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DETRAS DE UNA VIDA MAQUILLADA (VIDA DE UN TRAVESTY)
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    Por: Beatriz Castro García.

    Su nombre real es José Antonio López Rendón, y hoy lleva por nombre África Michael, travestí por profesión y por gusto, como ella misma nos lo confesó.

    Nacida en Apodaca Nuevo León, y con sus casi 39 años, África Michael es la quinta de ocho hermanos; “somos ocho hijos en total, dos mujeres, cinco hombres y yo” nos afirmó segura de lo que decía y con una risa pícara dejando ver su sentido del humor, que estuvo en todo momento al hablarnos de ella y de José Antonio.

    Con veinte años fuera de casa, con una vida maquillada, con una soledad por compañera y con el ritmo de vida de un travestí, ella nos habló que inició primero como bailarín de un grupo llamado Polimarch, y que fueron sus compañeros de este, quienes le comentaron sobre una audición para formar parte del elenco de un show de travestís.

    “Yo no fui en plan de trabajo, pero cuando me hicieron la prueba me quede como bailarín del espectáculo, fue hasta después de un tiempo donde vieron que tenía gracia para imitar a personajes de la farándula y fue así como empecé a vivir en el mundo de un travestí; mi primer número fue imitando a Madona”.

    Fue poco el tiempo que vivió en Monterrey, gracias a que su familia se desintegró tras la infidelidad de su padre y la violencia intrafamiliar que se vivió en ella. Aun él tenía la edad de siete años, por lo que su infancia la vivió en Ixtapaluca, Estado de México; fue entonces a sus diecisiete años cuando viajó a Iguala, Guerrero; formando parte del elenco de un show y obteniendo un éxito no esperado, ganando en él un gusto por la gente y la ciudad, a tal grado que se quedó a radicar de por vida.

    “Fue en este viaje cuando había llegado el momento de decirle a mi madre y a mis hermanos que tenía ya una decisión para mi vida, pero dicho anuncio nunca lo dije, porque como por arte de magia o por instinto de toda madre, ella y los míos ya lo sabían, luego entonces me apoyaron en todo lo que emprendía, haciendo de mi mundo algo totalmente diferente al de los demás”.

    El trato con sus hermanos no cambio tras aquella decisión, pues comentó que todos ellos la quieren y la respetan, convirtiéndose eso en todo lo que no tuvo en su familia antes del radical cambio.

    “Con mi padre no tuve tampoco problemas, en realidad él nunca se enteró por mi propia boca lo que era, sino que fueron mis hermanos quienes le confesaron que yo era homosexual; yo no le dije, porque nunca hemos vivido juntos y ahora menos, pues él se separó de mi madre dejándonos a todos con poca edad; hoy ha venido a ver mi espectáculo y me ha confesado que le gusta como hago mi trabajo, porque como él también era cantante de rock en sus tiempos, comprende lo que es vivir haciendo un show para y por la gente”.

    Era en un principio poco tolerable el miedo que él sentía al estar frente a un público y sobre una pista, todo gracias a que los nervios y el miedo le invadían; a tal grado que interpretaba los gestos y las risas del público como una burla, pero cuando la hora de un final llegaba se convertía para él, en la evidencia de un trabajo bien hecho, obteniendo un aplauso y haciendo de este el motivo más grande para así seguir adelante.

    “Empecé ganando tres pesos por espectáculo, pero como a la gente le gustaba lo que se hacía en la pista después ganaba siete pesos, eso me ayudó a formar mi propio grupo; con él jugué otros roles; tocaba el turno de incursionar como el productor y director de todo el show, pues yo quería que todo saliera como imaginaba la gente, además de fusionarlo con lo que yo sentía”.

    Afirmó que fue su carácter fuerte y perfeccionista quien le llevo más lejos del éxito que había probado, admitiendo que todo lo sucedido era parte de su camino, dejando atrás la idea de haber errado en su realidad.

    Hoy dueño de un restaurante y artista de un centro nocturno que lleva por nombre El faraón, José Antonio o mejor dicho África Michael, considera que es una persona muy feliz, y que ha dejado atrás todos los momentos y obstáculos con los que tuvo que tropezar por amar de una manera diferente a la de los demás, dejando todo en manos de la justicia de Dios.

    “Yo creo en Dios, en Jesús y es en él en donde me refugio, pues si siento que algo me hace falta en la vida, acudo a él, y creo que mi homosexualidad no ha sido motivo para que él me deje; recuerdo una ocasión, en donde estaba muy triste, y fue precisamente porque mi madre había muerto y me puse a rezar y le dije – Dios yo quiero que la gente me quiera, que la gente me acepte y desde siempre me ha demostrado estar conmigo en todo momento, pues no me ha fallado; me acepte desde muy chico y a mi edad puedo decir que he tenido el cariño de todos”.

    Se considera un travestí por profesión, gracias a que fue una academia de baile, de vocalización y de arte dramático, donde estudio para afinar a sus personajes.

    “Yo era muy nerviosa, me daba mucho miedo la pista, sentía que me comía y ahora me la tengo que comer yo, sino, no eres nadie”.

    Nos confesó que disfruta mucho lo que hace, pues ahora siendo dueño de su restaurante ya no imita a personajes, sino por el contrario ahora es ella, la que canta, imprimiéndole su estilo a cada tema, jugando con un poco de comedia, a quien la considera la pimienta de su espectáculo, sin embargo dejó ver que el ritmo de vida y los vicios en este ambienten no se hacen esperar, a tal grado que aceptó haber caído en las manos de las drogas, y en el alcoholismo también, pero este último no lo ha podido dejar.

    “Tras bambalinas hay de todo, de todo, hay risas, hay llanto, hay vicios, hay de todo”

    Con todo ello declaró ser una persona, que contradictoriamente a su fe y a su refugio en Dios, le considera su temor más grande, y que detrás de él, le siguen sus miedos al fracaso, a la rutina, además de la muerte.

    Luego entonces tras preguntarle por los momentos difíciles que le acompañaron habló de la muerte de su madre, y fue allí, donde un par de gafas dejaron ver que sus ojos pequeños, ojos incrustados en un rostro cuadrado, derramaron un par de lágrimas, que no resistieron y salieron como si fibras sensibles se hubieran tocado.

    “La muerte de mi madre es lo que más lamento, ella tiene dieciséis años de muerta, pero ella murió porque tanto mis hermanos y yo desconocíamos su enfermedad, y no supimos qué hacer o qué tratamiento médico seguir, ella murió de cáncer servico-uterino, ahora pienso, si pudiera retroceder el tiempo, lo haría a aquel momento para darle a mi madre la atención necesaria y así salvar la vida de un ser que me aceptó y quien en todo momento me brindó su apoyo”.

    De complexión mediana, alta, con manos grandes, manos que en sus uñas se evidenciaba su trabajo y su realidad, pues tenía de esas uñas largas que estaban cuidadosamente pintadas de un color dorado, como tratando de coordinarlas con el tinte de su cabellera, pues este último estaba teñido de color rubio; además de que era una blusa y una bermuda corta quienes formaban parte de su atuendo, y que fueron todos ellos quienes dejaron ver a una África Michael sin el maquillaje de un personaje, sino más bien dejaron ver a ella, la persona, la hermana, la que da respeto y la que pide lo mismo, la que se considera travestí por profesión y por gusto.
     
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