A la Romana
A la romana
un corazón de ternera
la barba en punta
y el glande rosa.
Bataille.
Pongo mi Pito ...
Pongo mi pito en tu mejilla
la punta roza tu oreja
lame mis güevos lentamente
tu lengua es dulce como el agua
tu lengua está cruda como una carnicera
roja como una pierna de cordero
su punta es un cucú que grita
mi pito solloza saliva
tu trasero es mi diosa
se abre como tu boca
lo adoro como al cielo
lo venero como a un fuego
bebo en tu desgarramiento
extiendo tus piernas desnudas
las abro como un libro
donde leo lo que me mata.
Bataille.
Nada tengo que hacer en este mundo
sino arder
te amo hasta la muerte
tu ausencia de reposo
un viento loco silba en tu cabeza
estás enferma por haber reído
huyes de mí por un vacío amargo
que te desgarra el corazón
desgárrame si quieres
mis ojos te encuentran en la noche
ardiendo de firbre.
Bataille.
Insignificancia
Adormezco
la manecilla
de mi corazón
lloro
una palabra
que he perdido
abro
el borde
de una lágrima
en la que el alba
muerta
se calla.
Bataille.
Amanecer
Borro
la huella
borro
la palabra
el espacio
y el aliento
faltan.
Bataille.
Ventana sobre la utopía
Ella está en el horizonte
Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos.
Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá.
Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré.
¿Para que sirve la utopía? Para eso sirve, para caminar.
E. Galeano.
El sistema
Los funcionarios, no funcionan.
Los políticos hablan, pero no dicen.
Los votantes votan, pero no eligen.
Los medios de información desinforman.
Los centros de enseñanza, enseñan a ignorar.
Los jueces, condenan a las víctimas.
Los militares están en guerra contra sus compatriotas.
Los policías no combaten los crímenes, porque están
ocupados en cometerlos.
Las bancarrotas se socializan, las ganancias se privatizan.
Es más libre el dinero que la gente.
La gente, está al servicio de las cosas
E. Galeano.
Los nadies
Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos.
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.
Eduardo Galeano.
Al fin de la batalla
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y la dijo: ”¡No mueras, te amo tanto!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
“¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
Clamando: “¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Los rodearon millones de individuos,
Con un ruego común: “¡Quédate, hermano!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces, todos los hombres de la Tierra
le rodearon; les dio el cadáver triste, emocionado;
incorporándose lentamente,
abrazó al primer hombre, echóse a andar ...
Cesar Vallejo.
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