Nada más triste que un elefante columpiándose en la tela de una araña. Digo, eso habla a la perfección del grave problema del elefante (drogadicción y alcoholísmo) que, en su fantasía, se columpia cual libélula en la tela de una araña. Será acaso que desea la amistad del arácnido? En sus fantasías, él se ve como una libélula indefensa que está a punto de ser deborada por una araña? Estas connotaciones, tanto fatídicas como sexuales, nos remiten a la infancia del elefante que, siendo rechazado por la sociedad, incursiona, como salida fácil, al mundo de la drogadicción.
Viejo, sin aliento, pasa los días evadiendo la realidad.
Me columpio en la tela de la araña, oh muerte, por fin has llegado.
Pero, como ve que resiste la tela, va a llamar a otro elefante. Por supuesto que el segundo elefante es imaginario. Como el pobre no tiene amigos, ha tenido que inventárselos.
Así, él y su numeroso contingente de amigos imaginarios, se columpian todas las tardes en telas de arañas, felices, tomados de la mano, rememorando la infancia feliz, aventuras juveniles, tristezas, lágrimas.
Pero nadie puede quitarles el placer de columpiarse en tela de araña!!!