respondí.

    -Vaya… -murmuró Toni.

    -Tranquilo, no voy a hacerte daño… jejeje –bromeé.

    -Lo preguntaba para saber si podíamos contar con su ayuda… -respondió él con una sonrisa.

    -Pues va a ser que no… creo que deberás conformarte con el hermano menos guapo… -bromeé.

    Descargamos las cajas de la furgoneta y lo acomodamos todo en el portal. Mientras yo iba a devolverla, Toni subió el resto de paquetes al piso. Cuando volví, mi amigo colocaba sus cosas en su nueva habitación a ritmo de Elephant Love Medley de la banda sonora de Moulin Rouge. Me apoyé en el marco de la puerta. Toni se había quitado la camiseta, vestía únicamente unos pantalones vaqueros. En la habitación hacia un calor asfixiante. Con la calefacción a toda máquina y el esfuerzo físico, sobraba ropa.

    -¿Qué? –Preguntó él al verme allí parado.

    -¿Y tu novio?

    -Se ha ido a pasar las Navidades al pueblo de sus padres.

    -¿Ibiza?

    -No, Calatayud…

    -Ah… -suspiré y sonreí-. Me encanta esta canción…

    -Y a mí… -respondió él-. Me trae muchos recuerdos…

    -¿Y eso?

    -El día que vimos esta peli juntos el cine creo que entendí que me estaba enamorado…

    Me acerqué a él. Casi podía sentir su respiración. Le brillaba la piel. Posé mis manos en su pecho y recorrí sus pectorales y su abdomen. Le miré a los ojos, esos ojos verdes tan profundos, es carita de niño bueno tan cercana a un anuncio de Polo Ralph Lauren… Nos besamos.

    Con Ewan Mcgregor y Nicole Kidman inundando con sus voces la habitación empezamos a acariciarnos, a besarnos con deseo acumulado. Me quitó la camiseta mientras yo le empujaba contra la cama y le lamía desde el cuello hasta el pecho. Sus dedos se clavaron en el cierre de mis pantalones y empezaron a liberarme de la presión. Continué lamiendo su cuerpo hasta llegar a su obligo y sin poder detenerme, abrí el cierre de sus pantalones y tiré de ellos. De nuevo ante mi vista aquel apetecible paquete bajo unos boxers blancos. A esas alturas ya me había quitado los pantalones. Le mordí en una especie de arrebato incontrolable por encima de la ropa. No puede esperar más, se los arranqué literalmente y empecé a devorar su polla. Toni gemía y se retorcía.

    Cuando intuía que su excitación se acercaba peligrosamente al final, le di la vuelta y empecé a relajar su esfínter con mis dedos. Después mi lengua hambrienta se perdió de nuevo entre sus piernas. Toni gemía mientras dos de mis dedos se adentraban en su interior.

    -Hazlo…

    Me quité los boxers y apunte mi polla, me moría de ganas de follármelo. Cuando empecé a penetrarlo sentí una descarga que me recorrió todo el cuerpo. Casi perdí el sentido cuando empecé a correrme en su interior. De fondo… nuestra canción…



    We can be heroes

    Just for one day

    Just for one day

    We can be heroes

    Forever and ever

    We can be heroes

    Forever and ever

    We can be heroes






    Continuará...
     
  •  


    CAPÍTULO 68: CUANDO QUIERES ERES FANTÁSTICO.



    -Bien, este es tu último informe… ahora ya puedes tomarte un merecido descanso… -ha dicho Ricardo cuando le he entregado el dichoso informe.

    -Gracias… la verdad es que me apetecen unos días de calma –he respondido con una sonrisa de oreja a oreja.

    -Bueno pues empieza a disfrutar de tu descanso ¿vendrás a la cena de empresa de esta noche?

    -Uff, no creo… Carlos ha preparado una cena de bienvenida para Toni. Se mudó ayer al piso…

    -Lo sé, he hablado con Carlos durante la comida, hoy tenía el día libre y me ha hecho una visita.

    -Me alegro de que hayáis recuperado el buen rollo…

    -Más o menos…

    -¿Por qué dices más o menos?

    -Porque aún no ha tenido que enfrentarse a vernos a Sara y a mí juntos…

    -Pues queda poco para que ese momento llegue, mañana cenaremos juntos ¿no?

    -Sí, Carlos me ha dicho que pensáis dar una cena en vuestra casa, como Rosa y yo no vamos a celebrarlo de forma especial…

    -Pues algo me ha dicho esta mañana, supongo que hoy le ayudaré a prepararlo. ¿Y tú? Estás preparado para ver a Rosa de nuevo?

    -No tengo nada en contra de tu madre…

    -Ya… -he dicho simplemente- Bueno, te dejo, quiero despedirme de mis compañeros antes de irme…

    -¡Ah! Juan, se me olvidaba…

    -Dime…

    -En dos horas tengo una reunión con el creativo publicitario, tiene lista la nueva imagen corporativa del bufete. El problema está en que yo tengo una reunión extraordinaria con los socios y me es imposible ir…

    -¿Quieres que vaya yo? –He preguntado intentando disimular mi sonrisa.

    -Sí, todos los socios ya la han visto, sólo se trata de firmar el contrato para ratificar la aprobación del bufete. La reunión es en la agencia a las 6.

    -Bien, iré yo. No tengo nada más que hacer esta tarde –he mentido yo. Todo sea por ver de nuevo al intrigante Graham Newey.

    Tras salir del despacho de mi padre he soltado un suspiro y en mi rostro se ha dibujado una sonrisa inmensa. Me he despedido de mis compañeros más cercanos del bufete, entre ellos Ángel.

    -¡Ey! Hemos sobrevivido a nuestro primer contacto con la abogacía… -he gritado al verle.

    -Bueno… jejeje, ¿lo dudabas? Ahora a descansar…

    -A descansar después de las fiestas, porque de momento me espera un duro trabajo para montar la cena de mañana.

    -¿Hacéis cena de Nochebuena en vuestra casa?

    -Sí, digamos que intentaremos que la tradición familiar no se estropee ahora que Ricardo y Rosa ya no están juntos…

    -Bien hecho tío.

    -¿Qué haces tú mañana?

    -Pues no sé, en Navidad volveré a Reus Con mi familia, pero mañana pensaba cenar con Roberto en un restaurante del centro o algo así…

    -¿Y su familia?

    -Uff… la relación de Roberto con sus padres es casi nula, tiene mucho que contarles y como no ha querido hacerlo nunca…

    -Entiendo… ¿y por qué no venís a cenar a casa? Donde comen diez, comen doce –he dicho guiñándole el ojo.

    -No sé… me sabría mal molestar…

    -¡Nada de eso! Estáis invitados los dos, seguro que Carlos ha comprado pescado para un regimiento. No falléis ¿de acuerdo?

    -Jejeje… cuando quieres eres fantástico, Juan. Gracias, se lo diré a Roberto.

    -Jejejeje… soy increíble, único en el mundo… afortunadamente…

    La última parada antes de entrar en el ascensor ha sido otra de las personas que han marcado mi presencia en “Lafarge i Associats”.

    -¿Vendrás a la cena de mañana?

    -Sí, tu hermano me ha invitado… ¿algo que objetar? -No me ha gustado su tono chulesco.

    -No, no… siempre eres bien recibida en nuestra casa, Valeria.

    -Claro…

    -Hasta mañana pues…

    Y nada más. Desde que tuvimos nuestro primer encuentro tenso el día después a que se tirara a mi hermano, entre Valeria y yo las cosas no han mejorado. De hecho estoy considerando seriamente su traslado. Por si no hubiera suficiente con que la tenga que aguantar después de saber que se ha tirado a Carlos, ahora resulta que debo aguantar su arrogancia. Está claro que como hermano protector deseo algo mejor para Carlos que este zorrón de altura que juega a Barbies y a Kents con él. Quizás me equivoque, quizás, pero de momento Valeria ya puede andarse con mucho ojo.

    Con las manos sujetando el volante de cuero de mi querido Sportcoupé (una de las pocas cosas en esta vida que me resultan imprescindibles), he pisado el acelerador y he salido del aparcamiento. En el reproductor de cd’s ha empezado a sonar Push The Feeling On de Night Crawlers. Entonces la imagen de Toni ha vuelto a mi memoria. Después de nuestro polvo de ayer, mi compañero de piso tuvo un inesperado ataque de arrepentimiento por faltar a la fidelidad que le prometió a Paul. Personalmente no he tenido tiempo de valorar lo sucedido. Con Toni me lo paso bien, especialmente en lo referente al sexo. Me gustó volver a sentirle. De Toni cualquiera podría enamorarse, pero ahora siento que necesito vivir mi vida. Y mi nueva vida empieza en Graham…

    Antes de las 6 cruzaba la puerta de la agencia de Graham, donde una servicial secretaria ha anunciado mi llegada. Minutos después entraba en el despacho de esa especie de dios terrenal del deseo.

    -Hola –ha dicho con una sonrisa mientras encajaba mi mano-. Esperaba al Señor Lafarge…

    -Yo también soy el Señor Lafarge…

    -Ya… pero yo esperaba al otro…

    -Ricardo me envía para darte la aprobación del bufete al rediseño de su imagen corporativa. Los socios ya la han visto y están encantados. Como esto era un mero trámite me han enviado a mí…

    -Bien, de todas formas ¿quieres verla antes de tomar una decisión?

    -¿Verla?

    -Sí… la nueva imagen –ha aclarado él.

    -Claro… -he respondido con una sonrisa.

    -Acompáñame… -ha dicho mientras abría unas puertas de madera a la izquierda de su escritorio.

    Hemos entrado en una especie de sala de juntas amueblada con muebles de diseño y presidida por una enrome pantalla de plasma. Cuando la presentación en PowerPoint se ha mostrado en la pantalla, Graham ha empezado con sus explicaciones.

    No se puede decir que haya estado muy pendiente de las infografías, ni los gráficos, ni los esquemas, ni nada de lo que Graham me estaba contando, más bien mi atención se ha centrado en él. Cuando parecía que había terminado…

    -Fantástica… -he dicho sin vacilar.

    -Perfecto entonces. El día 2 nos pondremos a trabajar para adaptar los cambios al bufete. Aún nos queda mucho trabajo por hacer…

    -Cierto… -le he mirado fijamente.

    -Tengo la ligera impresión de que por tu parte podríamos empezar a adelantar trabajo esta misma tarde…

    -¿Tú crees?

    Graham se ha acercado a mi silla, tenía su entrepierna a pocos centímetros de mi boca. Ha inclinado la cabeza hasta que sus labios han rozado los míos.

    -Lo creo…

    Electrizado, me he puesto de pie y nuestras lenguas se han enredado en un morreo desesperado. Mientras sus dientes y su lengua libraban una especial batalla en mi cuello, mis manos han empezado a desbrochar el cierre de sus pantalones. Segundos después caía rendido de nuevo en la silla. Con su polla a la altura de mi boca, la gran mamada no se ha hecho esperar. Me había tirado a Toni la noche anterior, pero tener aquella polla, de aquel impresionante ejemplar heterogay, me han hecho sentir un deseo insaciable.

    Sus dedos han acariciado mi pelo mientras guiaban sutilmente el movimiento de mis labios sobre el tronco de su polla dura. Sin dejar de comérsela, he liberado mi polla de su encierro y he empezado a masturbarme. De reojo podía ver la puerta de la sala de juntas, pensar que fuera la gente trabajaba ajena a nuestra escenita me la ha puesto más dura aún.

    -Mmmmmm…

    Su suspiro ha marcado el final de la mamada. Cuando he liberado su polla y he empezado a masturbarle, su esperma ha empezado a caer sobre mi traje. Hubiese matado por retener en mi memoria la cara de placer de Graham en ese instante.

    -Uffff… lo necesitaba –ha dicho justo antes de besarme-. Pero esto no se puede quedar así… -ha dicho mientras cogía mi polla y empezaba a masturbarme.

    Su mano deslizándose frenéticamente sobre mi polla mientras su lengua recorría cada centímetro de mi boca… brutal. Han bastado 15 segundos para que todo el placer desembocara en un brutal orgasmo.

    -¿Estás bien?

    -Muy bien… -he dicho con una sonrisa.

    -Me alegro de que te haya gustado la presentación…

    -Genial, dominas el PowerPoint a la perfección.

    -Jejejeje… gracias. Ahora tengo que dejarte, tengo otro cliente en menos de 15 minutos.

    He limpiado como he podido los desperfectos en mi traje de Zegna y he recogido mi maletín. Graham me ha conducido de nuevo a su despacho.

    -Graham –le he dicho antes de salir.

    -¿Qué?

    -¿Volveremos a vernos?

    -Es posible, de momento aún trabajo para tu bufete…

    -Claro… -he dicho yo algo decepcionado, esperaba otro tipo de respuesta.

    -Juan…

    -¿Qué?

    -Me gusta que me llamen Gream…

    -¿Por qué?

    -Porque nadie pronuncia bien mi nombre, así que mejor adaptado fonéticamente al castellano.

    -Bien, Gream. Espero verte pronto.

    -Recuerdos a Carlos –ha dicho con una pícara sonrisa.

    Cuando he cruzado la puerta de casa me sentía perdido en el sutil espacio que separa la alegría de la tristeza. Es curioso, me acababa de enrollar con un tío genial, se la acababa de comer en su despacho y él me había hecho una paja brutal. ¿Entonces? ¿Qué espero entonces? Pues supongo que algo más… Y no es sólo eso, su última frase “Recuerdos a Carlos”, ¿qué ha querido decir? Está claro que Graham o Gream es gay, y entonces ¿pasó algo entre Carlos y él? ¿Carlos y él se liaron en el…

    -Hola ¿ya estás aquí? –Ha dicho Toni al verme.

    -Sí, ya estoy oficialmente de vacaciones.

    -Mira que bien, yo las empecé el viernes, después de una supercena de clase. Menos mal que ya sólo me queda un curso para terminar, no aguantaría muchas más cenas como esa…

    -Ya te queda poco –he dicho con una sonrisa mientras entraba en mi habitación para cambiarme de ropa, la prueba del delito.

    -Carlos me ha dicho que hacéis una cena de Nochebuena en casa…

    -Sí, eso es…

    -Me preguntaba si podría cenar con vosotros yo también… mis padres se han ido a los Estados Unidos a pasar las vacaciones, me pidieron que fuera con ellos, como cada año, pero esta vez no me apetecía…

    -Claro que puedes cenar con nosotros, eso no tienes ni que preguntarlo. Estas en tu casa…

    -Gracias –ha respondido con una sonrisa-. Cuando quieres eres fantástico… lástima que quieras ser fantástico tan pocas veces…

    -Jejejeje… lo hago sin darme cuenta…

    -¿Cómo ayer?

    -Ayer era muy consciente de lo que hacía…

    -¿Y entonces?

    -Entonces nada… estuvo muy bien…

    -Sólo eso…

    -Sólo eso… ya lo sabías ¿no?

    -Cuando quieres eres fantástico… -repitió Toni con un gesto de decepción en la cara. Nos miramos en silencio. No supe que decirle. Toni se dio la vuelta y salió de mi habitación… Si ser fantástico sólo fuera cuestión de voluntad…





    Continuará...
     
  •  

    CAPÍTULO 69: 69.



    -¿Cómo llevas la cena? –He interrogado al entrar en la cocina.

    -Ufff… ya casi está…

    -Pues más te vale que termines ya, porque faltan menos de dos horas para que lleguen todos.

    -Ya, y aún tengo que ducharme y cambiarme de ropa… ¿cómo llevas tú la mesa y la decoración?

    -Todo listo –he respondido.

    -¿Y Toni?

    -Pues ha salido con un… ¿amigo? Creo que ha ido a comprarse algo de ropa para la cena.

    -¿No te ha ayudado?

    -¿Toni? Toni siempre está dispuesto a echarme una mano –he respondido con una sonrisa-. Se ha ido hace un rato, cuando tu estabas en el súper de El Corte Inglés.

    -Bien, espero que no llegue tarde… -ha resoplado Carlos.

    -Seguro que no. Por cierto, recuerdos de Graham…

    -¿Le has visto?

    -Sí, le vi ayer en una reunión de… trabajo.

    -Es buen tío, luego le llamo para felicitarle las navidades.

    -Sí, buen tío… -he murmurado sin quitarme de la cabeza su comportamiento algo sobrado y chulo del día anterior.

    -¿No te cae bien? –Ha preguntado Carlos al escuchar mi comentario.

    -Pues sí, es simpático y todo eso pero… no me parece de fiar.

    -Graham es un buen tío, pero no puedes confiar en él, no puedes esperar nada de él, es totalmente impredecible…

    -Ya veo… -he murmurado-. Bueno, yo voy a darme un baño relajante antes de la cena. Te llamo cuando necesite que me enjabones la espalda… jejeje.

    -Espérate a que llegue Toni, no dices que siempre está dispuesto…

    -A echarme una mano… -he terminado yo la frase con una sonrisa pícara antes de desaparecer por la puerta de la cocina.

    Debe ser la Navidad que hace que esté menos a la defensiva, pero ni siquiera me ha parecido un ataque el comentario de mi hermanito sobre Toni.

    Me he despojado de la ropa y me he hundido bajo el chorro de la ducha. Necesitaba este momento. Mientras me estaba enjabonando me han venido a la cabeza imágenes de mi encuentro con Marc esta mañana. Cuando me llamó ayer por la noche, durante la cena, para pedirme por favor que nos viésemos para hablar, ya me cogió de sorpresa, pero lo de esta mañana ha sido simplemente absurdo.

    Tal y como me dijo ayer, nos hemos encontrado en el Café Zurich del Triangle. Cuando he llegado, Marc me esperaba junto a la puerta de la Fnac.

    -Gracias por venir, tenía ganas de hablar contigo.

    -Tu dirás…

    -Mejor vamos a dar una vuelta, por aquí pasa demasiada gente…

    -¿Y qué? Esto es Barcelona, es normal que haya gente…

    -Mmmmm –Marc ha dudado-. Mejor vamos a un sitio más tranquilo.

    Hemos empezado a caminar y hemos cruzado la Plaça Catalunya en dirección a la calle Fontanella. Cuando estábamos llegando a la plaza Urquinaona, Marc se ha decidido a abrir de nuevo la boca.

    -Damián y yo nos hemos liado…

    -Vaya… -he exclamado sorprendido-. Eso es una buena noticia ¿no?

    -No… -ha dicho él con un gesto frío.

    -¿Por qué no?

    -Porque no. Porque todo es muy complicado.

    -¿Qué ha pasado? –He dicho yo interiorizando mi papel de consejero sobre temas homo. Curioso, si me llegan a decir hace unos meses, cuando mi vida estaba llena de dudas, que debería escuchar y aconsejar a un adolescente confundido sobre el sexo homosexual… no me lo hubiese creído. La vida da muchas vueltas, la vida es muy puta.

    -Nos liamos en su casa mientras veíamos una web porno gay en Internet. Habíamos quedado para hablar, Damián me dijo que quería arreglar las cosas…

    -Bueno, eso está bien ¿no?

    -No.

    -¿Por qué no? –He dicho con la paciencia al límite.

    -Porque cuando se corrió me echó de casa. Y ayer volvió a pasar, se corre y me echa… y yo como un gilipollas vuelvo cuando me llama…

    -Ufff… -he resoplado-. Debe estar hecho un lío, dale tiempo…

    -¿Tiempo? Es lo que hago, darle tiempo, pero mientras me va quemando todo esto por dentro. Tengo ganas de verle, de estar a su lado, aunque no sea para hacer sexo… necesito verle… -la cara de Marc era todo un poema.

    -Es complicado, créeme que lo siento mucho por ti, pero creo que…

    Antes de que haya podido acabar la frase, Marc se ha separado de mí y avanzándose unos pasos se ha parado frente a tres chicos de su edad y les ha saludado. Mientras hablaban, Marc parecía nervioso, me miraba de reojo como implorándome que no me acercase al grupo. Tras un apretón de manos y algún gesto de coleguismo hetero más, Marc se ha despedido y ha vuelto a mi lado.

    -¡Joder! Sabía que alguien nos iba a ver juntos… no deberíamos haber quedado aquí. ¿Podemos ir a un sitio menos concurrido? –Y aquí se me ha acabado la paciencia.

    -Sí claro, vamos a Hospitalet del Llobregat o mejor… ¿por qué no nos damos una vuelta por Huelva? ¿Conoces a alguien allí?

    -Joder, no te pongas así… entiende que para mí todo esto es difícil.

    -Joder, pues a ver si te crees que es más fácil para mí. Pero que te guste Damián, que estés colgado de él o te lo hayas follado no tiene nada que ver con que demos una vuelta juntos por el centro de Barcelona. O te crees que llevamos un cartel en la frente que dice: hemos follado.

    -Siento haberte molestado pidiéndote que vinieses…

    -Mira, me sacas de casa para hablar y vengo hasta aquí porque creo que eres un tío majo y me caes bien. Además, me siento en cierta manera responsable de lo que pasó en Deltebre, hasta aquí bien. Pero lo que no voy a hacer es aguantar gilipolleces, tío. A nadie le importa con quien vas por la calle y no tienes porque dar explicaciones. Si necesitas hablar, perfecto, yo también lo he pasado mal durante meses y aún sigo despejando dudas, y estoy dispuesto a darte mi apoyo, pero no así.

    -No debería haberte llamado…

    Y con esas tiernas palabras, el mamador de Port Aventura se ha despedido de mí. Cuando he recuperado el sentido de la realidad, he vuelto a casa caminando.

    Marc me ha recordado al Juan de hace unos meses, al Juan que echó de su coche a un Toni enamorado después de una celestial mamada. Me ha recordado aquellas dudas, aquella angustia, me ha recordado el daño que he hecho por el camino. Y cuando empezaba a enjuagarme bajo el chorro de la ducha me he mirado, he visto un nuevo Juan. Un Juan heterogay o bisexual (que más dará el nombre si designa la misma realidad), un Juan que no teme dejarse llevar por los sentimientos. Un Juan que cuando termina de correrse junto a otro tío ya no siente la aplastante sensación de arrepentimiento que durante tanto tiempo le acorraló. Un nuevo Juan.

    Me he puesto unos pantalones vaqueros ajustados de Levi’s con mi última adquisición, una llamativa camiseta de Custo Barcelona: ‘arreglao pero informal’. Mientras me peinaba, o lo intentaba, he oído la desperada llamada de mi hermano.

    -¿Qué quieres?

    -Joder, a que no has puesto la lavadora esta mañana…

    -No… -he reconocido con timidez. Carlos estaba en su habitación rebuscando en los cajones de su armario. Llevaba una toalla anudada a su cintura-. ¿Por qué, necesitabas algo limpio?

    -Hombre, tu dirás… tenemos una cena de Nochebuena que espero acabe de la mejor de las formas y ahora resulta que voy a tener que ponerme esto… -Carlos ha alzado la mano y me ha enseñado un slip rojo de raso, posiblemente de alguna fiesta de Fin de Año.

    -Jejeje… pues no te quedarían mal…

    -Ya, pero antes tendría que caberme la polla dentro… -la frase de Carlos acompañada por un gesto más propio del reto que de la comicidad me han sorprendido-. ¿Tienes tú algún boxer para prestarme?

    -Espera –he dicho saliendo de su habitación-. Tengo una idea mejor…

    Cuando he vuelto a entrar, llevaba en las manos el paquete envuelto que contenía el regalo que le había comprado la tarde en que fuimos juntos de compras.

    -Lo había comprado para el día que te hiciese falta…

    -¿Qué es? –Ha interrogado sorprendido Carlos mientras deshacía el envoltorio-. Jejeje… vaya, vaya… unos boxers de D&G… estás en todo hermanito. Te debo una… muchas gracias.

    -No hay de que. Me voy a ver la tele…

    -No, nada de eso… -ha replicado-. Quiero que me los veas puestos y me des tu aprobación.

    -Bien… -he susurrado.

    Sin decir nada más, Carlos ha tirado de su toalla, casi imitando mi gesto el día en que me anunció que Toni se mudaba con nosotros, y ha dejado a la vista de mis ojos perplejos su polla descapullada con un apetecible principio de erección. Sin prisa, Carlos ha sacado de la caja de cartón los boxers y se los ha puesto lentamente, cuando el elástico ha llegado a la altura de su polla, ya morcillona, la ha sujetado con una mano y la ha colocado en el interior de los boxers. Un giro sobre sí mismo para dejarme contemplar su perfecto culo de nadador y de nuevo sus ojos sobre mí.

    -¿Qué tal?

    -Perfectos, sabía que te quedarían de putísima madre… -debajo de la tela se apreciaba una erección tan importante como la que tenía yo entre mis piernas en ese momento.

    -Bueno, pero creo que me aprietan un poco –ha dicho Carlos colocándose de nuevo la polla con suma tranquilidad.

    -Debe ser la erección…

    -Joder, no había reparado en eso –ha dicho con una sonrisa maliciosa-. Pues así no se puede quedar… ¿no decían en Algo pasa con Mary que a una cita con una chica hay que ir con la pistola descargada?

    -Eso decían… -he dicho yo sin quitar la vista de su entrepierna.

    Carlitos se ha bajado de nuevo los boxers hasta quitárselos completamente y se ha sentado en la cama, frente a mí. Sus dedos han atrapado su polla y ha empezado a masturbarse sin dejar de mirarme.

    -Estoy muy caliente… -ha dicho soltando un leve gemido- ¿Y tú?

    No he contestado, no podía, la escena era surrealista, simplemente he asentido con la cabeza. Mi gesto ha sido la luz verde que necesitaba mi hermano para lanzarse a consumar un acto tan excitante como irracional. Se ha levantado de la cama y con la polla apuntándome se ha acercado. Sus labios se han clavado en mi cuello mientras sus manos me quitaban la camiseta. Pausa para acariciarme el pectoral y observarme. De nuevo sus manos en mi pecho, recorriéndolo. Mis gemidos han animado a Carlos, que agachando su cabeza ha empezado a lamerme los pezones, sus manos han alcanzando el cierre de mis tejanos y ha tirado de ellos junto a mis boxers. Lo que ha sucedido después ha sido simplemente increíble. Carlos ha sujetado mi polla con una mano y arrodillándose frente a mí, se la ha metido toda en la boca.

    Puto placer sexual. Con los labios de mi hermano sobre el tronco de mi polla y su lengua jugando salvajemente con mi glande, casi he logrado olvidar que algo más que aquella mamada nos unía en la vida. Ufffffffff… hubiese matado por detener aquel instante eternamente, por congelar para siempre aquellas sensaciones, para que no pasasen jamás, para tener el placer infinito.

    -Ven –ha dicho Carlos arrastrándome de una mano hasta la cama. Antes de estirarme junto a él he terminado de quitarme los pantalones y los boxers-. Así no… -ha añadido mientras me indicaba que me colocase al revés. En un instante nuestros cuerpos han formado un perfecto 69, con la polla de mi hermano a escasos centímetros de mi boca me he sentido extrañamente afortunado… había deseado tanto que se repitiese la noche del 31-J.

    Mientras Carlos devoraba mi polla con un deseo que jamás le hubiese atribuido, yo me he dedicado con la misma intensidad a su precioso y grueso pollón. Pero no podía detenerme sólo en su polla, con su culito tan cerca, mi lengua ha explorado el territorio. Mi hermano ha empezado a gemir desesperadamente. Con mi mano pajeando su polla mientras mi lengua penetraba lentamente su esfínter, mi hermano ha estallado en una monumental corrida. Pocos segundos después mi polla ha empezado a eyacular disparando al cuello y al pecho de Carlos. No recuerdo haberme corrido tanto en mi vida.

    Exhaustos, Carlos se ha dado la vuelta y se ha estirado a mi lado. Los dos con la cabeza en los pies de la cama. Ha posado su mano sobre mi pecho acariciándome y deslizando sus dedos en el rastro de nuestras corridas.

    -¿Sorprendido? –Ha preguntado sin mirarme, con sus ojos clavados en el techo.

    -Sí… -claro que lo estaba, una cosa es que se la coma a mi hermano, y la otra es que hagamos un 69 de película, digamos que tomar parte activa en el polvo le compromete más.

    -No es la primera vez…

    -Ya… Graham ¿no?

    -Supuse que te harías muchas preguntas al conocerle… hoy ya tienes respuesta para alguna de ellas.

    -Os liastéis cuando estabais en el instituto…

    -No exactamente. Yo no hubiese hecho lo que hice por un rollo. Con Graham todo fue muy especial…

    -¿Estabais enamorados?

    -No sé… llámalo como quieras… pero para mí fue algo muy importante.

    -¿Y por qué acabó?

    -Porque yo, a diferencia de él, esperaba otra cosa de mi vida. Y no tiene nada que ver con aceptarlo, simplemente siempre me he sentido atraído principalmente por las chicas… lo de Graham y ahora esto, son dos excepciones… dos curiosas excepciones.

    -¿Te arrepientes de ellas?

    -No, ya te lo dije el día que te recogí en el aeropuerto, no suelo arrepentirme de lo que hago. A pesar de ello no creo que vuelva a suceder, no me parece justo para nadie…

    -Ya… -he dicho yo sin poder evitar sentir cierta tristeza. Sus palabras han sonado a despedida-. ¿Y con Graham que relación tienes ahora?

    -Buena, sí… aunque supongo que mantengo las distancias. Cuando nos mudamos a Sitges y lo nuestro acabó Graham quedó muy tocado. Nunca he dejado de estar enamorado de mí, y yo, a pesar de que le tengo mucho aprecio, no podría corresponder nunca un sentimiento así. Lo siento por él, creo que el tiempo le ha hecho demasiado insensible… no es bueno olvidarte de que con tus actos implicas los sentimientos de otras personas. Ten cuidado con él…

    -No tengo nada con él –he mentido.

    -Ya, eso con Graham es sólo cuestión de tiempo… -ha respondido Carlos con una mirada cómplice.

    Nos hemos quedado unos segundos en silencio. La advertencia de mi hermano sobre Graham ha retumbado en mi interior junto a la imagen de Carlos comiéndome la polla. Demasiadas emociones en tan poco tiempo.

    -¿Estás bien? –He preguntado rompiendo el silencio.

    -Sí, muy bien… tan bien que no recordaba la última vez que me sentí así de liberado. Sea como sea, esta ha sido la mejor de las despedidas para esas curiosas excepciones…

    -Me alegro.. –he murmurado.

    -¿Y tú? Me debes una conversación… yo acabo de ser totalmente sincero contigo…

    -Bueno, no sé si tiene demasiado sentido que te cuente lo que ya sabes…

    -¿Qué crees que sé yo?

    -Pues sabes que he estado liado con Toni, que dejé a Ana porque tenía dudas relativas a mi sexualidad, que dejé a Natalia por lo mismo, que mi vida ha cambiado mucho…

    -No lo sabía… podía imaginarlo, pero necesitaba oírlo de tu boca. Estoy orgulloso de ti…

    -¿Orgulloso de que la haya cagado tanto?

    -Orgulloso de esta conversación, los errores han merecido la pena ¿no crees?

    -Quizás, aún no estoy seguro, me quedan demasiadas dudas que resolver aún…

    -Tienes mucho tiempo por delante para hacerlo… -ha respondido Carlos mientras se incorporaba y me miraba- ¿En qué piensas?

    -Jejejeje… soy bisexual, o heterogay o hetero con tendencias gay o gay con tendencias hetero…

    -Jejejeje…

    -Pensaba que jamás iba a poder decirlo en voz alta…

    Carlos se ha levantado de la cama y ha abierto el cajón de su escritorio. Tras rebuscar entre los papeles ha cogido una nota y ha vuelto a la cama.

    -El día que encontré esto en unos pantalones tuyos que te cogí prestados, entendí que algún día iba a llegar este momento…

    “Tenía un compromiso ineludible y he tenido que salir. No he querido despertarte, estabas precioso durmiendo en mi cama. Espero verte pronto. Ha sido una noche fantástica. Un beso. David”.

    -David –he suspirado- ¿Y por qué supiste al leer esta nota que algún día tendríamos esta conversación?

    -Estabas enamorado de él… -no he respondido, he agachado la mirada y la he posado sobre la nota-. Lo supe porque una cosa es tirase a un tío, y la otra es estar enamorado… por sentimientos como ese, merece la pena afrontar los cambios que se produzcan. Sabía que lo harías…

    -Me temo que aún me quedan muchos cambios por afrontar…

    -No temas, seguro que lo que viene a partir de ahora es mucho más sencillo. Problemas tendrás seguro, la vida es muy puta, es lo que tiene, pero al menos tendrás claro hacia donde vas y cuales son los errores que no volverás a cometer…

    -Es posible… -he dicho intentando creer en sus palabras.

    -Ahora vamos a ducharnos otra vez, nos hace falta. En menos de veinte minutos llegan nuestros invitados…

    -Gracias por todo… -le he dicho antes de plantarle un beso en la mejilla.

    -Gracias a ti por ser mi hermano, no sabría vivir sin ti…

    -Es mutuo…

    Mi hermano se ha levantado de la cama y ha cogido una toalla limpia. Cuando iba a salir para ir al baño…

    -Carlos…

    -¿Qué? –Ha dicho mirándome.

    -Suerte esta noche con Valeria…

    -Gracias –ha respondido con una sonrisa.





    Continuará...
     
  •  

    CAPÍTULO 70: ¿QUÉ TIENEN EN COMÚN LA NAVIDAD, EL AMOR Y...?.


    Abro los ojos con dificultad y miro a mi alrededor. La luz se cuela por los agujeros de la persiana. Siento el estómago pesado. Hago un esfuerzo por desperezarme, estiro lentamente cada una de mis extremidades. Estoy de vacaciones, afortunadamente. Eso sí, aún queda la fiesta de esta noche: la gran Nochevieja. ¿El plan? Fiesta privada y exclusiva en casa de unos amigos de Carlos. Demasiadas fiestas seguidas han causado estragos en mi estado físico, especialmente si son tan moviditas como la Nochebuena pasada.

    Cuando el timbre sonó yo estaba sentado en el sofá mirando la televisión, tuve un déjà vu que me trasladó literalmente a la noche en que dimos la fiesta de inauguración del piso, aunque esta vez había un rasgo diferencial fundamental: era Navidad. Carlos respondió en el portero automático. Luego volvió al comedor.

    -Son Ruth y Jesús, al final han podido venir…

    -Pensaba que pasarían la Nochebuena en familia.

    -Eso dijeron, pero parece ser que ha habido algún problema con la familia de Jesús…

    -Vaya, mala época para pelearse –respondí yo.

    -Cierto, es época de pasar buenos momentos junto a la familia ¿no? –Dijo Carlos con una pícara sonrisa. Sin duda pensaba en lo que había sucedido momentos antes.

    No hubo tiempo para una réplica, el timbre nos interrumpió. Carlos acudió raudo y veloz a abrir la puerta. Casi como en un programa de TV, la puerta de la casa de los Lafarge se abrió esa noche para recibir a: ¡Ruth y Jesús! Besos de rigor a una estupenda Ruth vestida con un mínimo traje seguramente de Cavalli y un abrazo heterísimo a Jesús.

    -¿Todo bien? –Le pregunté a mi amigo mientras colgábamos las chaquetas en el perchero de la entrada.

    -Sí, bueno… mal rollo con mis padres, pero bien…

    -¿Puedo preguntar por qué?

    -Pues porque mañana nos vamos a pasar el resto de vacaciones de Navidad con los padres de Ruth a Ginebra y mi familia no lo aprobaba, así que he preferido pasar esta noche sin ellos también… -En la cara de Jesús se apreciaba un gesto de agobio.

    -Vaya, lo siento.

    -Tranquilo… estoy con quien de verdad me importa –Jesús me abrazó por sorpresa-. ¡Y estoy muy feliz! Ruth va a producir nuestro primer disco… ¡por fin triunfaremosss!

    -Jejeje… enhorabuena, nen –le dije mientras le devolvía el abrazo. Deseé que su sueño de ser una estrella del pop se hiciera realidad, Jesús se lo merece, es un tío legal.

    Justo cuando Jesús y yo nos reuníamos con Carlos y Ruth en el comedor la puerta del piso se abrió de nuevo, Eduard y Rosa llegaban con Toni.

    -Nos hemos encontrado en el portal… -dijo mi compañero de piso con una sonrisa.

    Tardé unos instantes en responder. No sé dónde coño se había cambiado de ropa y peinado, pero Toni estaba espectacular. Llevaba unos pantalones tejanos ajustados y desteñidos que le marcaban un culito impresionante y una camisa negra con marcas desteñidas con unas grandes letras de pana cosidas en el pecho donde se podía leer por duplicado la palabra: RESPECT. Cuando me recuperé de aquella visión tan tentadora, saludé a Rosa y a Eduard. Es curioso como alguien al que ya conoces e incluso te resulta familiar puede sorprenderte al verlo peinado y vestido para la ocasión. Toni pasó junto a mí, casi rozándome… un dulce aroma a Le Male de Jean Paul Gaultier se apoderó de mí.

    Los siguientes en llegar fueron Roberto y Ángel. Les abrió la puerta una Ruth que empezaba a desinhibirse por el efecto de la cuarta o quinta copa de cava. Roberto la miró con tanta atención y detenimiento que pensé que empezaba replantearse su orientación sexual. Sonreí… Ruth, Toni y yo habíamos compartido una gran noche.

    -¿Cómo va todo? –Dijo Eduard al entrar en la cocina.

    -Muy bien gracias, en cuanto llegue mi padre y su… su… y Sara serviremos la cena.

    -Vaya, Carlos debe estar nervioso…

    -Supongo, esta debe ser la primera vez que ve a Sara desde que cortaron…

    -Seguro que estará bien –añadió Eduard con una sonrisa. Rosa era afortunada, menudo ejemplar de catalán.

    -¿Y Mario? –Pregunté.

    -Está con su madre, es lo que tiene la custodia compartida…

    -Ya… -nuestra conversación era algo complicada, no habíamos tenido mucho tiempo para estrechar lazos, Eduard parece majo pero es poco más que un extraño para mí.

    Cuando se dio la vuelta para recoger unas bandejas de aperitivos posé instintivamente mi vista sobre su culo. Bajo unos pantalones del algodón negro se intuía un culito perfecto. Eduard no llegaba a los 40, pero cada uno de esos años estaban perfectamente colocados en aquel cuerpo mezcla de explorador y reportero de guerra.

    -¿Juan?

    -¿Qué? –Pregunté volviendo de nuevo a la realidad. Eduard me había pillado con los ojos clavados en su trasero.

    -Llaman a la puerta…

    -Voy… -dije yo con una sonrisa.

    Lo cierto es que con esa, iban ya dos veces las que el futurible de Rosa me pillaba regodeándome en su anatomía. La primera fue el día que nos conocimos mientras Eduard se ponía el bañador frente a mí. Recordé el nada despreciable tamaño de su herramienta. Mi polla se sacudió. ¡Juan, que es el novio de tu madre, joder!

    -¡Hola hijastro! –Gritó Sara mientras me clavaba dos besazos en las mejillas muy cerca de mis labios ¿casualidad? Me pregunté por qué coño había abierto la puerta.

    -Hola hijo, traemos algo de postre…

    -Vaya, ¿turrones? –Dije sospesando la forma y el peso del objeto regalado no identificado.

    -De los buenos –dijo Sara con una sonrisa-. Pero los regalos de verdad están en el coche… jijiji…

    -¡Sara! Era una sorpresa… -farfulló Ricardo.

    -¡Ay! Es que como ha puesto esa carita de decepción…

    -No es de decepción, es de hambre… -bromeé yo.

    Una noche más, volví a flipar con Sara. Tanta bondad y tanta tontería juntas eran realmente insoportables. Lo curioso es que Ricardo seguía encantado con ella y cuando Sara metía la pata mi padre se limitaba a dejarle ir unas palabras socarronas y la contentaba con más mimos. El amor es ciego, sí, no hay duda.

    Entramos en el comedor. Carlos se acercó rápidamente y saludó a Sara y a Ricardo, en su celeridad me pareció ver el deseo de pasar cuanto antes por aquel mal trago. Carlos perdonó a Ricardo, pero que nuestro padre pasee su felicidad por su cara no es plato de buen gusto para nadie. Pero aquella noche parecía existir una tregua no escrita para que reinase un aparente buen rollo. La Navidad es ciega, sin duda.

    El encuentro entre Rosa y Ricardo fue menos efusivo. Un breve saludo y unas miradas inquisidoras sirvieron de principio y fin a una conversación que no existió como tal aquella noche. Ricardo no perdió detalle durante la cena del hombretón que acompañaba a Rosa. Ricardo era mi padre, pero joder, Rosa había ganado con el cambio. ¿Es incesto montártelo con tu padrastro? ¿Aunque bien pensado, me importa mucho el incesto? ¡Juan, contrólate! La necesidad sexual es ciega, sin duda.

    -Bueno, ¿sirvamos la cena no? –Dije yo tratando de imponer mi voz en la algarabía reinante (cada vez hablo con un lenguaje más propio de los informativos de Antena 3TV que de un diario personal).

    -No, aún no… -respondió Carlos casi al instante-. Aún falta…

    El timbre sonó de nuevo. Es curioso que mi mente hubiese olvidado por completo la persona que faltaba para completar aquella fiesta amigo-familiar. Pensé y pensé, intenté hacer memoria, pero una oscura laguna de autoprotección me impedía llegar a su nombre…

    Cuando Carlos abrió por enésima vez aquella noche la puerta de nuestra casa, sonaba en el equipo All that she wants de Ace of Base. Como si de Matrix se tratara, la imagen se ralentizó de golpe y casi con la precisión del bullet time vi entrar paso a paso a aquel ejemplar de gata salvaje mejicana dispuesta a comerse a todo el que se interpusiese entre ella y Carlos aquella noche. Sus pasos eran de una seguridad absoluta. Un breve vestido negro resaltaba sus poderosos encantos, subrayados por unas piernas kilométricas sobre unos tacones que hubiesen podio atravesar las baldosas. Sus ojos se clavaron en mí. Sentí su mirada atravesarme con la misma intensidad con que las balas atraviesan a sus objetivos en Matrix. Su expresión fue de reto: ‘esta noche ganaré yo’. Mis ojos le devolvieron una mirada aniquiladora: ‘ganarás porque yo ya no compito. La guerra ha terminado.’ Rematé la escena con una sonrisa victoriosa… y culminando con un plano circular alrededor de ella, la acción volvió a su ritmo normal. Sara, Ricardo, Jesús y Eduard tuvieron serias dificultades para superar la triunfal entrada de la gata salvaje.

    -¿Es muy guapa, no? –Me susurró al oído Sara.

    -Bueno, es cuestión de gustos… -dije yo sin saber demasiado bien que decir.

    -Bueno, me ha cambiado por ella, por algo será…

    -Sara, le dejaste tú…

    -¡Anda! Jijijiji… es verdad…

    El icono de estupefacción del Messenger hubiese sido perfecto para describir mi cara en aquel momento. Nos dispusimos a cenar mientras me recuperaba de las salidas absurdas de Saritísima. Sentaditos todos mientras Carlos y yo servíamos el marisco me sorprendí de la capacidad que tenemos las personas para olvidar en determinados momentos nuestras desavenencias y parecer los más unidos del mundo. La Navidad es ciega, ¿lo había dicho ya?

    Cenamos mientras una Ruth alcohólicamente simpática se deshacía en elogios y preguntas a cerca de las corresponsalías de Eduard en zonas en conflicto. Rosa observaba expectante los avances de mi rubia amiga en su extraña misión de hacerse visible ante Eduard. Jesús charlaba entretenidamente con Toni, ajeno a los avances de su novia. Visto lo visto, es lógico que Jesús nunca se enterara de nuestro trío.

    -Bueno, yo prefiero trabajar por hacer algo desde la legalidad que arriesgar mi vida para formar parte de un circo informativo… -dejó caer Ricardo en una reacción más que previsible. Mi padre no está acostumbrado a ser menos que los demás.

    -Informar, se trata de informar… -replicó Eduard.

    -Radiar una guerra es formar parte de un circo mediático burdamente manipulado…

    -Personalmente me tomo mi trabajo con mucho rigor y objetividad, pero en todo caso siempre será preferible poner al alcance del espectador toda la información posible y que él escoja la que le parezca veraz. Me niego a pensar que no informar es mejor que intentarlo… eso es lo que hace la Derecha.

    Tocado y hundido. Ricardo agachó la mirada sin saber muy bien que añadir. Claro que mi padre es de Derechas, pero últimamente no está muy de moda decirlo. Quizás porque avergüenza.

    Cuando terminamos de cenar, los generosos y previsores que habían traído regalos los fueron a recoger y se organizó una improvisada ceremonia de entrega de paquetes frente a un árbol de espumillón verde y forma geométrica de Ikea. Sorprende que Sara y Ricardo trajeran regalos para todos, bueno, corrijo, para casi todos. Desde un bolso de Tous para Rosa hasta una cámara digital para Carlos ¿Y a mí? Pues a mí me cayó un… karaoke… sí, sí… un Karaoke… miré a Sara con una indignación imposible de disimular: ‘¡Perra! ¡Qué le digas a mi padre que me regale un karaoke cuando la última vez que me regaló algo (y tu no estabas en su vida) fue un Mercedes Sportcoupe!’

    -Perdona, para ti no hemos comprado nada… no sabíamos que venías –le dijo Sara a Valeria en un ataque de hembra en celo.

    -No te preocupes, yo tampoco traje ningún paquete para ti… -¿Paquete bomba quiso decir Valeria? Las mujeres no son ciegas, eso me quedó especialmente claro aquella noche, en todo caso muy cínicas cuando se trata de quedar bien entre ellas, por detrás vendrán las puñaladas.

    Terminado el ritual, un Toni cuyo hígado pedía a gritos una pausa etílica, se acercó gritando:

    -¡Enchúfalo! ¡Enchúfalo!

    Dudé del sentido de sus palabras, primero pensé que quería que le enchufase a él, en cuyo caso le hubiese podido pasar mucha corriente, con lo caliente que iba a esas alturas de la noche. Luego caí en la cuenta que se refería al mejor regalo del año: ¡mi superkaraoke Canta tú! Embargado por la emoción, lo conecté al dvd, al televisor y al equipo de música. Hoy me sorprendo de cómo pude conectar tantos cables sin confundirme dada mi tasa de alcoholemia en sangre aquella noche. ¡Pero lo hice!

    Mi familia y amigos cayeron a partir de ese momento en una espiral incontrolable de perdida de la vergüenza, tanto ajena como propia, así como en una búsqueda del desafine cada vez más evidente y doloroso. Sus manos peleaban literalmente para atrapar los micrófonos y se lanzaban a cantar con menos oído que Verónica de OT1 canciones que ni sus mismos autores recordaban ya. El alcohol siguió rodando aquella noche, y yo fui partícipe de aquella bacanal del grito desgarrado confundido con la música de refrito y los videos surrealistas de karaoke. Fue entonces cuando empecé a pensar que el Amor, la Navidad y la necesidad sexual tenían muchas cosas en común: las tres eran ciegas, especialmente si ibas ciego por el alcohol, las tres te hacían perder la cabeza y hacer el ridículo de una forma insospechada, y a partir de entonces, entendí que las tres eran sordas.

    Eduard y Rosa fueron los primeros en marcharse, les siguieron Sara y Ricardo… hasta que perdí la cuenta de la gente que salía de casa. Totalmente alcoholizado, el último recuerdo lúcido que guardo de aquella noche, fue el momento en que un Toni con la camisa abierta se acerco mí, me agarró por la espalda y me arrastró frente al televisor para que cantase con él 'What Is Love' de Haddaway. Cantando a grito limpio, Toni y yo nos abrazamos, no me importó quién quedaba en casa… sin más le miré fijamente y le besé en los labios. La música continuó de fondo, cada vez más lejana, mientras mi mejor amigo y yo nos enrollábamos en el sofá del salón.





    Continuará...
     
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    CAPÍTULO 71: LA ÚLTIMA NOCHE (LA CUENTA ATRÁS...).


    14:30:20 para las campanadas


    Hay días en que despiertas teniendo la extraña sensación que vas a estropearlo todo. Sientes que caminas lentamente hacia un instante de tu vida del que posiblemente te arrepientas para siempre, pero sigues avanzando. La noche del 31 de diciembre de 2003, la última noche del año, iba a ser una noche complicada, pero aquella mañana aun teniendo la certeza de que algo iba a ir mal, fui incapaz de remediarlo.

    Cuando finalmente logré salir de la cama, me arrastré literalmente hasta la cocina. Necesitaba beber algo inmediatamente si no quería perder mis cuerdas vocales. Demasiados excesos durante las fiestas. El recuerdo de la Nochebuena aún rondaba en mi cabeza. Ni siquiera había hablado aún con Toni de lo sucedido. Cuando entré en la cocina Carlos estaba terminando de desayunar.

    -He estado pensando en la noche del día 24 como me dijiste…

    -¿Y qué, has recordado algo?

    -Recuerdo todo lo que sucedió hasta que Toni y yo nos pusimos a cantar juntos 'What is love'… ¿hay algo más que debería saber?

    -¿No recuerdas que os liasteis en el sofá del comedor?

    -No estoy seguro… -mentí avergonzado.

    -Pues lo hicisteis…

    -¿Nos vio alguien más?

    -Mmm… sí, Jesús y Ruth.

    -Joderrrrr… -me lamenté.

    -Ruth no parecía sorprendida, pero Jesús flipó bastante… quizás será mejor que hables con él, es tu mejor amigo…

    -Era –corregí yo- nos hemos distanciado mucho…

    -Ya, pero tiene derecho a que le des una explicación…

    -Y yo tengo derecho a no dársela… es más, no creo que haya nada que explicar –dije yo huyendo de todo aquel embrollo que me daba dolor de cabeza. No me había planteado aún tener que dar explicaciones a mis amigos sobre mi orientación sexual…

    -Bien, tú verás… pero ¿qué me dices de Toni?

    -Toni se fue en Navidad con la familia de su padre ¿no?

    -Sí, claro… joder que vives con él, no me digas que no sabes dónde está…

    -Carlos, tranquilo ¿eh?

    -Vuelve hoy ¿lo sabías?

    -No…

    -Pues vuelve hoy, y le he invitado a la fiesta que dan Susana y su novio.

    -Muy bien…

    -¿Hablarás con él?

    -Supongo…

    -Juan, asumir tu sexualidad no significa perder la cabeza…

    Salí de la cocina y volví a mi habitación. Me quité los boxers y entré en el baño. Cuando el chorro de la ducha empezó a caer sobre mí volví a recuperar el sentido. Carlos me había estado martirizando con que recordarse la noche del día 24 desde hacia más de una semana. Por fin me había aclarado las dudas… pero la perspectiva de tener que afrontar a Toni después de liarme inconscientemente con él me daba pánico. No entendía porque mi amigo daba a nuestros encuentros más valor del que tenían. Debía hablar con él, sí… pero más tarde.



    12:00:05 para las campanadas



    Había quedado con Ángel sobre las doce del mediodía en el Starbucks de Rambla Catalunya. Llegué puntual como pocas veces suelo hacerlo. Ángel me esperaba sentado en las butacas que hay justo a la entrada del local.

    -Buenas… -le saludé mientras me quitaba mi cazadora de Energie.

    -Hola, Juan… me alegro de verte…

    -¿Qué tal la Navidad?

    -Bien –respondió Ángel con una sonrisa-, en Reus con la familia, también vino Roberto, no veas que buen rollo, mis padres están encantados con él… quién me lo iba a decir…

    -Jejejeje… es un buen partido, me alegro por vosotros… lleváis una vida tan… convencionalmente heterosexual…

    -Bien, es una forma de verlo… -Ángel no encajó bien mi comentario.

    -No, si lo digo como algo positivo, me alegro de que se respire esa normalidad en tu casa…

    -Yo también, la verdad… esa tranquilidad no tiene precio…

    -Voy a pedir, ¿te traigo algo?

    -No gracias, estoy servido… -respondió señalando su zumo de naranja.

    Me acerqué al mostrador para pedir un capuchino, curioso teniendo en cuenta que odio el café. Desde allí podía observar a Ángel de espaldas. Una de las mejores cosas que me había traído 2003 era precisamente su amistad. Ángel era un chico especial, me sorprendía su madurez, su equilibrio y su racionalidad… joder, si parecía más hermano de Carlos que yo mismo.

    -¿Y tú que tal estas fiestas? –Interrogó Ángel cuando volví a la mesa.

    -Ufff… entretenidas…

    -¿Nochebuena acabó bien? Te vi un poco pasado de vueltas…

    -Pues no muy bien…

    -¿Y eso?

    -Pues me enrollé con Toni delante de Carlos, Ruth y Jesús…

    -Jajajajaja… -Ángel estalló en una sonora carcajada.

    -No le veo la gracia…

    -Perdón, perdón… es que me sorprende, hace unas semanas estabas aterrado porque alguien lo sospechase y ahora resulta que ya lo saben tres personas más…

    -Carlos y yo hablamos antes de la cena… necesitaba hacerlo…

    -Joder, no sabes cuanto me alegra… ¿le dijiste que eras bisexual?

    -Le conté lo que había pasado, de momento prefiero no definirme, no lo tengo nada claro…

    -Bien, es muy respetable. En todo caso, me alegro mucho de que lo hablases con Carlos. Estoy seguro que se lo tomó muy bien…

    -Muy bien –respondí con una sonrisa.

    -¿Y con Toni qué tal?

    -No sé, se marchó el día de Navidad y aún no hemos hablado. Vuelve hoy, así que habrá que ver como lo arreglamos…

    -Estaba colgado de ti si no recuerdo mal…

    -Estaba…

    -¿Ya no lo está?

    -Espero que no…

    -Ufff… Juan, Toni me parece un tío demasiado majo para estos juegos, además, tiene novio…

    -Por eso mismo, sólo fue un rollo… seguro que lo ha olvidado ya…

    -Yo no estaría tan seguro de ello…



    9:09:37 para las campanadas



    Volvía a casa después de comer con Ángel en un bar de tapas vasco. Mi amigo había sido una especie de segunda conciencia durante todo la comida, me recordaba tanto a Carlos… Toni, Toni, Toni, Toni… es el único nombre que había oído en las últimas horas. Toni ya sabía lo que había y podía haber entre nosotros, lo sabía desde nuestro viaje a Salou, pero ¿lo había olvidado? Cuando caminaba en dirección a casa, sonó mi teléfono móvil, era Marc ‘el neurótico’.

    -¿Qué quieres?

    -Hola, Juan.

    -¿Qué quieres?

    -Vaya, estás mosqueado… siento lo que pasó el último día que nos vimos…

    -Más lo siento yo, ya te lo dije…

    -Me preguntaba si podría remediarlo…

    -No estoy seguro –respondí.

    -¿Qué haces esta noche?

    -Voy a una fiesta en casa de unos amigos de Carlos…

    -Lástima, Rafa da una fiesta en su ático, pensé que igual querrías venir…

    -Ni loco voy a una fiesta del hermano de Natalia, ni siquiera he vuelto a hablar con ella para disculparme.

    -Pues deberías hacerlo…

    -¿Me llamas para darme lecciones o me lo parece?

    -No, no… perdona. Te llamo porque tengo muchas ganas de comerme otra vez esa polla que tienes ahí dormida entre las piernas.

    -¿Y la polla de Damián?

    -Damián es un hijo de la gran puta… que se la coma su padre…

    -Ya veo que no van demasiado bien las cosas entre vosotros…

    -Bueno, ¿qué me dices? ¿quieres quedar o no?

    -Hoy no puedo, Marc… te llamo mañana y concretamos algo…

    -Vale… pero…

    -¿Pero qué?

    -Nada, que espero tu llamada…

    Cuando colgué me di cuenta de lo divertido que empezaba a resultarme todo aquello. Quedar con Marc y follármelo, enrollarme con Toni, hacerle una mamada a Graham en su despacho… sin sentimiento de culpa, sin presión, sin arrepentimiento. Sólo diversión, sólo hacer lo que me apetezca… sin más… no sé si he tomado el control de mi vida, pero al menos ahora vuelvo a sentirme vivo.



    3:23:44 para las campanadas



    Estaba terminando de peinarme cuando oí la puerta de casa. La voz de Toni y Carlos se distinguían desde mi habitación. Toni dijo algo así como que iba cambiarse de ropa y enseguida estaba listo. La cita en casa de Susana era en poco más de treinta minutos, íbamos a llegar tarde…

    -¿Estás listo? –Preguntó Carlos cuando entré en el comedor.

    -Listo…

    -Estás espectacular –dijo con una sonrisa- Me encanta esa camisa…

    -Es nueva –respondí yo señalando mi última adquisición de Armand Basi-. Por cierto, esa camiseta me suena…

    -Ya, es tuya…

    -Jejejeje… tienes un morro…

    -Viene de familia…

    -¿Está listo Toni? –Pregunté yo empezando a impacientarme.

    -Voy a preguntarle…

    Carlos fue a la habitación de Toni y yo me detuve en el recibidor. Me miré en el espejo… algo me dijo que aquella noche iba a triunfar.

    -Aún se está duchando… voy a apuntarle la dirección de la casa en un post-it y nos vamos… ya irá él en su coche…

    -Bien… -dije yo. Así ganaba tiempo para pensar en lo que iba a decirle.



    2:35:21 para las campanadas



    Llegamos sobre las nueve y media a casa de Susana en Caldes de Montbui. La amiga de mi hermano vivía en chalet en una urbanización en las afueras del pueblo. Carlos y ella se conocieron cuando estudiaban Informática en la UPC. Susana ya había venido a la fiesta de inauguración de nuestro piso, así que no era ninguna desconocida para mí, eso sí, en aquella fiesta pocas caras conocías iba a encontrar.

    -¡Buenas chicos! –Gritó Susana al vernos entre la multitud que se agolpaba en la entrada de la casa.

    -Hola –respondimos Carlos y yo al unísono.

    -Ufff… estáis impresionantes, sois los más guapos de la fiesta…

    -Gracias –dijo Carlos casi ruborizándose, Susana y él tuvieron hace mucho tiempo un affaire-. Tú también estás preciosa… -todo un cumplido para quedar bien, la chica distaba mucho de ser o estar preciosa.

    -¿No hay demasiada gente? –Pregunté yo controlando mis nervios ante aquella aglomeración humana.

    -Es que habéis llegado todos a la vez, ya verás como dentro nos repartimos…

    La casa era un chalet de principios de los noventa, bastante grande. Susana nos condujo hacia el interior. Los muebles eran de la misma época, en un estilo minimalista excesivamente de los noventa. La iluminación era mínima, casi daba la sensación de estar en un pub. La mayor parte de muebles habían sido arrinconados y la sensación de espacio era sorprendente. Aquel comedor debía ser tan grande como todo nuestro piso junto. Cuando llegamos a una improvisada mesa-barra nos servimos dos vasos de sangría. En los altavoces colocados en los laterales de salón sonaba I'm a Bitch I’m a Lover de Merideth Brooks.

    -No conozco a casi nadie –dijo Carlos después de beber de su vaso.

    -Bueno, deben ser nuevos amiguitos de Susana… eso sí, todos salidos de la última colección de Tommy Hilfiger

    -Jejejeje… mira que eres pesado con las marcas…

    -Ya, pero es que me hace gracia… la gente piensa que tener gusto o estilo es vestir siempre del mismo diseñador americano de turno…

    -Sí, y encima siempre miran por encima del hombro a la gente que no viste como ellos… eso es tener una actitud pija ¿no?

    -Pijos sin gusto… -respondí.

    -Jejeje… deberías hacer un estudio en profundidad sobre ese tema…

    -Hay otras cosas más interesantes para estudiar en profundidad esta noche –dije yo con una sonrisa cuando vi aparecer entre la gente que nos rodeaba a un impecablemente vestido y peinado Graham Newey…





    Continuará...

     
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    CAPÍTULO 72: LA ÚLTIMA NOCHE (LAS CAMPANADAS...).


    01:00:43 para las campanadas



    No hubo cena, sólo aperitivos, sándwiches, canapés, y mil y una cosas para picar… pero técnicamente no hubo cena, y Juan es de los que debe cenar bien antes de una noche donde las bebidas no alcohólicas no han sido invitadas.

    -Hola –oí una voz a mi espalda.

    -Hola, no te había visto llegar… estaba hablando con Carlos y un amigo suyo…

    -Acabo de llegar, he tenido un pequeño problema…

    -¿Ah sí? ¿Qué ha pasado?

    -Paul me ha llamado, está hecho polvo…

    -Vaya… -dije yo intentando pensar con claridad después de mi cuarta copa de cava-. ¿Qué le pasa a Pablo?

    -Paul…

    -Vale, Paul.

    -Hemos roto…

    -¿¿Roto??

    -Sí… después de lo que pasó el día que me mudé a casa creo que era lo mejor para los dos…

    -¿Qué dos?

    -Paul y yo…

    -Toni, creo que te estás confundiendo…

    -¿Por qué?

    -Tú y yo sólo nos hemos enrollado unas cuantas veces, no debías cortar con tu novio por lo que sucedió entre nosotros…

    -No estaba seguro de cortar con él hasta que nos volvimos a enrollar en Nochebuena…

    -Estábamos borrachos –contesté.

    -Eso no nos justifica…

    -¡Ey! Para, para… baja marchas… no me estoy justificando, simplemente no creo que nos debamos ninguna explicación, nos apetecía y punto, como las otras veces… Creo que ya habíamos dejado claro lo que hay entre nosotros…

    -¿Qué hay entre nosotros? –Preguntó Toni con la cara impasible.

    -Nada… bien, en todo caso una amistad.

    -Yo pensaba…

    -¿Pensabas? –Dije interrumpiéndole, empezaba a estar cansado de tanto malentendido-. ¿Qué pensabas?

    -Que después de tener un rollo y repetir, estábamos enrollados… nada de relaciones serias, pero ahora que no tienes novia, pensaba que las cosas serían diferentes…

    -Ya, pues te equivocaste… y creo que yo por mi parte siempre te he dejado claro donde estaban mis límites…

    -Pesaba que cambiarías de opinión… -dijo él en un susurro.

    -Lo siento –no pude añadir nada más. Me sabía muy mal por él, seguramente lo estaba pasando fatal, pero no era culpa mía que lo hubiese confundido todo y que hubiese cortado con su novio por una tontería.

    Toni se dio la vuelta y despareció entre la gente. Su expresión y su mirada lo decían todo cuando dimos por terminada nuestra conversación. ¡Joder! Debía hacer algo para dejarle bien claro que entre él y yo no podía haber nada… nada, ahora incluso el sexo debía quedar fuera de nuestra amistad.



    0:09:07 para las campanadas



    Había bebido mucho. No sé cuando fue la última vez que había visto a Carlos o a Toni, ni me importaba. Llevaba un buen rato bailando con una rubia que podía haber pasado por la hermana guapa de Gwyneth Paltrow, y que no me había quitado las zarpas de encima desde que había pisado aquella improvisada pista de baile.

    La gente se movía a mi alrededor con movimientos casi mecánicos bajo los efectos del alcohol. Mis propios ojos me jugaban malas pasadas y me costaba separar la realidad de la imaginación. La música rallaba lo despertante con un machacón Techno-House que agravaba aún más mi estado de enajenación.

    Notaba los roces de la gente al pasar, los empujones por la escasez de espacio al bailar. Un amigo de la rubia se acercó a ella y le tendió un porro ya encendido. La imitación de Paltrow le dio dos sensuales caladas y me lo tendió. Pese a no fumar desde los 16 años, cogí el porro. Aquel repugnante aroma lo delataba, era de marihuana. ‘No tiene nada de malo’, pensé, y me lo llevé a la boca.

    Alguien detuvo la música. A lo lejos una voz trataba de imponerse entre tanto griterío. Era Susana. Por sus gestos creo que intentaba que pusiésemos atención a la gran televisión encendida que habían colocado en medio del salón. La rubia me besó en el cuello. ¿Dónde estaba Graham? Desde que estuvimos hablando con Carlos no le había vuelto a ver.

    -¡A ver! Silencio chicos... quedan 5 minutos para las campanadas.

    Dos chicos de la edad de Susana y Carlos empezaron a repartir pequeñas bolsitas con las doce uvas reglamentarias para despedir el año y recibir el prometedor 2004. Dudaba seriamente de que fuese capaz de tomarme las doce sin morir atragantado. Curioso, antes de la media noche y ya iba borracho, todo un record para mí desde que empecé a probar la bebida.

    -¿Quieres que después de tomarnos las uvas vayamos a mi casa? Vivo cerca, en Granollers.

    -No he traído coche –respondí.

    -Yo sí…

    -Hola… pensaba que te habías perdido –dijo Graham apareciendo de repente de entre la gente.

    -No, estaba aquí… -respondí con una sonrisa boba.

    -Venía a despedir el año contigo, Carlos está ocupado, ha llegado una amiga suya… -Valeria, pensé yo instintivamente.

    -Bien –respondí intentando controlar mis comentarios hirientes sobre Valeria-. Te presentó a… a…

    -Gina –dijo ella con un gesto de reprobación.

    -Hola Gina.. –respondió Graham con una sonrisa-. ¿A que es majo mi novio?

    -¿Sois novios? –Interrogó ella perpleja.

    -No, no… que va… -respondí yo casi automáticamente.

    -¡Ey! No me digas que te vas a cortar ahora… -insistió Graham.

    -¡Joder! Que no somos novios…

    -¿Seguro? –Su mirada y su sonrisa me tumbaron. Graham se acercó a mí y me besó suavemente. Volvió a besarme y mi boca fue abriéndose para recibir su cálida lengua… nos fundimos en un intenso morreo.

    -Ya veo… -dijo Gina alias ‘la Paltrow’ justo antes de marcharse derrotada y humillada. El beso de Graham duró incluso más allá de su huída.

    -¿A qué viene esto? –Pregunté confuso.

    -Carlos me ha hablado muy bien de ti, tenía ganas de conocerte mejor… y como te he visto algo agobiado por esta gatita caliente…

    -No estaba agobiado –dije yo con una sonrisa.

    -Ya, seguro… jejeje.



    0:00:00 para las campanadas



    Manel Fuentes y Carolina Ferrer empezaron a dar las campanadas desde la Estación de França de Barcelona. Graham estaba a mi lado cuando empezamos a engullir las doce uvas al ritmo de las doce campanadas que marcaban el final de un año muy especial para mí. De los demás no había ni rastro.

    -¡¡¡Feliz 2004!!!!! –Gritó alguien cuando el reloj marcaba las doce.

    El comedor se llenó de gritos y jaleo y de gente casi borracha o totalmente borracha saludándose entre ellos sin ni siquiera conocerse. Graham se giró para felicitar el año a una chica morena que le abrazó por la espalda casi de imprevisto. Fue entonces cuando apareció Carlos junto a un espectacular Valeria y a un Toni bastante incómodo.

    -¡Feliz Año! –Grité mientras abrazaba a mi hermano.

    -Feliz 2004 –respondió con una sonrisa.

    -Feliz año… Valeria, espero que este sea mejor que el anterior por lo que a nuestra relación respecta –le dije mientras la besaba en la mejilla…

    -El 2004 traerá muchos cambios, estoy segura de ello… -no entendí demasiado bien su respuesta pero no quise preguntar.

    Cuando iba a felicitar el año a Toni, Graham se giró y me besó sin decir nada. Estuve tentado a rechazarle y separarme, pero algo se cruzó en mi mente: después de aquello, Toni entendería que entre nosotros no podía haber nada. Abracé a Graham y le devolví aquel beso.

    Cuando nos separamos, Carlos y Valeria nos miraban estupefactos. En el gesto de Toni se podía ver la rabia contenida.

    -Feliz año… -le dije tendiéndole la mano.

    -Que te jodan… -bramó Toni justo antes de darse la vuelta y desaparecer entre la gente camino de la puerta de salida.

    -Te has pasado… -dijo Carlos mirándome con total seriedad.

    -¿Qué pasa? –Preguntó Graham sin entender muy bien de qué iba todo.

    -Nada… -respondí.

    -Ves a buscarle y discúlpate…

    -No…

    -Te has vuelto loco… -añadió Carlos.

    -¿Qué os pasa? –Insistió Graham.

    -Nada, que ya no me apetece estar aquí…

    -Pues vamos a un sitio más tranquilo… -respondió Graham mientras se daba la vuelta y empezaba a caminar hacia al salida. Le seguí.

    Los ojos de Carlos, esa mirada diciéndome que me equivocaba, fue uno de los recuerdos más nítidos que guardo de aquella noche, pero entonces me pareció estar haciendo lo correcto. Graham por fin se había interesado en mí, no iba a ser yo ahora el que le rechazase.

    Salimos a la calle y hasta donde alcanzaba mi vista (limitada por los efectos del Cardhu) estaba repleta de coches. En un momentáneo ataque de lucidez deseé que, después de que el alcohol corriese en aquella fiesta, ninguno de aquellos coches se moviese de allí.

    -¿Has bebido?

    -Bueno, un poco… pero controlo –respondió Graham cuando nos acercábamos a su coche.

    -No sé yo si fiarme…

    -¿Quieres llevarlo tú? Este coche va casi solo…

    -No, no… yo estoy peor.

    Cuando entramos en el coche, nos miramos. La cara de Graham desprendía un encanto pícaro y travieso que te desarmaba. Era un cabrón, uno de esos tíos que cuando salen de casa para ligar se dejan SIEMPRE (esa es la diferencia con otros tíos como por ejemplo yo) los sentimientos doblados y guardados en el armario. Lo sabía ya antes de liarme con él por primera vez y lo tuve muy claro la noche de fin de año… pero aún así deseé que las cosas fueran de otra manera, al menos por una noche.

    Volvimos a Barcelona por una autopista casa desierta. Cruzamos la ciudad en dirección a casa de Graham. Alguien que tiene un Porsche Cayenne Turbo valorado en más de 110.000 euros está claro que no vive en La Mina. Al llegar a Glòries, Graham enfiló la Diagonal. Cuando estábamos a la altura de Paseig de Gràcia, Graham giró a la derecha en los Jardines de Salvador Espriu y siguió por Gran de Gràcia. A media calle, Graham detuvo el coche, cogió el mando del parking de la guantera y lo accionó. Entramos en el parking de un edificio bastante viejo, lo cierto es que había imaginado algo distinto para Graham. Ya en el ascensor reemprendimos nuestra conversación.

    -Has estado muy callado durante el viaje…

    -Buffff –resoplé-. Intento superar el mareo…

    -Jeje… que poco aguantas.

    Cuando entramos en el piso de Graham tuve que tragarme mis propias palabras acerca de su casa. Lo cierto es que ocupaba toda la planta del edificio, las paredes habían sido eliminadas, dejando sólo las paredes maestras, aquello era un loft en toda regla. Paredes de ladrillo cocido, columnas de hierro que ocupaban el espacio dejado por las viejas paredes y dividían los distintos ambientes, profusión de madera tanto en el suelo como en algunas paredes o en las mamparas divisorias, etc. Los muebles, minimalistas, extremadamente sencillos y muy repartidos. El piso parecía casi vacío. Me quedé de pie en medio del salón-comedor-cocina mientras Graham cerraba la puerta. Se quitó la cazadora y se acercó a mí. Empezamos a besarnos. Me quitó la chaqueta y la lanzó sobre el sofá. Mis manos volvieron a posarse en su pecho. Entonces me detuve.

    -¿Qué pasa?

    -No sé…

    -¿No sabes?

    -Bueno, uffff… es complicado –respondí confuso.

    -Tú dirás –dijo Graham poniéndose serio.

    -Es que pienso en mi amigo, Toni…

    -¿Quién es?

    -El que nos ha visto liándonos en la fiesta…

    -¿Esta colgado de ti?

    -Más o menos…

    -Bueno, ahora no puedes hacer nada por él ¿no?

    -Supongo que no…

    Graham volvió a besarme mientras sus manos me acariciaban la polla por encima de la ropa. Volví a detenerme. Graham me miró. Sin decir nada se separó unos pasos de mí y empezó a desnudarse. Primero la camisa, luego los zapatos y los calcetines. Se detuvo frete a mí, con unos slips blancos de Versace.

    -Como quieras… puedes irte corriendo o quedarte… o puedes quedarte y venir corriendo… -Graham hizo una pausa para bajarse de un tirón los slips dejando ante mi vista una preciosa polla en semierección- …o puedes quedarte y correrte…




    Continuará...
     
  •  

    CAPÍTULO 73: LA ÚLTIMA NOCHE (GRAHAM...).



    Sonreí como el más feliz de los tontos del mundo. ¿Toni? ¿Quién era Toni aquella noche? Me acerqué a Graham y le besé. Mis manos se clavaron en su culo y le acerqué a mí. Mientras, él empezaba a quitarme la camisa mientras recorría con su lengua mi cuello. Me aceleré cuando sus manos desabrocharon los botones de mi pantalón y me lo bajaron. Graham empezó a dar bocados desesperados sobre mis boxers, que a duras penas podían contener la erección de mi polla. Mi quitó los zapatos y los calcetines liberando también mis pantalones y subió recorriendo con la lengua mi pierna y sin detenerse en mi polla, recorrió mi abdomen y mi pecho. Volvimos a besarnos, Graham mordía mis labios y su lengua se enredaba con la mía. Mi polla rozaba intermitentemente con la suya, la tenía completamente dura. Mi mano se posó sobre ella y empezó a masturbarla.

    Sin dejar de besarnos, Graham me arrastró hasta la cama, separada del comedor por una mampara de madera oscura y situada sobre una especie de altillo. Me tumbó en la cama y sujetó mis brazos por encima de mi cabeza mientras me acariciaba con su mano libre y me lamía el cuello. Busqué su boca con desesperación, le mordí el labio inferior confundiendo el deseo con el dolor. Liberó mis manos mientras seguía lamiendo mi torso y descendía. Sin detenerse en mi polla empezó a comerme los huevos. Me sacudí al notar el contacto de su lengua. Empezó a masturbarme con una mano mientras su cabeza se hundía entre mis piernas. Las levanté instintivamente y la lengua de Graham rozó mi esfínter.

    -Me encanta que estés depilado… -dijo levantando la cabeza y dedicándome una de sus sonrisas.

    -No me depilo, no tengo vello… -sonreí.

    Me indicó que me diese la vuelta y me estiré en su cama bocabajo, Graham se colocó sobre mí y me besó en el cuello. Podía sentir su polla dura sobre mi culo. Empezó a lamerme la nuca y el cuello. Me hacia perder el sentido, clavé mis manos en el edredón sin poder dejar de retorcerme. Su lengua siguió recorriendo muy lentamente mi espalda por el centro de la columna vertebral. Cuando llegó a mis nalgas las separó y continuó el recorrido. Sentí un escalofrío que me desencajó.

    -¿Quieres hacerlo? –Interrogó Graham mientras me besaba tiernamente en el oído.

    ‘¿Quieres hacerlo?’ No había dicho: ‘¿Quieres que te folle?’ Y lo cierto es que agradecí la forma en que lo dijo… sonaba menos importante, menos complicado. Era simplemente hacerlo… sin más.

    -Quiero… -susurré con mi cara ladeada sobre la almohada.

    Graham sacó de la mesilla de noche una caja de preservativos. No lo veía, pero podía intuir cada uno de sus movimientos. El crujir del envoltorio de un preservativo, sentir como resbalaba el látex entre sus dedos y empezaba a deslizarse sobre su polla erecta. Después de una orgásmica sesión de rimming la dilatación era un hecho. Tampoco vi como acercaba su polla a mí, pero el contacto no se hizo esperar. Graham empezó a penetrarme con una suavidad inusitada, con una calma que me desesperaba y me excitaba… llegué a necesitar que lo hiciese. Centímetro a centímetro su miembro se deslizó en mi interior. Graham se recostó sobre mi espalda y empezó a penetrarme con delicadeza. La incomodidad inicial dejó paso a un deseo incontrolable. Empecé a moverme bajo el peso de su cuerpo. Graham aceleró el ritmo de la penetración, se incorporó y clavó su polla hasta el fondo.

    -Ummmmmmmmm… -apenas pude solar un gemido de placer.

    Sus besos en el cuello acompañaban aquella diabólica penetración haciendo que dejase de tener conciencia real de todo lo que estaba pasando. Sólo sentía un placer exagerado, que lo llenaba todo, que iba más allá de la percepción de mis sentidos… era casi un orgasmo continuo.

    Empecé a correrme sin tocarme con la única ayuda del roce de las sábanas bajo mi polla. Graham siguió penetrándome en el extasiante espacio de tiempo que duró mi orgasmo, uno de los más intensos y largos que jamás he tenido. Cuando su ritmo empezó a decaer, deduje que él también se había corrido. Se recostó nuevamente sobre mí besándome el cuello y la nunca. Con un ligero movimiento se dio la vuelta y se tumbó a mi lado. Nos besamos una vez más antes de dormirnos.



    ***



    Día 1 de enero de 2004, si mi vida fuese una película podría haber terminado esa misma madrugada con el megapolvazo con Graham, pero la realidad no es perfecta. La vida es muy puta como dice Carlos, y la mañana siguiente a mi noche con Graham, la vida echó a andar de nuevo pasando por encima de mí y de aquel recuerdo.

    -Buenos días –me dijo Graham con una sonrisa mientras me acariciaba el hombro.

    -¿Qué hora es?

    -Son las doce del mediodía… si quieres ducharte hay toallas en el baño. Yo acabo de hacerlo…

    -Gracias… -me levanté usando mis últimas reservas energéticas. Había dormido bien pero seguía cansado y resacoso.

    Cuando salí de la ducha con la toalla anudada a la cintura, Graham desayunaba en la cocina. Pensé en ir a vestirme, pero él se avanzó.

    -¿Te apetece algo? –Dijo mientras señalaba un taburete.

    -Quizás algo de café para despejarme…

    -Perfecto, acabo de hacerlo…

    Tomé asiento frente a él y me serví una taza de café, eso sí, le eché 4 o 5 terrones de azúcar.

    -Vaya, te gusta el café muy dulce… -bromeó.

    -Bueno, de hecho no me gusta el café, pero ahora mismo creo que es lo que necesito.

    -Ya... a mí me encanta… -dijo Graham mientras se levantaba y me rodeaba con el brazo. Empezó a acariciar mi pelo todavía húmedo y fue deslizando su mano por mi espalda desnuda-. Pero lo prefiero con leche…

    Su comentario y la cercanía de su mano a mi entrepierna, me provocaron una erección inmediata. Se colocó entre mis piernas abiertas y abrió la toalla dejando a la vista mi polla. Empezó a besarme el pecho bajando poco a poco, mi polla fue apresada de nuevo por aquella boca hambrienta y en pocos minutos Graham tuvo lo que estaba buscando. ¿Algo mejor que la leche caliente para desayunar?

    Acabando de desayunar, la película erótico-gay con grandes dosis de romanticismo se convirtió en una mala imitación de la realidad con sabor a decepción. Graham me invitó educadamente a abandonar su casa…

    -Bueno… ¿te vas ya?

    -Mmmm… ¿me echas?

    -No, no… es que voy a ponerme a trabajar en un proyecto…

    -Vale, vale… voy a vestirme…

    -Tienes toda tu ropa sobre el sofá…

    -Gracias…

    Me vestí en silencio mirándole, llevaba sólo unos pantalones tejanos. Graham empezó a desplegar unas infografías sobre su mesa de trabajo. Es curioso, nunca me habían cambiado por tan poco.

    -¿Volveremos a vernos? –Le dije cuando volví al salón vestido con la misma ropa sucia y con olor a tabaco de fin de año.

    -Claro…

    -¿Cuándo?

    -Cuando vaya a “Lafarge i Asssociats” a presentar la campaña de publicidad para vuestro nuevo servicio de asesoría jurídica para automovilistas –respondió Graham con una sonrisa algo cruel.

    -Me refería a fuera del trabajo…

    -Nos acabamos de ver Juan, dejemos que las cosas fluyan…

    Hijo de la gran puta. Me di la vuelta y salí de su casa pensando en que Graham era el mayor hijo de puta que se había cruzado en mi vida, más incluso que David. Con David al menos el despertar siguió formando parte de una buena película. Graham ni siquiera se había ofrecido a llevarme a casa. Cuando salí a la calle cogí un taxi. Por el camino empecé a despertar de aquel sueño, Graham era solo fachada.

    -Hola –dije a cruzar la puerta de casa. Carlos salió veloz a mi encuentro…

    -¿Te has vuelto loco?

    -¿Yo? ¿Por qué?

    -Joder… ¡cómo se te ocurre liarte con Graham delante de Toni!

    -Fue algo inesperado, Graham tiene salidas de tono como esas…

    -No hiciste nada por evitarlo y mucho menos para arreglarlo luego…

    -¿Qué podía hacer? Toni se largó de la fiesta…

    -Podrías haber ido a buscarle.

    -Mira Carlos, empiezo a estar hasta los huevos de todo esto, Toni no es nada mío… en todo caso sólo un amigo, no es mi responsabilidad. Por mi parte te aseguro que entre él y yo no volverá a pasar nada… no quiero que la convivencia en esta casa se convierta en un infierno.

    -Tranquilo, ya no tienes que preocuparte por eso… Toni va a mudarse a otro sitio…

    -¿Mudarse? ¿Por qué?

    -No sé… quizás porque ¿te odia?

    -Lo siento… no había mala intención en lo que hice… ¿dónde está ahora?

    -Se largó ayer por la noche a Calatayud para pedirle perdón a Paul… supongo que entendió que esperar que sucediese algo más contigo era un gran error.

    -Espero que se reconcilien, Toni se merece lo mejor… y yo no soy lo mejor…

    -Ni lo serás si sigues por ese camino, Graham te va a complicar la vida… no es mal tío, pero es un cabrón en lo relativo al sexo o al amor…

    -Ya, pero folla muy bien…

    Lo dije con toda la normalidad del mundo. Estaba harto de acusaciones y de tener que soportar el peso de las desgracias de todos los que me rodean. Carlos me miró seriamente y lentamente sus labios esbozaron una pícara sonrisa.

    -Eso sirve si no esperas nada más de él…

    -Feliz 2004, Carlos –le dije plantándole un beso en la mejilla-, voy a tomar una ducha…





    Continuará...
     
  •  

    CAPÍTULO 74: LA VIDA ES PUTA.


    Después del día 6 de enero, día de Reyes, te das cuenta que finalmente has superado una vez más las maratonianas festividades navideñas. Personalmente, a día de hoy dudo seriamente que la Iglesia Católica fijase estas festividades, me huele a que un ancestral Carrefour allá por el año 0 decretó que los últimos días del viejo año y los primeros del nuevo serían días consagrados al consumismo más atroz y salvaje. A lo largo de la historia se le unirían grandes personajes como Ikea, El Corte Inglés o Toys’R’Us. La nueva religión… la del ocio y el despilfarro, menos solidaria y que ni siquiera te hace más libre. Cuando esta mañana he pasado por delante de El Corte Inglés de Plaça Catalunya, un enrome cartel de abominables letras rezaba: REBAJAS, recordándome que la pesadilla consumista no ha hecho más que empezar… un año más: ¡Feliz Mastercard!

    He llegado al bufete sobre las 8,30 de una soleada mañana en mi discreto Mercedes Sportcoupe (no es fácil llamar la atención cuando a tu izquierda aparca un BMW de la Serie 7 y a tu derecha reposa el flamante XJ8 de Roberto). Al entrar en mi despacho, Valeria no había llegado aún. Me he conectado a Internet y he ido de cabeza a la página web de Intermon-Oxfam. Con la tarjeta en una mano y mi conciencia en otra he donado una jugosa cifra. Al terminar la operación me he sentido algo menos culpable. Es curioso, hoy en día hasta tu conciencia tiene precio.

    -Buenos días Señor Lafarchhhhhhhh…

    -¿Y Valeria? –He preguntado confundido al ver entrar en mi despacho a una chica de unos 30 y tantos años, de estatura media, pelo corto y rubio, cadera ancha, pechos voluminosos y una gran sonrisa.

    -Disculpe, pensé que le habían puesto al corriente del cambio…

    -¿Cambio?

    -¡Siiii! Verá, Valeria ha pedido el traslado por motivos personales… sí, sí… muy personales pero los conoce todo el bufete. Y resulta que me han nombrado a mí su nueva secretaria… soy Mers, mucho gusto… -y sin darme tiempo a reaccionar me ha cogido la mano y me la ha apretado con fuerza.

    -¡Ey! Un momento… yo no he autorizado ningún cambio, ¿y cuáles son esos motivos que conoce todo el mundo acerca de la marcha de Valeria?

    -El cambio lo ha autorizado el Señor Larache…

    -Lafarge…

    -Eso, su padre. Y en cuanto a los motivos… pues a mí no me gusta contar lo que oigo pero…

    -Al grano…

    -Pues eso, que todo el mundo sabe que Valeria está liada con su hermano y que usted no se lleva bien con ella porque se ha fijado en su hermano y no en usted…

    -Jajajaja… -no he podido reprimir una carcajada. La situación era surrealista-. ¿Enfadado yo? ¿Por qué no se ha fijado en mí?

    -No, yo tampoco me lo creo… -ha dicho ella en un ataque de fidelidad a su nuevo jefe.

    -Bueno Mers, puedes dejar el correo aquí, luego intentaré averiguar más detalles de lo que ha sucedido…

    -Tranquilo Señor Lafarxe, seguro que usted es más guapo que su hermano…

    Cuando Mers ha salido de mi despacho casi muero de un ataque de risa. Con mi poca vida social en el bufete, lo cierto es que estaba bastante al margen de los comentarios que se hacían sobre mí. Bien, si la gente piensa que me siento rechazado por Valeria… que lo sigan pensando.

    Sobre las doce Mers me ha anunciado la inminente reunión en la sala de juntas para supervisar la campaña del nuevo servicio de asesoría jurídica para automovilistas que empezará a prestar el bufete al margen de su actividad principal. Cuando he entrado en la sala de juntas, aún estaban por llegar varios socios, entre ellos Ricardo y Roberto. Ángel conversaba con una de las socias, una arpía de cuarenta y tantos vestida con un traje de Armani rigurosamente negro, les he saludado sin detenerme. Graham preparaba en el portátil la animación en PowerPoint.

    -Hola.

    -Hola, Juan. ¿Todo bien? –Ha preguntado él con una sonrisa.

    -Sí bueno… intentando recuperar el ritmo y adaptándome a los cambios que ha traído el año –respuesta de lo más estúpida.

    -Me alegro…

    -¿Y tú qué tal?

    -Muy bien, estoy convencido de que la campaña será un éxito.

    -Ya… si lo es, podríamos salir a celebrarlo… -he murmurado sin estar seguro de mis palabras.

    -Estaría bien… -y cuando estaba a punto de sonreír- ya me contarás como ha ido la celebración…

    Tocado y hundido, como cazador huyendo de una presa que ha demostrado ser más fuerte que él, me he retirado y me he sentado junto a Ángel.

    -Te lo dije…

    -¿El qué? –He preguntado.

    -Que Newey no era para ti… Graham es un born to be wild.

    -Ya… -he respondido resignado.

    -Bueno, al menos no os habéis liado…

    -Demasiado tarde…

    -Jajajaja… eres la hostia Juan ¿cuándo?

    -La primera vez hace unas dos semanas y la última fue la noche de fin de año.

    -Jajajaja… alucinante –le he mirado con cara de ‘o dejas de reír o te parto las piernas’-. Bueno, si has tenido sexo con él… perfecto ¿es lo que querías, no?

    -Ya no sé lo que quiero… -he respondido confuso.

    -Mmmm… eso suena a un interés más allá de lo sexual…

    -¿Y qué? El hijo de la gran puta pasa olímpicamente de mí… me resulta tan familiar… joder, siempre voy a topar con los más cabrones…

    -Rechazas a los que van de buena fe, es normal que topes con los más cabrones…

    -¿Te refieres a ti? –He preguntado con una sonrisa irónica.

    -No, a tu amiguito Toni –ha respondido Ángel devolviéndome la sonrisa.

    -Joder, hablando de Toni –he dicho yo reconduciendo la conversación-. Tengo que preguntarle a Carlos si sabe algo de él. Se largó la noche de fin de año al pueblo de su novio… y hoy empezaba las clases, debería haber vuelto ya.

    Antes de que pudiese añadir algo más, los RR han entrado en la sala y Graham ha comenzado su exposición. Es curioso como puedes seguir estando interesado en alguien que te echa de su casa el día después de haberte follado y te rehuye una semana después. Es curioso que después de todo le siga mirando y piense en su sonrisa, en sus caricias, en la noche de fin de año… en sus besos delante de todos en la fiesta…

    Tras la reunión, Graham se ha largado sin decir nada… algo que por otro lado no debería sorprenderme, Graham es así, ya me lo advirtió Carlos. Intentando recuperar la normalidad, me he reunido con dos clientes antes del almuerzo. Después he tenido el tiempo justo para devorar un plato de pasta con Roberto y Ángel… amor correspondido… hacen tan buena pareja, y pensar que no amo y me siento amado desde que corté con Ana… Ana ¿qué debe ser de ella?

    Por la tarde, mientras redactaba un pesado informe, Mers ha interrumpido mi concentración con una de sus triunfales entradas.

    -Señor Lamar…

    -¿¡Qué?! –He respondido intentando controlar mis nervios.

    -Tiene una visita…

    -No, no tengo más citas anotadas para esta tarde.

    -Lo sé, soy su secretaria… pero insiste en verle…

    -¿Quién es?

    -Un chico de unos 18 años… dice que es su sobrino…

    -¿Sobrino? Yo no tengo sobri… -no he terminado la frase, Mers ha sonreído y me ha guiñado el ojo-. Hazle pasar… -he dicho yo temiéndome quien estaba esperando fuera.

    Esos ojitos azules, esa cresta rubia, ese cuerpo de futbolista adolescente… demasiado familiar para equivocarme.

    -Hola, Juan…

    -Más te vale que tengas una buena razón para estar aquí…

    -Hace más de una semana que hablamos y me dijiste que me llamarías. Te he enviado varios sms e incluso te llamé ayer, pero no me lo cogiste…

    -Me pasé el día durmiendo, pensaba devolverte la llamada. Pero venir aquí ha sido una mala idea. Mi nueva secretaria creo que ha pillado algo y es una bocazas… ¡joder!

    -Pero si he dicho que era tu sobrino, ¿qué tiene de raro?

    -Mi hermano no tiene hijos…

    -Bueno, pues ahora sí –ha respondido él con una sonrisa mientras rodeaba la mesa y se sentaba sobre ella muy cerca de mí.

    Cuando sus manos han acariciado mi corbata y ha colocado una de sus zapatillas sobre la silla justo entre mis piernas, Marc ha terminando de convencerme. Necesitaba algo así para animarme el día.

    -Pensaba que tenías miedo a que nos viesen juntos…

    -Y lo tengo, pero tengo miedo de mis compañeros de instituto, no de la gente de tu bufete. Si se imaginan que he venido a comerte la polla seguro que se les pone dura a más de la mitad de ellos…

    -Ya, pero da la casualidad de que yo no quiero que la gente comente que me lío con adolescentes buscones en mi despacho…

    -¿Buscones? –Marc ha sonreído-. ¿Y qué voy a encontrar si busco por aquí?

    Sus manos han empezado a sobarme la polla sobre los pantalones del traje. Le he acariciado la nuca acercándole hacia mí y nos hemos besado. Cabrón cada día besa mejor.

    -Bueno, bueno… -he dicho yo separándome de golpe-. Mejor nos vamos, este no es un buen sitio…

    -Como quieras… pero algún día me follarás en ese sofá… -su comentario se merecía un beso.

    Al salir del despacho con Marc, Mers me ha mirado y ha contenido su sonrisa. Se me he ha helado la sangre.

    -Ves hacia el ascensor, ahora te alcanzo…

    -Bien –ha respondido Marc.

    -Mers, voy a tomarme el resto de la tarde libre, me ha surgido un imprevisto…

    -Muy bien –ha dicho sin dejar de sonreír-. Si todos los imprevistos estuvieran tan buenos como este… jejeje.

    -¿Cómo?

    -No soy tonta Señor Lafarge, las lesbianas tenemos un sexto sentido para estas cosas… que vaya bien la tarde…

    -Gracias –es lo único que he podido responder. Mers, lesbiana… supongo que su declaración ha sido una especie de pacto de silencio. En cualquier caso, me he ido mucho más tranquilo.

    La tarde no ha dado para mucho. Tras tranquilizar a Marc saliendo del centro de Barcelona, hemos terminado en una calle casi desierta en Montjuïc. Eso sí, Marc ha pagado con creces el viaje hasta allí, se ha marcado una mamada de las que hacen historia y yo le he correspondido con otra del mismo calibre, tenía muchas ganas de comérsela. Con la polla descargada, a Marc le han vuelto a entrar sus paranoias y me ha pedido que le dejase en una estación de metro en Paral·lel. Es curioso, lo bien que come pollas y las tonterías que tiene en la cabeza.

    Cuando he llegado a casa, Carlos no había llegado aún, así que he aprovechado para darme un baño relajante y navegar un rato por Internet. Un detenido vistazo a las novedades del Salón de Detroit me ha ocupado el resto de la tarde. Debería haber ido al gimnasio, pero mis excursiones con Marc por Montjuïc me han robado demasiado tiempo.

    Me había puesto a hacer la cena, una deliciosa fideuá congelada de Magi, cuando Carlos ha cruzado la puerta de entrada. Tras descargar sus cosas en su habitación ha entrado en la cocina.

    -Hola.

    -Hola ¿qué tal va todo?

    -Bien, estoy preparando algo de cenar…

    -Vaya, que poco propio de ti… -ha respondido Carlos con sorna.

    -Mmmmm… me reservo par ocasiones especiales…

    -Ya… ¿qué tal el día?

    -Bien, bueno, normal… el trabajo bien, pero me han cambiado de secretaria… parece ser que Valeria ha pedido el traslado ¿sabias algo de eso?

    -Sí, algo me había comentado…

    -Ya ¿y por qué no me lo ha consultado?

    -No sé, eso deberías preguntárselo a ella…

    -Te lo pregunto a ti, eres su novio ¿no?

    -Valeria y yo no hemos formalizado aún nuestra relación…

    -¿No sois novios?

    -No sé… no hemos hablado de ello aún…

    -Ya veo que Valeria elude hablar de temas importantes…

    -La juzgas sin conocerla… -ha sentenciado Carlos.

    -Estoy seguro de que tú la conoces mucho mejor que yo, seguro que has llegado al fondo de su persona… -he dicho con una sonrisa. Carlos ha sonreído simplemente-. Bueno, cambiando de tema ¿qué sabemos de Toni?

    -Vaya, pensé que no lo preguntarías… pues hoy me ha llamado, vuelve en dos días y parece que no vuelve solo…

    -¿Paul se mudará a esta casa? –He preguntado yo aterrado.

    -Es posible…

    -¡Joder! Eso habrá que hablarlo, no me parece buena idea…

    -Ya lo hablaremos a su debido tiempo, ahora mismo hay cosas que me preocupan bastante más…

    -¿Qué cosas? ¿Algo va mal en el trabajo?

    -No exactamente… me acaban de nombrar jefe de un proyecto muy importante para un nuevo cliente… -Entonces Carlos ha fruncido el ceño y me he imaginado lo peor.

    -¿Dónde?

    -En Argentina…

    -¿Por cuánto tiempo?

    -Entre uno y dos meses, depende de lo complejo que sea el desarrollo del proyecto…

    -¿Vas a irte dos meses a Argentina? –He repetido atónito.

    -Seguramente será menos tiempo del previsto… es una gran oportunidad profesional…

    -¿Cuándo te vas?

    -En poco más de una semana…

    Las palabras de Carlos han rebotado en mi interior y su eco se ha reproducido hasta el infinito. Mi único apoyo en esta vida me dice que va a pasarse dos meses en la otra punta del mundo mientras sigo estúpidamente colgado de Graham y me preparo para convivir con Toni y su recuperado novio Paul. Si en aquel momento me hubiesen arrancado las vísceras y echado sal en las heridas, seguramente no hubiese sentido nada. Carlos lejos de mí, era una de las últimas cosas que podía imaginar que sucediese. La vida es puta, no sabemos lo puta es hasta que no nos desarma y nos desnuda de esa manera.






    Continuará...
     
  •  

    CAPÍTULO 75: ¿Y AHORA QUÉ PENSARÁS DE MÍ?.


    -Toni está en su habitación, llegó ayer por la noche…

    -Me alegro ¿llegó solo?

    -No, Paul ha pasado la noche aquí, aunque la verdad es que no sé cuáles son sus planes. Intentaré hablar con Toni antes de irme a Argentina…

    -Hazlo por favor, no veo como podré comunicarme con ellos cuando no estés tú… -respondí agobiado.

    -Pues más vale que lo intentes pronto…

    -Ya…

    -Por cierto, le dije a Rosa que la ayudaríamos hoy con la mudanza, hemos quedado en Sitges dentro de una hora…

    -Jodeeeeeeeeeer… te dije que no contases conmigo…

    -Ostras Juan, mira que eres crío, yo me voy en dos días a Argentina y me he ofrecido igualmente a echar una mano… ¿tanto de cuesta?

    -Carlos, una de las últimas cosas que me apetecen esta soleada mañana de domingo es ayudar a Rosa a hacer la mudanza… ¡tenía planes! –Mis planes consistían en verme con Marc "el juguetón" y ayudarle a relajarse ante los inminentes exámenes de febrero.

    -Pues cambia tus planes, Rosa cuenta contigo… tenemos que recoger la furgoneta en menos de 30 minutos o sea que vístete de una vez… -Carlos fue tajante, no hubo derecho a réplica.

    Rosa ya nos había dicho que encargaría la mudanza a una empresa especializada, pero antes había que empaquetar las cosas y decidir qué servía y qué íbamos a tirar. La mañana del domingo tenía demasiadas cosas en la cabeza para colaborar en tan solidaria causa, pero no me quedó otra opción. Al menos evitaría tener que afrontar a Toni y a Paul ¿sabría el “Pájaro Loco” que Toni y yo nos habíamos liado?

    Recogimos una impactante Renault New Trafic y nos pusimos de camino a Sitges. Carlos estaba muy callado, encendió la radio y sintonizó Hit Ràdio.

    -¿Has hablado con Toni?

    -Muy poco…

    -¿Qué tal está?

    -Pues bien, que Paul le diese una oportunidad después de todo lo que pasó le ha animado… espero de una puta vez que se centre en Paul y se olvide de ti. No sabes cuanto aprecio le tengo a Toni, es casi como un hermano pequeño…

    -Joder, lo dices como si fuera lo peor que le ha pasado a Toni en toda su vida…

    -Eres mi hermano y no voy a sacarte los defectos, en todo caso tú ya sabes la parte de culpa que tienes en todo esto. Toni la ha cagado, pero es lo que tienen los sentimientos, que resultan muy difíciles de controlar…

    -Bien, prometo que hablaré con él… tengo que hacer un esfuerzo para que las cosas se calmen cuando tú te hayas ido, de lo contrario la situación puede ser de lo más desagradable…

    -Ya veo, siempre pensando en los demás…

    -No lo hago sólo por mí. Bueno, cambiemos de tema ¿ya estás preparado para tu viaje?

    -Pues sí, todo listo.

    -¿Te vas sólo?

    -No, no… me voy con dos compañeros más.

    -Muy bien ¿y qué ha dicho Valeria al respecto?

    -Pues nada, no parecía preocupada –ha respondido Carlos sin demasiadas ganas.

    -Vaya… ¿seguís sin formalizar las cosas?

    -Me da la impresión que Valeria no quiere tener nada más serio de lo que ya tenemos… supongo que hablaremos de ello cuando vuelva…

    -Habrá tiempo para hablarlo, tranqui…

    Cuando llegamos a Sitges Eduard estaba cargando una caja en el maletero del Audi de Rosa. Aparcamos la furgoneta justo detrás de él. Eduard llevaba unas botas, unos tejanos ajustados bastante desgastados y una camiseta de manga corta perfectamente ajustada al torso… una imagen que parecía sacada de un relato porno de Internet.

    -Buenas… -nos saludó cuando salimos de la furgoneta.

    -Hola Eduard ¿cómo va todo? –Respondió Carlos mientras le encajaba la mano.

    -Rosa y Mario están dentro empaquetando las cosas, vamos a buen ritmo, seguro que con la furgo terminamos en un par de horitas…

    -Hola Eduard… -añadí tendiéndole la mano.

    -Hola, Juan… -respondió dándome la mano y sujetándome el brazo con la otra. Nos miramos a los ojos fugazmente.

    Intenté centrarme y no dar a esos detalles más importancia de la que realmente tenían. Eduard estaba con Rosa y estaba convencido de que era heterosexual. “Juan, olvídalo”, me repetí mientras entraba en casa. Dentro, Rosa y Mario vaciaban las estanterías del comedor y colocaban los libros en cajas de cartón. Miré con disimulo a Mario… le recordaba más… ¿crío?

    -¿Os ayudo?

    -Hola hijo, sí por favor… que ya empiezo a tener punzadas en la espalda de cargar peso…

    -¿Peso? Jejejeje… sólo son libros…

    -Ya, pero tu madre tiene una edad complicada para estas cosas…

    -Eso no lo niego, tienes una edad, desconocida para muchos, pero la tienes…

    -Jejejeje… -Mario rió divertido.

    -¿Qué tal Mario?

    -Bien, aquí echando un cable –respondió sin levantar la vista de los libros. Le había crecido le pelo sin llegar a formar una melena. Un amplio flequillo le llegaba a la altura de los ojos. Llevaba un jersey ancho, un pantalón con grandes bolsillos en los laterales y unas zapatillas deportivas… si no era todo de Quiksilver, casi.

    -Debería darte vergüenza –li dije a Rosa con un rictus de desaprobación que la dejó helada-. Esto es explotación infantil… supongo que luego le pagarás, ¿no?

    -Juan, mira que eres tonto… te pareces tanto a tu padre. Anda calla y termina de embalar esto mientras Mario me ayuda en la cocina.

    -Jejejeje… yo también te quiero –respondí antes de que Rosa saliese del comedor.

    -Explotación puede ser –dijo Mario guiñándome un ojo- pero infantil… tengo 14 años… -le miré sorprendido…

    -Pensaba que tenías más… -no recordaba su edad, pero con un cuerpo tan desarrolladito no le echaba menos de 16 años.

    -La juventud de hoy crece muy rápido…

    -Será el Cola-Cao… jejeje…

    -O la leche…

    -Jajajaja…

    Antes de que pudiese dejar de reír, Mario se fue a la cocina a buscar a Rosa. Para tener 14 años se acaba de quedar conmigo, qué cabrón. Tenía pinta de ser un chico listo, aunque lo cierto es que le recordaba más modosito y callado el día en que mi madre nos presentó a Eduard. Terminé de embalar los libros mientras Rosa y Mario hacían lo propio en la cocina.

    Cuando lo tenía todo listo saqué las cajas a la calle. Eduard y Carlos cargaban el baúl de la buhardilla. Les eché una mano y terminamos de colocar las cajas en la Trafic.

    -Creo que voy a ir llevándome todo esto al piso… ¿me acompaña alguien para ayudar a descargarlo? –Eduard nos miró esperando respuesta, Carlos iba a decir algo cuando me avancé.

    -Yo mismo, así me siento un rato –dije con una sonrisa.

    -Jejejeje… que perro eres, chaval… -bromeó Carlos.

    -Nos vamos pues –respondió Eduard mientras subía a la furgoneta.

    -Colócamelo todo muy bien –le dije a Carlos en tono de burla antes de cerrar la puerta.

    De camino a Barcelona otra vez, Eduard seguía en maga corta a pesar de estar en febrero. Claro que siendo corresponsal de guerra debía estar acostumbrado a ciertas inclemencias meteorológicas.

    -¿Y cómo es que ahora no viajas? –Pregunté para romper el hielo.

    -Pues no sé, supongo que he empezado una nueva etapa en mi vida…

    -¿Y no lo echas de menos?

    -Uffff… claro, me cuesta estar tan "quieto", pero también he aprendido a valorar esta relativa estabilidad…

    -Supongo que Rosa ha contribuido a ello…

    -Por supuesto… conocerla a ella y pasar más tiempo con Mario son dos de las mejores cosas que me pasaron en 2003.

    -¿y no te irías otra vez a cubrir una guerra o a hacer una corresponsalía en el extranjero?

    -No sé, quizás… depende del proyecto que me ofreciesen. Hace unos meses surgió la posibilidad de ir de periodista empotrado en el bando aliado en la guerra de Irak pero me pareció una experiencia poco enriquecedora profesionalmente… no me gusta formar parte de ningún aparto propagandístico…

    -Cierto, esta guerra dio una vuelta de tuerca más en la manipulación informativa…

    -Totalmente de acuerdo, pero parece que el común de la gente se ha instalado en un conformismo absoluto respecto a estos temas… a veces la única diferencia entre la televisión de hoy y la de hace unas décadas es que la de hoy se emite en color…

    -Por eso supongo que debe ser una experiencia fantástica estar allí para contarlo…

    -Exacto, de momento no he encontrado nada que me aporte tanta satisfacción…

    -¿Nada? Eso es que has buscado poco… jejejeje –bromeé.

    -Jejejeje… me refería a satisfacción intelectual…

    -Ya, y yo –respondí con una sonrisa burlona…

    -Me da la ligera impresión que de otro tipo de satisfacciones tú sabes mucho más que yo…

    -Jejejeje… no creas -respondí-. Tú has recorrido medio mundo, conocido gente de lo más variada, seguro que has hecho de todo… -la ofensiva había empezado…

    -No, no he hecho de todo… aunque no me puedo quejar, siempre he hecho lo que me apetecía…

    -Porque puedes…

    -¿Porque puedo?

    -Claro… con ese físico seguro que lo has tenido muy fácil… -disparada artillería pesada. Juan no sabes lo que estás haciendo.

    -Jejejeje… puede ayudar, pero a veces la necesidad sexual deja fuera cualquier tipo de consideraciones…

    -Totalmente de acuerdo –respondí con una sonrisa. Su respuesta sonaba tan… ¿evocadora?

    Hubo un silencio algo tenso tras el que Eduard retomó la conversación, esta vez por temas más inocuos como su actual trabajo. Sus palabras me habían desconcertado, sonaban tan cercanas a una proposición… intenté calmarme y pensar en la situación, en su relación con Rosa, en su heterosexualidad aparente… pero para entonces mi polla empezaba a levantar un prometedor buto en mi entrepierna. Casi me temblaban las piernas de la tensión. Eduard debió captarlo, por sus disimuladas miradas al asiento del acompañante.

    Llegamos al piso, en pleno barrio de El Raval cerca del MACBA, zona complicada aunque en constante regeneración. El aspecto exterior del edificio dejaba bastante que desear, pero en el interior las cosas cambiaban: desde el mismo portal se apreciaba un trabajo de reforma integral, el piso de Rosa, un tercero, era el resultado de unir los dos viejos pisos en uno. Cinco habitaciones, un salón-comedor gigante y bien iluminado, tres baños, una cocina generosa…

    -¿Cómo ha podido pagar esto Rosa?

    -Bueno, lo cierto es que lo hemos comprado entre los dos…

    -No sabía que hubieses vendido tu piso…

    -Y no lo he hecho, pero tenía algún dinero ahorrado…

    -Pues vaya, espero que lo disfrutéis, es impresionante…

    -Gracias -respondió Eduard.

    Empezamos descargar las cosas ya subirlas al piso. Aún faltaban los muebles de la casa de Sitges, pero estaba parcialmente amueblado, Rosa no se había resistido a la tentación de comprar algunas cosillas nuevas… algunas por no decir todas…

    Cuando dejé la última caja en el suelo del salón, me sequé el sudor de la frente con una toalla.

    -Bueno, ¿nos vamos?

    -Espera, vamos a beber algo para recuperar líquido, ¿no? –Dijo Eduard mientras se perdía en la cocina…- ¿Quieres una cerveza?

    -No, no bebo alcohol (de baja graduación) mejor agua…

    Eduard entró de nuevo en el salón y me tendió un vaso lleno de agua. Se sentó en el único sofá que de momento había en el piso, yo tomé asiento en una caja, justo delante de él. Se recostó en el respaldo y abrió sus piernas dejando ante mi vista el bulto más grande de los que había visto aquella tarde…

    -¿Sucede algo? –Interrogó él algo incómodo cuando fue evidente hacia dónde se dirigía mi vista.

    -No… no… es que me he quedado pensativo –mentí yo. Mi respuesta sonó más falsa que un telediario de Televisión Española.

    -No está dura ¿eh? Jejejejeje… -bromeó Eduard con una sonrisa nerviosa, estaba incómodo.

    -Perdona, es que me ha llamado la atención… jejeje –respondí totalmente rojo de vergüenza.

    -Suele pasar… -dijo él en tono de burla.

    -Jejejeje… que sobrado…

    -Jajajajaaja… ahora he quedado como un gilipollas… jejeje…

    -¿Seguro que no está dura? -Dije yo intentando provocarle.

    -Te lo aseguro…

    -No me lo creo… jejeje… abulta mucho…

    -Mira –dijo Eduard mientras se acariciaba el paquete por encima de los pantalones y me mostraba que había bulto, pero no erección…

    -Va tío, no me líes… seguro que la tienes dura… -insistí.

    -Joder, que no –dijo Eduard mientras se levantaba y se colocaba frente a mí-. Ya verás… -me cogió la mano y la posó en su entrepierna, su reacción me dejó K.O. Toqué su polla por encima de la ropa y efectivamente no estaba dura…

    -Bueno, no está dura…

    -¡Ves! –Respondió él con una sonrisa triunfal que fue modificando al ver que no le soltaba el paquete.

    -Pero podemos hacer que lo esté…

    -¡Ey! –Dijo Eduard separando mi mano de golpe-. Creo que nos hemos confundido…

    -¿Por qué? –Dije yo con el gesto congelado…

    -Sólo estaba bromeando…

    -Joder, lo siento… pensé que… que… -no sabía como salir de aquella situación tan embarazosa.

    -Tranquilo, no pasa nada…

    -¡Joder! Cómo que tranquilo, ¿¡y ahora qué pensarás de mí?!

    -Juan, tranqui, que ha sido culpa mía… no quería provocarte…

    -¿Provocarme?

    -Sí, quiero decir, que ya me suponía algo…

    -¿Algo? –Yo no salía de mi asombro.

    -Sí, me imaginaba que entendías…

    -¡Joder! ¿Lo llevo escrito en la cara?

    -No, no… lo había deducido de tus comentarios y tus miradas…

    -Lo siento mucho Eduard –repetí sin mirarle a la cara.

    -Juan, de verdad, tranquilo, este será nuestro secreto.

    -Será mejor que volvamos a Sitges y terminemos con esto de una vez…

    -Juan, de verdad… soy una tumba.





    Continuará...
     

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