CuernavacaGay

Acercando a la comunidad gay de Cuernavaca.

Historias cachondas.  :: 
Hermanitos Cachondos.
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    Ésta es una historia real; sólo los nombres de los participantes han sido cambiados para proteger a gente inocente ;)

    O., mi pareja, conoció a Paco en el chat de cuernavacagay.com (a donde llegó después de ponerse a buscar en Internet fotos de hombres desnudos) hace tiempo y realmente conversaron muy poco. No intercambiaron direcciones de correo electrónico ni tampoco contactos de algún mensajero instantáneo pero sí intercambiaron teléfonos. Paco vive en el DF y mi pareja y yo vivimos aquí en Cuernavaca.

    Una semana después Paco le llamó por teléfono a O., y le comentó que vendría a Cuernavaca con su hermano Luis pues tenían un evento qué organizar y querían conocernos. Vinieron a Cuernavaca, nos conocieron, platicamos durante un rato y después se tuvieron que ir a su evento, pero nos hicieron saber que en un par de semanas más tendrían que volver a venir pues harían una presentación teatral (son ambos bailarines) y les gustaría quedarse a dormir en nuestra casa para no tener que regresarse a la Ciudad de México tan tarde y además cansados. Nosotros aceptamos gustosos y les dijimos que podían quedarse en casa, que nos acomodaríamos bien.

    Para esto, jamás se habló de sexo; jamás se habló de nada que nos hiciera pensar que sucedería lo que sucedió. Para esto, el día en que los vimos por primera vez obviamente les eché ojo y me los comí con la mirada. Paco algo alto, delgado pero no esquelético, sino con un cuerpo firme y hasta agradable (aunque a mí no me gusta la gente muy delgada). Una cara interesante aunque un poquitín obvio (sin caer en ser una loca desmecatada). Por otro lado, su hermano Luis era un poco más bajo de estatura y con un cuerpo mucho mejor desarrollado. Hombros anchos y firmes, brazos y músculos bien formados, pecho grande y se le notaba abdomen plano aunque con la ropa era difícil adivinar. Aún así, después de verlos y de que se fueron tuve la fantasía de que me gustaría que sucediera algo con ellos; aunque claro, sólo me imaginé que Paco era gay pues de su hermano Luis jamás nos dijo nada.

    Pasó el tiempo y llegó el día de la presentación; nosotros salimos al cine ese día y por la noche esperamos pacientemente a que llamaran para que llegaran a dormir. Dio la media noche y no llamaron; dio la una de la mañana y nos dio sueño. Nos imaginamos que se habrían regresado a la Ciudad de México y nos metimos a la cama disponiéndonos a dormir. Una media hora más tarde, el timbre de la casa empezó a sonar insistentemente y rápidamente nos vestimos (dormimos en calzones o desnudos, depende del calor que haga ;) ) y fuimos a abrir la puerta a nuestros invitados.

    Se desvivieron en disculpas, pero su evento había terminado tarde y además tuvieron que quedarse a recoger cosas y a poner en orden todo. Eso no fue lo que me sorprendió realmente, sino el hecho de que no llegaron ellos dos solos sino llegaron con alguien más: un jovencito de 14 años de quien no nos habían hablado. Luis nos explicó que era su hijo, que había tenido a los 16 años (como podrán imaginar, él tiene 30 años) y quien los acompañaba en sus presentaciones teatrales y a eventos.

    "Ahí se fue la oportunidad de cualquier cosa con el hermano" inmediatamente pensé, pero no descarté que sucediera aún algo con Paco. Como estaban realmente cansados (¡eran casi las 2 de la mañana!) les mostramos la habitación en donde se quedarían ellos dos y pusimos al hijo en un sofá-cama que tenemos en el estudio para que ahí durmiera él. El hijo inmediatamente se fue a dormir pues por su edad estaba realmente rendido. Paco y Luis hicieron algo de tiempo desempacando y arreglando cosas, refrescándose en el baño y demás. Mi pareja y yo estábamos acostados en nuestra habitación pero con la puerta abierta y los veíamos pasar nadamás. De vez en vez entraba al cuarto Paco y platicaba un rato con nosotros. Después se iba y llegaba Luis y nos hacía la plática también. Ese hecho de que estuvieran entrando y saliendo me excitó; además de los aromas que se desprendían de sus cuerpos; un perfume suave pero abundante (tal vez algo requerido al salir a escena, aunque no me puedo imaginar para qué) y a la vez un aroma a sudor muy suave también, sin que llegara a ser molesto. Mi imaginación empezó a volar y ciertamente mi cuerpo empezó a reaccionar a lo imaginado por lo que me tapé con la cobija de la cama y esperé pacientemente a que los acontecimientos tomaran su curso.

    Paco volvió a entrar al cuarto y empezó a platicar con nosotros. O., mi pareja, le dijo que se sentara en la cama pues seguramente estaba cansado. Se sentó y continuamos platicando (no recuerdo realmente de qué, mi mente estaba pensando en otra cosa y yo funcionaba en modo "automático"). Después de unos minutos llegó Luis y se puso a platicar con nosotros también. Él llegó sin camisa y pude apreciar lo que me había imaginado: que tenía un cuerpo bien formado, de bailarín y muy atractivo. Él se puso de rodillas sobre la orilla de la cama y recargó su cuerpo en el colchón, de pecho y frente a nosotros. Yo estaba al lado de él, del otro lado estaba sentado Paco y en la otra orilla de la cama se encontraba O.

    Platicamos de tonterías (que aún no recuerdo) por algunos otros minutos y de repente me di cuenta de que mi mano se encontraba a muy pocos centímetros del brazo fuerte y varonil de Luis. Pensé que no perdería nada con acercarme un poco más, aunque no fuera gay y me imaginé que no se molestaría si lo rozara mi mano pues él estaba ahí, finalmente (y no en su cama durmiendo como debía :P). Me acerqué un poco y mis dedos rozaron con sus bíceps. Me estremecí al sentir la piel suave pero a la vez fuerte y ¡caliente! Sí, noté que su temperatura corporal era más alta que la mía (como si eso fuera posible dada la situación) y decidí no quitar mi mano de ahí. Continuamos conversando, él no dijo nada y entonces me vi más atrevido. Con mi dedo que estaba rozando su brazo lo empecé a acariciar lentamente, como de manera distraída y estuve atento a sus reacciones. Tampoco se movió, tampoco protestó por lo que me atreví a más y finalmente toda mi mano rodeó ese brazo, esos bíceps que tantas ganas tenía de tocar desde la primera vez que los vi. Continuamos platicando como si nada por lo que pensé que tal vez mis fantasías podían hacerse realidad.

    En una de esas Luis se levantó y me imaginé que se había molestado porque yo ya lo acariciaba sin ningún tipo de pudor. Salió del cuarto y me di cuenta que sólo se fue a asomar al estudio (que está contiguo a nuestra habitación) para asegurarse de que su hijo ya estuviera dormido. Al cabo de algunos segundos regresó y se volvió a poner en la posición y el lugar en que estaba anteriormente, aunque un poco más cerca de mí. Sin perder el tiempo, regresé a las caricias aunque en esta ocasión me extendí un poco a su pecho y a su espalda. Su pecho... qué sabroso de acariciar, con sus pezones duros y calientes que los estuve tocando durante varios minutos.

    Para esto, O. y Paco continuaban ahí; los cuatro continuábamos platicando y probablemente ellos dos se dieron cuenta de la situación pero no hicieron ningún comentairo al respecto. Me pareció ver que O. le estaba tocando la pierna a Paco pero de eso no estoy muy seguro (debo confirmarlo con O., que no se me olvide). De repente el tema de la conversación se tornó a los masajes (¡eso sí lo recuerdo!) y Luis dijo que estaba algo cansado por lo que no le caería mal uno (¡el pretexto más viejo del mundo surtía efecto!). Para ese entonces yo ya estaba seguro de que algo sucedería y realmente no me equivocaba...

    Luis se tendió de espaldas en la cama, yo me hice a un lado para que quedara cómodo y me instalé junto a él. Paco se acercó a mí, del otro lado y se acostó para observar mientras que O. comenzaba a darle se masaje a su hermano Luis. Yo estaba emocionado y francamente cachondo. Mientras O. le daba el masaje a Luis yo aproveché para continuar con mis caricias a su cuerpo pero al tener a Paco a un lado también aproveché para acariciarlo, sin que éste se quejara o pareciera molestarle. Después de unos minutos, Luis dijo que él quería darle un masaje a O. y cambiaron papeles. O. se tendió boca abajo en la cama y Luis se sentó sobre él, con su sexo (aún con pantalón) sobre las nalgas de O. ¡Qué escena aquella! Me puso a mil el verlos de esa manera y mientras los observaba me acerqué a Paco. Éste sintió mi proximidad y también sintió la dureza de mi verga debajo de mi pantalón, rozando con su pierna. Empecé a hacer esos movimientos rítimicos que ya todos conocemos muy bien en su cadera, mientras continuábamos observando la escena. Continué, mientras que con mis manos acariciaba el cuerpo de Paco, su abdomen por debajo de su camisa (él sí llevaba camisa), sus brazos, su cara...

    En el calor del cachondeo (porque aquello ya no era masaje sino cachondeo) Luis le quitó a O. la camisa y de paso el pantalón, por lo que O. se quedó en calzoncillos. Luis procedió a quitarse su pantalón también y ambos quedaron así. Quedé maravillado, otra vez, de ver a esos dos hombres; uno de ellos el amor de mi vida con su cuerpo que conozco a la perfección y que idolatro y el otro un extraño con cuerpo celestial, varonil y súper cachondo, sobre él y masajeando su cuerpo, pasando su lengua por su espalda y besando su cuello. Mientras tanto, yo ya estaba quitándole la ropa a Paco sin perder de vista la escena que ocurría a escasos centímetros de mí. También me quité la ropa; quedamos ambos desnudos y con nuestras vergas duras al aire.

    O. y Luis procedieron a hacer lo mismo y quedaron desnudos también. Pude apreciar la verga de Luis en todo su esplendor. Larga, gruesa, con unos huevotes mucho más grandes que el promedio y... ¡rasurada! Cómo me gusta cuando alguien se rasura la verga, los huevos y la piel de la ingle y sus alrededores se siente suave, como de bebé, como si eso le confiriera a la verga una belleza y cachondez inmaculadas y a la vez perversas. Los cuatro estábamos desnudos en la cama, cachondos y jadeando y yo no podía creer que una de mis grandes fantasías se estuviera haciendo realidad: estar en la cama con mi pareja y además con dos hermanos.

    Los juegos sexuales fueron variados, desde los besos cachondos en la boca y en todo el cuerpo. Me gustó particularmente cuando Luis vino a mí y me besó el cuello, después bajó su lengua por mi hombro y finalmente llegó a mi axila. Me levantó el brazo y empezó a besar con frenesí mi axila (limpia de sudor y de cualquier olor, con ese aroma tan particular que sólo existe en los cuerpos de los hombres) mientras gemía "¡qué rico! ¡me encanta!". Estuvimos un buen rato en todas las posiciones que puedas imaginar. Luis y Paco besando a O., mientras yo le mamaba la verga a uno de ellos y tenía otra verga en cada mano. Luis mamándome la verga mientras yo se la mamaba a Paco y éste se la mamaba a O.; Paco besándole el pecho a O. mientras yo me situaba detrás de él, tocando esas nalgas redondas, duras y bien formadas y ponía mis dedos suavemente posados en la entrada de su túnel de placer y Luis a su vez mamando mi verga.

    Después de juguetear esos juegos sexuales durante un buen rato, Luis salió intempestivamente de la habitación y temí que el juego hubiera terminado. Pero no, regresó de inmediato con varios condones y una botella de lubricante (que fue una fortuna que los trajera pues a nosotros se nos habían terminado los condones en otra ocasión que ya relataré aquí, probablemente). También aprovechó Luis para asomarse al estudio y asegurarse de que su hijo continuara dormido, lo cual parecía ser el caso.

    Continuamos jugueteando y Luis me dijo al oído que quería ver cómo me cogía a su hermano, mientras él se cogía a O. La sola idea me excitó aún más de lo que ya estaba (sí, otra vez, como si eso fuera posible) y acepté gustoso. Me puso un condón y abrió el tubo de lubricante, untando con sus propios dedos el ano de su hermano, que parecía estar emocionado y dispuesto a recibir mi verga mientras veía cómo su hermano lo masajeaba suave pero constantemente. Él procedió a hacer lo suyo y se puso un condón también, entonces lentamente me acerqué a Paco y puse mi verga en su entrada del placer. Por unos segundos me olvidé de Luis y de O., pues me encontraba concentrado en lograr que Paco no tuviera dolor por la penetración y sí lo disfrutara. Paco estaba de espaldas, con las piernas levantadas en mis hombros y esa posición facilitó que pudiera penetrarlo sin mayores problemas. Sentí su culo apretado y vi su cara de placer; esa expresión de gozo que hace que valga la pena cualquier cogida por rápida o mala que sea al final, esa cara de alguien transportado al paraíso por medio del placer/dolor de sentir a un hombre poseerlo, penetrando su cuerpo en esa sensación de intimidad incomparable con alguna otra.

    Mientras tanto, Luis hacía lo suyo con O. y me volveré a detener (creo que nunca me cansaré de hacerlo) para comentar lo cachondo y atractivo que me resultaba contemplar esa escena, en donde un hombre con toda su masculinidad y una mega verga se estaba cogiendo a mi hombre, a mi compañero, a mi amante... ¡y cómo lo disfrutaba!.

    La cogida duró algo de tiempo y nos pusimos en diversas posiciones, siempre los cuatro cercanos para que al tiempo en que las vergas de Luis y la mía estaban en el interior de Paco y O. respectivamente nosotros pudiéramos hacer lo propio con cualquier parte del cuerpo disponible: manos, lenguas, ojos, mente... nos cogimos con todo lo alcanzable y con lo inalcanzable también. Después de un rato del mete-saca le dije a Paco que estaba a punto de explotar, que estaba a punto de dejar salir de mi cuerpo el torrente de placer que representa esa leche espesa y caliente que insiste en salir a chorros de mi cuerpo cuando más caliente estoy. Con movimientos rápidos y frenéticos y expresiones faciales no logradas por ningún otro medio terminé dentro de él, gimoteando, gritando de placer sin importarme que su sobrino estuviera en un lugar contiguo al que nos encontrábamos, sin importarme si los vecinos podían escuchar o no esas súplicas que salían del alma haciéndole saber al mundo que se encontraban en ese momento en un paraíso de placer, compartido con otros tres hombres sedientos de sexo y de saborear el mismo placer que en esos breves momentos estaba experimentando. Me vine como hacía días que no me venía, adentro de Paco. Lo besé, me salí cuidadosamente de su cuerpo, deposité el condón en la basura y lo abracé, mientras ambos contemplábamos cómo Luis y O. continuaban en su ritual de mete y saca, con los ojos en blanco y sus gemidos en ocasiones apenas perceptibles y en otras claramente audibles para todos los que se encontraran cerca de nosotros.

    El cansancio de las 4:30 de la mañana me ganaba por momentos pero la cachondez me mantenía despierto, viendo cómo ellos dos extendían el placer hasta sus límites, continuando y cambiando de posiciones. ¿Cuánto tiempo duraron así? ¿Por cuánto tiempo se estuvo cogiendo Luis a O.? No lo sé a ciencia cierta pero lo cierto es que entre dormitada y dormitada me di cuenta de que en una de esas Luis estaba junto a mí y quería penetrarme, así como lo había hecho con O. En ese momento y con el cansancio no me pareció tan buena idea y me negué, por lo que él le puso un condón a O. y se sentó sobre su verga. ¡Eso sí me despertó! Ver cómo O. se cogía a Luis, con su cuerpo tan bien formado, sus hombros grandes y firmes y sus nalgas como para perderse dentro de ellas durante algunas horas... al cabo de algunos minutos el cansancio me volvió a vencer y todo lo que sucedió sólo lo recuerdo entre sueños... gemidos... olores... sabores a axila y a besos, saliva caliente, más gemidos cada vez más fuertes, cada vez más intensos.

    En algún momento desperté; eran las 5:30 de la mañana y los cuatro yacíamos en la cama king size desnudos y exhaustos. Tomé la cobija y nos cubrí. A eso de las 7:30 Luis se despertó y se cambió a la habitación que originalmente estaba destinada para ellos, pues su hijo se despertaría en cualquier momento y seguramente no quería que lo viera desnudo, en la cama con su hermano y con otros dos hombres. Paco hizo lo propio y se fue a dormir a la otra habitación también.

    Silencio, sueño, luz, ladridos de perros, música...

    Desperté y Paco, Luis y su hijo estaban en el baño, en la regadera bañándose los 3 (!!!) y desperté a O. Nos vestimos, preparamos el desayuno, cuando terminaron de bañarse servimos café y conversamos. Se fueron un par de horas después, prometiendo regresar. Recuerdo perfectamente cuando Luis le dijo a su hijo, tal vez sintiendo un poco de remordimiento, tal vez sólo por comentarlo: "Ah, Max, estamos desvelados porque estuvimos conversando toooda la noche". Yo sólo sonreí, con una expresión de entre fascinación, cachondez, complicidad y sueño.

    "Conversando", claro, claro... ;)
     
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    muy buena tu narracion,que lastima que yo no tenga esa suerte.Os deseo mucha felicidad.Valiente
     
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