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Homosexualidad Animal
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    Homosexualidad en el mundo animal?

    En los tiempos en los que los puntos de vista de la religión determinaban la moral sexual, muchas prácticas y preferencias fueron calificadas de "anti natura". Especialmente la homosexualidad se consideraba que iba en contra no solo de la voluntad de Dios, sino de las leyes de la naturaleza, y parecía inimaginable pensar que los animales pudieran involucrarse en relaciones homosexuales. Sin embargo, las ciencias de la conducta han demostrado que la homosexualidad (lo mismo que muchas otras características que se consideraban exclusivamente humanas) no es ningún invento del Homo sapiens.

    De acuerdo al antropólogo Volker Sommer, originario de Göttingen, "está absolutamente comprobado que todas las variantes del comportamiento homosexual que observamos entre los humanos también existen entre los animales". Las lombrices, los carneros salvajes, las gaviotas y los cobayos, todos ellos tienen su lado homosexual y se enfrascan en prácticas que, si fueran hechas por hombres en los países islámicos, serían castigadas con la pena de muerte.

    Los machos de la lombriz Moniliformis dubius copulan con otros machos y de paso bloquean la abertura genital de su compañero con un cemento especial, de modo que éste ya no pueda nunca más sacar su pene: un truco para eliminar a los posibles competidores. También las chinches de la especie Xylocaris maculipennis practican una perversa forma de violación homosexual, inyectando su esperma en los conductos espermáticos de sus competidores. Cuando éstos últimos se aparean con una hembra, la fecundan con el esperma de su violador.

    Las hembras del escarabajo Diaprepes abbreviatus se montan unas a otras con frecuencia y ofrecen shows lésbicos en toda la extensión de la palabra, como pudo constatar un equipo israelí-americano de investigadores. Los machos, excitados por estas representaciones lésbicas, se acercan entonces a formar tríos de erótica seducción.

    En 5 especies de gaviotas se ha observado la existencia de uniones lésbicas. En una de ellas, en la que la proporción de machos es escasa, entre el 8 y el 14% del total de las parejas están formadas por hembras, que se cortejan entre sí, empollan y crían juntas a sus polluelos. El semen necesario para fecundar sus huevos lo obtienen con una que otra infidelidad heterosexual.

    Los investigadores Robert Huber y Michael Martys observaron que, en las bandadas de gansos grises, los machos formaban parejas cuando la proporción de hembras era baja. Ninguno de los dos machos adquiría el comportamiento típico de las hembras ganso. Sin embargo, los dos miembros de la pareja trataban al otro como si se dirigieran a una hembra.

    Por los ejemplos anteriores, pareciera que las uniones homosexuales entre los animales fueran más bien una solución en casos de emergencia, pero no es así. Los investigadores coincidieron en que el número de polluelos era mayor entre las parejas lesbianas de gaviotas y gansos canadienses, comparados con sus colegas heterosexuales. Es decir, la homosexualidad aumentaba las posibilidades de una multiplicación exitosa de la especie. Las parejas femeninas de gansos no estaban formadas por "viudas" que habían perdido a su compañero masculino (como muchos investigadores habían supuesto en el pasado), sino que las aves elegían esta forma de vida voluntariamente y porque les representaba ventajas: si las dos hembras se dejaban fecundar, la camada era el doble de grande en comparación con las parejas heterosexuales. Las pruebas genéticas realizadas a los polluelos que tenían 2 madres demostraron que provenían de al menos 3 padres diferentes, lo que indicaba que las hembras se habían apareado con más de un macho.

    En el zoológico de Rotterdam se recuerda a una pareja de flamencos machos, famosa por hurtar huevos puestos por las hembras de otros nidos. Finalmente, los cuidadores tuvieron compasión de ellos y les ofrecieron un huevo fecundado, que fue empollado por los 2 padres. Para alimentar al polluelo lo hacían ambos por turnos. En el zoológico de Osnabrück vivió un par de cigüeñas, Holger y Edgar, que durante 16 años mantuvieron su fidelidad. Entre los dos incubaron un huevo de pingüino que les fue colocado por los encargados del zoológico. La pareja se disolvió trágicamente cuando Holger murió la noche en que fue atacado por una marta o un zorro. [N. del T. La historia no termina aquí: después de la muerte de Holger, en 1996, Edgar estuvo de luto durante un año completo. Finalmente, en la primavera siguiente la suerte le sonrió: el zoológico compró una nueva cigüeña, a la que llamaron Norbert. Para el experimentado Edgar no fue nada difícil seducir al nuevo inquilino, y en 1999 ya estaban de vuelta en la construcción de su nido. No tengo más información sobre ellos en este momento].

    Ni siquiera el "Zoológico Bíblico" de Jerusalén (un zoológico que muestra las especies animales descritas en la Biblia) se ha salvado de ser testigo de uniones entre miembros del mismo sexo. Dos buitres machos de la especie Gyps fulvus, Jehuda y Daschik, copulaban juntos e incluso construyeron un nido. Cuando los zoólogos les ofrecieron un huevo, lo incubaron y sacaron adelante al polluelo como cualquier pareja de buitres. Los rabinos ultraortodoxos de la región comenzaron a considerar la posibilidad de prohibirle a sus feligreses las visitas al zoológico, pues la homosexualidad está considerada como un pecado muy grave en su doctrina. Todo lo contrario sucedió en el parque tipo safari "Beekse Bergen", en Holanda, donde los directores del lugar decidieron incluír el tema de la homosexualidad en el programa de visitas guiadas.

    El investigador Norbert Sachser, de la Universidad de Münster, encontró que aproximadamente el 10% de los cobayos que vivían en grupos formados tanto por hembras como por machos desarrollaban preferencias claramente homosexuales. Más sorprendentes aún resultaron los experimentos con grupos formados solamente por 4 machos. En estas sociedades masculinas aparecía con el tiempo una organización social muy particular, en la que un macho asumía el rol dominante, 2 el rol habitual de machos subalternos, y uno de ellos se comportaba como hembra y era visto como tal por los otros integrantes del grupo. Al medir los niveles de hormonas de stress en la sangre de los cobayos, se encontró que los "travestis" se sentían mucho mejor que los machos atrapados en su rol masculino subalterno. Las sorpresas continuaron: si se colocaba una hembra en el grupo, las pseudohembras se comportaban de nuevo como machos en cuestión de segundos. En todos los experimentos de Sachser fueron estos cobayos los que ganaron a la hembra, defendiéndola exitosamente contra los otros 3.

    La actividad homosexual es especialmente frecuente entre los monos. Las hembras de los langures grises (Semnopithecus entellus) de la India se montan con frecuencia entre sí, y todas ellas lo hacen, como pudo ser documentado por el equipo de investigadores dirigido por Volker Sommer, quienes siguieron a una manada de estos monos durante 6 años. Algo similar fue observado en una colonia de macacos rabones en la Universidad de Stanford, California. Las hembras gustaban de montar a otras hembras y frotaban su clítoris contra la espalda de su compañera hasta llegar al orgasmo, momento en que sus labios se arqueaban en forma de O y emitían gemidos rítmicos. En un grupo de monos Rhesus utilizados con fines de investigación en Puerto Rico, este tipo de escenas estaban a la orden del día, sólo que las hembras se ayudaban además con sus manos para lograr la estimulación mientras montaban a la otra. Este comportamiento lésbico tampoco reflejaba una situación de carencia o emergencia, pues algunas veces las hembras se alejaban de los machos para dedicarse por completo a una compañera. El macho dominante de la colonia tenía igualmente un compañero de su mismo sexo. A pesar de sus muchas actividades heterosexuales, se mantenía unido a él y era evidente que lo prefería. El coito anal, la estimulación con las manos y el lamer y succionar el pene, son actividades que han sido observadas entre los macacos del sexo masculino. Los contactos homosexuales son extremadamente frecuentes entre los bonobos, que son conocidos por su disoluta vida sexual.

    En el caso de las chinches y las lombrices, es evidente que la estrategia de la violación anteriormente descrita es un caso clásico de competencia con armas de tipo sexual. El caso de las gaviotas se explica en parte por la escasez de machos. Pero, ¿por qué hay monos homosexuales? ¿cómo pudo imponerse la homosexualidad en la evolución, siendo una práctica que no conduce a la procreación y por lo tanto llevaría a la desaparición de las especies? La hipótesis de Sommer es que en ciertas circunstancias la homosexualidad puede resultar beneficiosa desde el punto de vista genético. Los miembros del grupo que se evitan la agotadora tarea de traer al mundo hijos propios, pueden servir de ayuda para sacar adelante a sus hermanos y sobrinos. Dado que el material genético propio no se transmite únicamente en forma directa (hijos propios), sino también en forma indirecta con los parientes sanguíneos, existe la posibilidad de que el comportamiento homosexual haya encontrado una vía para mantenerse a través de la herencia.

    Tomado del libro: Das bizarre Sexualleben der Tiere, por Michael Miersch, Piper Verlag 2002
     
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