la búsqueda ha cesado, el ímpetu por conseguir a un par antes de que la mirada inquisidora nos tache de amargos, ha desaparecido.
ahora estamos, ajenos el uno al otro, ciegos ante la mercadotecnia. No vemos, pero sentimos con el alma.
Y cualquier recipiente adornado es percibido cual monstruo asimétrico, el elíxir recide en el contenido, no en el continente,
andamos con un solo latir, la paz sea con nosotros, y con nuestras almas, rezamos encontrados contra la fe que nos ha roto las manos para impedirnos lanzar plegarias,
las iglesias se desmoronan al igual que los antros, ninguno son refugios de parias sermoneros, en ninguno de ellos buscamos clemencia ni redenciones,
la oscuridad nos acaricia-puedo sentir tu aliento en la brisa nocturna- y somos felices en una realidad que solo nosotros entendemos.
Tú tienes el único nombre que me he aprendido de memoria. Yo me llamo justo como tú creías que sería.
Y somos uno en dos partes. Dos cuerpos que completan una obra de dos almas de duración, una melodía de sesenta y tres años que se duplica cada trescientos sesenta y cinco días, que solo nosotros escuchamos.
Si, lo sé, no tienes que decir nada.
Y dejo una pequeña nota, un testimonio en la noche, y el secreto entre tu y yo que jamás será revelado. Todo es mentira. Nunca exististe, nunca existí.
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