TU
Del cielo desciende tu encanto
y posa un ángel en tus ojos;
por tu cuello vierte natura sus delicias
las cuales fluyen por tus desnudos hombros,
hasta descansar en tu pecho.
Por tu abdomen
siembra la humanidad todo lo mundano,
aquello que me seduce a ciegas.
A partir de tu ombligo,
el demonio erige sendos placeres
que me abrasan como en el infierno.
Tus piernas son los cimientos
que me convierten en segundos
en un ángel condenado.