Posted: 09.08.2005, 18:39
La fiesta multicolor inundó el zócalo capitalino
Sección: Política | Publicación: 07.08.2005
JAIME LUIS BRITO
CUERNAVACA, MOR. Lo hicieron. Los excluidos de siempre, los aborrecidos, discriminados, despreciados, aquellos que retan incluso la tolerancia de algunas izquierdas, que deben esconderse para ser y hacer, ayer tomaron las calles. Aunque iniciaron pocos, rebasaron el medio millar cuando ingresaron al zócalo, ante el estupor de la gente que como cada fin de semana hace suya la plaza de armas. Y es que los gestos de incredulidad o espanto acompañaron esta, la Primera Marcha de la Diversidad y el Orgullo.
El acto de ayer devino carnaval, fiesta, bullicio, afirmación de que la sociedad es diversa, a pesar de que por decreto, como todo en este país, se pretenda desaparecer a ese sector que por discriminado, se tilda de “minoría”, pues “salir del closet cuesta”, como señala Mauricio, “y cuesta un chingo”.
Un equipo de sonido con potencia de rave, encabeza la caminata, mientras jóvenes reparten papelitos con información de todo tipo y hasta “porras”, como llaman a las consignas que acompaña cada esfuerzo de la sociedad por hacerse escuchar. Un grupo de padres y madres de familia le siguen al sonido. Orgullosos portan playeras con leyendas como “Amo a mi hijo gay”. Madres por la Diversidad, se autodenominan y no se arredran cuando observan miradas de descalificación desde las banquetas.
Enseguida, la diversidad. Jóvenes, adolescentes, adultos, incluso adultos mayores afirman su pertenencia a la sociedad y caminan mientras demandan la apertura de la ley, “para que podamos casarnos, no pedimos otra cosa, somos morelenses, pagamos impuestos, exigimos reconocimiento”, alcanza a repetir uno de los organizadores por el micrófono, entre las notas de canciones que suenan y suenan en la radio.
Para el goce de la prensa, Steve Parrelli, pastor bautista de Nueva York y su pareja, José Enrique Ortiz, de origen puertorriqueño, se demuestran su amor besándose, mientras las cámaras se arremolinan a su alrededor, buscando la imagen.
–¿Qué hace acá?, pregunta La Jornada Morelos.
–Venimos a hablar con las iglesias de homosexuales –se refieren a la que encabeza en Morelos, Alfonso Leija Salas–. Venimos a hablar sobre esas terapias para curar homosexuales. Nosotros pasamos por eso y... no funcionó –dice Ortiz mientras lanza una mirada pícara a su compañero.
La referencia es clara. Mientras un grupo grita una consigna contra la Iglesia Católica, resuenan las palabras del obispo de Cuernavaca, Florencio Olvera Ochoa, que hace poco dijo que la institución que representa tenía la solución para los homosexuales: orar a Dios y convencerse que son “normales”. Se le inquiere a Parrelli el asunto y su cara blanca es toda sonrisa: “Esas cosas no funcionan. Míranos, somos la prueba”, y vuelven a demostrarse amor, como cualquier pareja, quizás mejor, que el próximo octubre cumplirá ocho años de estar juntos.
Durante la primera cuadra de caminata, el contingente ha duplicado su número. Además de los interesados, se han sumado luchadores sociales, defensores de derechos humanos, zapatistas, en fin, que ya hay un contingente heterosexual y como lo señala Cristina Martin Arrieta, presidenta de la Academia Morelense de Derechos Humanos, esta marcha es de la “diversidad sexual, así que también nos pertenece”.
Al acercarse al cruce de Matamoros y Degollado, un mundo de gente mira con curiosidad al contingente. Esta vez no hay cierre de cortinas en los establecimientos. Los trabajadores, dueños y consumidores salen a la banqueta a observar. Las caras van de la estupefacción a la incredulidad, pero hay algunas de asco. La marcha responde con cantos, bailes, saltos y consignas: “Esos santones, también son maricones... Aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir, Florencio Olvera moría por asistir... Derechos iguales a lesbianas y homosexuales...”
En el recinto del Congreso la marcha realiza la primera parada. “No somos uno, no somos cien, señores diputados, cuéntenos bien”, es el grito que enmarca la demanda dirigida particularmente a los diputados panistas: “Señores del PAN, diputados del PAN, no se engañen, en este movimiento hay panistas, respalden nuestra propuesta, sólo pedimos reconocimiento a nuestros derechos, tenemos derecho a casarnos, a vivir felices. No nos lo impidan”.
Sigue su curso. No hay provocaciones, no hay falta de respeto, nada más marchan, gritan, saltan. Un hombre con una máscara antigases realiza un performance llamando la atención de la gente, mientras en la retaguardia un grupo de travestis baila y lanza besos como en una pasarela. Al llegar al Jardín San Juan, la gente incluso aplaude, mientras en las bocinas del sonido aparece una canción que más parece un himno: “A quién le importa lo que yo haga, a quién le importa lo que yo diga. Yo soy así, así seguiré. Nunca cambiaré”, sube el coro hasta llegar a palacio de gobierno y dar vuelta en Hidalgo donde el contingente rebasa ya el medio millar.
En el zócalo, final de la marcha, los chinelos sirven de marco a la llegada. La Banda Sinfónica Juvenil recibe a los marchantes, mientras se multiplican desde el micrófono los agradecimientos. El primero va para la prensa: “pues si no hubiera sido por ustedes, esto no sería posible”. El guiño refiere la supuesta negación del ayuntamiento para que se realizara la marcha. “Los ablandaron”, festeja un joven con antifaz multicolor que a la menor provocación agita la bandera multicolor.
Sin duda, más allá del número de participantes, la marcha demuestra que existe y que quieren ser libres. Andar por la calle sin temor a la violencia, demostrarse afecto, casarse. Son las demandas. Una joven menor de edad mira divertida al grupo que llena la mitad del zócalo. “Está bien, digo, la marcha está bien, la respeto, pero eso de casarse o adoptar niños, es otra cosa”. Y se va. Mientras un hombre de edad media extiende una cartulina: “Mi ma’ quería niña. Mi pa’ quería niño. Dios les cumplió a los dos”.
Después viene la fiesta. Luego de sendos discursos sobre la libertad y los derechos humanos, los participantes se agrupan y continúan con su protesta-carnaval-fiesta-afirmación. Alguien comenta: “Me pregunto cómo estarán esos”, mientras señala hacia el palacio. “Durmiendo. Los que deben estar encabronados son los de más allá en la calle Hidalgo o en Las Palmas”. Sonríen y se dan la mano para iniciar el baile